De cumplirse escrupulosamente con el calendario congresal, cuando el jueves 15 de enero, nuestros -no pocas veces venido a menos- Padres de la Patria finalmente se reúnan para debatir -esperamos concienzudamente- y votar sobre la continuidad o no del voto preferencial en nuestro sistema electoral, se confrontarán ante la responsabilidad que implica el hecho de “hacer, en lo que concierne a la consolidación de la democracia en nuestro país, camino al andar”.
Al hacerlo, todos y cada uno de nuestros 120 legisladores verán que la oportunidad, que se les presenta a mediados de este primer mes de 2009, es una ocasión de privilegio que muy pocos peruanos han tenido a lo largo de nuestra convulsionada historia política. Pues lo que tendrán ante si en este singular momento -marcando si desean con su personal impronta los destinos de nuestro país- es la posibilidad de diseñar una suerte de válvula de escape para canalizar la energía política acumulada en nuestra sociedad.
Ya que energía política acumulada hay, y mucha, en la sociedad peruana de esta primera década del aun nuevo milenio. Tan solo basta -si se quiere tener una idea de la dimensión de este hecho- ver como los contingentes generacionales presionan desde atrás sobre quienes detentan el poder político buscando espacios crecientes de participación. O como, allende las fronteras del abanico político, grupos de diverso origen no cesan en su esfuerzo por mostrar que su hora ha llegado…
Tendrán, por lo tanto, esta vez nuestros congresistas -como ya lo indicamos hace algunas semanas en esta misma tribuna- que trascender los intereses personales o de grupo, para ponerse a la altura de las exigencias del momento y regenerar nuestro tejido político, permitiendo que ese gran contingente de compatriotas, que clama por servir al país mediante su participación en la arena de la cosa pública, pueda inyectar sangre nueva en nuestro organismo político que languidece ante su falta.
Que tomen de esto nota nuestros legisladores, nada sería más contraproducente para disipar los grises nubarrones que se vislumbran en el horizonte del régimen democrático que intentar elevar diques que contengan y embalsen las nobles aspiraciones de participación de estas fuerzas. Esto, más allá de las falencias que el voto preferencial haya mostrado con el paso del tiempo y de la supuesta madurez democrática de nuestra organizaciones políticas. Ahora tienen la palabra…
