PODER POLÍTICO Y LIBERTAD DE EXPRESIÓN

La controversia entre quienes desde el poder político defienden cierta idea de lo que pertenece al ámbito de lo privado y aquellos que desde la esfera de la comunicación defienden los fueros de la libertad de expresión, se torna dramática. El debate arrecia y se ha trasladado al primer poder del Estado vía la presentación de un proyecto de ley que, de ser aprobado, podría traer consecuencias funestas para la libertad de expresión y, por ende, para el régimen democrático en nuestro país.

Así, en estos días, en el seno de la Comisión Permanente, un grupo de nuestros, muchas veces venido a menos, Padres de la Patria tendrá la responsabilidad histórica de debatir en torno a una propuesta enviada hace muy poco por un Poder Ejecutivo deseoso de poner coto al libertinaje en lo que concierne a algunas prácticas que con justicia podrían calificarse como vedadas a la hora de obtener información útil para ser comunicada.

Establecer la línea demarcatoria a lo que los hombres de prensa pueden hacer cuando de generar información a través de grabaciones se trata, es el argumento de quienes apoyan el espíritu de esta norma. Se pondrá fin de esta manera, sostienen, a los excesos de cierta prensa amarilla y a la violación sistemática de la intimidad. Para esto, no dudan en enarbolar también, tal como algunos ya lo hacen, las banderas del buen periodismo.

Razones sin duda no faltan. Excesos no solo se han cometido a propósito de los tristemente célebres petroaudios, sino también en otras ocasiones, en las que, a diferencia de esta, se trajeron abajo honras y prestigios cimentados durante décadas de vida abnegada. Algo se tiene que hacer sin duda a fin de frenar este ímpetu de malas prácticas. Las cosas, queda claro, no pueden seguir caminando como hasta este momento en el campo de la información.

Sin embargo, lo que debe de quedar también claramente establecido es que la libertad de expresión no debe pagar las consecuencias de los actos perpetrados por quienes que han hecho escarnio del periodismo. ¡No! No es el momento para ensayos. Lo que está de por medio es el porvenir de nuestra vida en democracia, el que encuentra su esencia en la labor fiscalizadora y objetiva de una prensa libre. Algo que podría ser menoscabado de promulgarse esta ley.