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Jueves 28 de marzo 2024   |   Contáctenos
REVISTA

CONSTRUIR LA GRAN NACIÓN

El gran reto
No cabe duda que nos toca actuar en un escenario agitado por infinidad de problemas políticos, económicos, sociales y tecnológicos. Las condiciones de perturbación e incertidumbre provienen, en parte, de un contexto internacional conmocionado por la severa crisis del sistema financiero mundial, hasta ahora, dominado por el neoliberalismo. Y en cuanto a nuestro país, debido también a una larga y notoria pérdida de rumbo en la política del actual gobierno.
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CONSTRUIR LA GRAN NACIÓN
En este contexto, nuestro pueblo demanda hoy más que nunca la instauración de una sociedad donde impere la justicia, solidaridad, seguridad, orden e igualdad de oportunidades. Ya que somos concientes que mientras nuestra vida siga siendo afectada por la corrupción, desempleo y pobreza, la realidad nos enrostrará dramáticos indicadores de mortalidad, morbilidad, desnutrición y analfabetismo, que constituyen el natural caldo de cultivo de la violencia social.
 
Por ello, es necesario y urgente construir un país que nos permita a todos los peruanos vivir en paz y armonía, sin exclusiones, ni temores, con pleno respeto a la diversidad cultural y bienestar. Así, tenemos la necesidad de que, construyendo una patria grande, hagamos de nuestro país una nación democrática, donde reine la verdad y la justicia. Una nación que permita a nuestros hijos acceder al trabajo pleno y al desarrollo, en un entorno signado por reconciliación con nuestra conciencia nacional.
 
Tenemos pues ante nosotros, como prioridad, el gran reto de transformar el Estado y encarar las demandas sociales de inaplazable satisfacción. Para esto debemos potenciar nuestra capacidad de gestión regional y local, evitando crear nuevos centralismos, eliminando de raíz el ejercicio del poder en provecho propio y el gasto fiscal improductivo, extirpando así las formas mercantilistas de gobernar que solo generan marginación y más pobreza.
 
Sin embargo, somos conscientes que para encontrar y sostener el rumbo que nos permita salir del subdesarrollo, es necesario una acción conjunta y solidaria en un marco de pleno respeto a los derechos ciudadanos y cumplimiento de nuestras obligaciones. Con mayor razón aún si tomamos en cuenta que la transformación de un país debe sustentarse en la sabiduría creadora y acción solidaria de los pueblos: forjando ciudadanía, democracia y desarrollo desde abajo.
Reconociéndonos como un país tributario de una cultura milenaria que supo encontrar en la participación social el pilar fundamental de su desarrollo.
 
Por ello, resulta necesario, crear una infraestructura básica apropiada para viabilizar esta voluntad de hacer patria. Para lo que urge emprender grandes obras de tipo vial, hidráulico, energético, de telecomunicaciones y vivienda. Sin las cuales seguiremos atrapados en el subdesarrollo, en medio de grandes limitaciones materiales, estratégicas e instrumentales. Hay que proponernos rescatar la tradición vial, hidráulica, planificadora y de ayuda mutua que heredamos de las sociedades prehispánicas, lo que sin duda nos ayudará a consolidar la conquista del Perú por los peruanos.
 
Sin embargo, toda esta tarea resultaría inútil si no atendemos al ser humano, razón de ser de todo este esfuerzo nacional. Por lo que resulta básico promover el desarrollo de sus capacidades y sentimientos basados en sólidos principios éticos y morales que le permitan desenvolverse en todos los campos del saber y en la gestión de actividades económicas, sin desnaturalizar para esto los grandes fines que la nación en su conjunto persigue.
 
Esto se complementa con el fomento, innovación y planificación de actividades emprendedoras, sin abandonar la espiritualidad que todo ser humano debe cultivar por si mismo, alentado por políticas rectoras que el Estado brinde y que tengan como meta final su realización y la satisfacción plena de sus necesidades: Superando el atraso, no solo mediante la justa distribución de lo material, sino también del saber, así como fortaleciendo la autoestima nacional. De lograrlo, habremos efectuado una verdadera revolución en todo sentido.
 
Al hacer esto, debemos reafirmar nuestro esfuerzo por abatir la pobreza, estimulando mayor inversión, ofreciendo espacios de creación y potenciando capacidades y brazos, emprendiendo para ello una cruzada nacional en aras de brindar educación de calidad y cultura a todos nuestros compatriotas. Creando infraestructura, incrementando nuestras exportaciones e integrando las economías excluidas del país al mercado nacional y global.
 
En estos momentos que se anuncian de dificultad elevemos nuestro espíritu, trascendamos nuestra cotidianidad buscando ayuda en el Todopoderoso para que guíe nuestros pasos por la senda de la sabiduría, dándonos humildad para seguir auscultando el alma popular, ganar en capacidad de escucha para poder rescatar las enseñanzas del Perú milenario, reflexionando sobre sus pétreos mensajes a fin de forjar nuestra identidad nacional.

Accedamos pues a la sabiduría necesaria para que podamos administrar adecuadamente los recursos naturales, que generosamente nos continúa brindando la madre naturaleza, en beneficio de todos. Convocando para el efecto a todas las voluntades en torno a los grandes objetivos nacionales que todos compartimos. Démonos la mano y hagamos la gran cadena para generar la energía que nos permita caminar con firmeza y esperanza hacia un mañana prometedor.

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