Se ubicó por encima de opiniones personales y de divergencias de grupos internos y planteó con valentía la reorganización del Apra, el partido más antiguo y organizado del Perú, hoy partido de gobierno.
Cabe poca duda acerca de la oportunidad y acierto de su mensaje. Villanueva del Campo se adelantó a los dirigentes sin desautorizarlos, definió el momento como de crisis de crecimiento y desarrollo que deberá ser atendida mediante la elección de nuevos dirigentes de forma previa al congreso de su partido. Villanueva con energía y autoridad ética, derivada de su trayectoria consecuente e inspirada, dio el mensaje y la instrucción para la reestructuración necesaria.
"La secretaría general debe reestructurar estas bases para que el próximo congreso tenga legítima representación. Debe haber congreso, pero previa reestructuración de las bases, que permita una representación real, auténtica y legítima."
"Mi voz tiene que ser escuchada y va a ser escuchada. El partido tiene problemas, estamos en crisis, la crisis del crecimiento y del desarrollo. El partido está atrasado en su estructura orgánica como lo previó Haya de la Torre para su posterior gran desarrollo nacional."
El fortalecimiento que el patriarca Villanueva del Campo preconiza y demanda, no concluye en la reestructuración política, avanza hacia una mayor representación social con participación de líderes y bases que respondan a este Perú moderno en el que nuevos sectores sociales con conflictos e inquietudes surgen por doquier sin llegar a ser procesados dentro del sistema político y económico formal.
El país que parece no haber dejado la crisis de adolescencia a la que se refiriera Luis Alberto Sánchez y ahora enfrenta crisis nacionales e importadas, estas últimas globalizadas provenientes de la ambición y desmesura capitalista. Las primeras pueden ser también de crecimiento y desarrollo y seguramente de integración que impiden mirar los objetivos colectivos en una sola dirección.
Para este fin es fundamental el aporte de los partidos políticos y especialmente el del Apra perteneciente a la social democracia internacional que debe cumplir con orientar la movilización, la lucha y la propuesta por la justicia social y por el bienestar de los históricamente desfavorecidos.
Armando Villanueva sigue siendo, a sus casi 94 años, un líder con lucidez e inteligencia inalterables, con juventud espiritual que muestra la energía del gesto, del puño y la propuesta. Su trayectoria habla por él pero aún para quien no la conoce es impactante su verbo y su mística partidaria, su fuerza sabia de patriarca experimentado que habla en el nombre del padre y fundador al que conoció cercanamente con quien compartió ideales y bajo cuya dirección sufrió cárcel y destierro. Su entereza hace que su balance de los dos años y medio de la gestión aprista ponga énfasis en las obras que él considera socialmente revolucionarias, las de agua y el saneamiento.
Los líderes apristas han recibido bien las palabras del patriarca que señala el camino con lucidez no exenta de apasionamiento. Mercedes Cabanillas da por descontado que este año se realizará el exigido congreso partidario del APRA, y asume que la dirección política decidirá el aporte que les permita actualizar planteamientos ideológicos. No será el primer partido ni el último que lo haga.
Muchos latinoamericanos y europeos han ido actualizándose ideológicamente, apartándose de paradigmas poco útiles en época de globalización y bastante arcaicos desde la caída del Muro de Berlín. La base del debate es económica y en ella la idea del retorno del Estado fuerte con rol promotor, regulador y distribuidor es clave para el desarrollo dentro de una economía social de mercado.
El mundo está cambiando al igual que los países. Nuevos desafíos se agregan a los seculares de la desarticulación, la pobreza y el subdesarrollo. Los partidos deben actualizar ideario y organización sin abjurar de las ideas que les prestan identidad para representar cabalmente las inquietudes y requerimientos de los ciudadanos del mundo afincados en territorios nacionales. La exclusión es un fantasma a enfrentar con imaginación, ilusión y eficacia, a partir de una realidad cambiante y escurridiza tanto o más que los molinos de viento del legendario don Quijote.
Y algo del hidalgo manchego tenía don Armando en esa estival tarde cuando ante un respetuoso ambiente de prensa respondió a las preguntas con un discurso político de empaque ético, nobiliario y familiar. A los hijos en el nombre del padre, que rectifiquen el camino para emprenderlo mejor.
