Quienes, como nosotros, han tenido la dicha de vivir, a pesar de los sinsabores y sobresaltos que desgraciadamente no han faltado, con intensidad el año 2008 que viene de finalizar, verán que el año que recién ha terminado constituye, hablando con justicia, la antesala, excepcional sin duda, de 365 días que prometen ser genuinamente excitantes, no solo a nivel planetario, sino también –y muy en particular- para nuestra patria.
No exageramos al decir esto. Ya que en este inicio del año 2009, nadie -bien en sus cabales- puede negar que los principales dinamos de la economía del mundo globalizado entrarán, sino han entrado ya, en la fase recesiva del ciclo económico, luego de que el sistema financiero del coloso norteamericano finalmente colapsó a mediados de 2008, confrontando a países como el nuestro ante un escenario signado por la premura financiera y económica.
Así -sin el ánimo, al afirmar esto, de caer en las garras de un pesimismo vulgar- habrá que traducir -como una economía básicamente primario exportadora que es la nuestra- lo que significa en hechos evolucionar en un contexto en el que, desde allende nuestras fronteras, una disminución en el nivel de nuestras exportaciones, por designio de la lógica del comercio internacional, se nos impone. Pues traducción de este hecho tendrá que haber, sino se hace ya.
Sin embargo, tendremos los peruanos, en este escenario que se revela adverso, la ocasión de dar muestras de nuestra capacidad tanto a nivel colectivo como individual confrontando a la adversidad. Mostrando al mismo tiempo que no solo somos capaces de implementar las políticas de ajuste que este tipo de escenarios exige, sino que podemos también traducir estas soluciones en oportunidades que la gran mayoría de peruanos aspira y, sin duda, amerita.
En esta forma, podemos convertir el 2009 en un horizonte temporal que puede permitirnos -si verdaderamente nos proponemos en estos dos niveles- trascender las actuales restricciones económicas y financieras, sentando los cimientos de una sociedad que sintonice con las aspiraciones de un mundo que clama por democracia con sustento social… Nada sería más pernicioso para nuestro futuro que no estar a la altura de esta gran cita con nuestro destino como nación.
