Cómo podemos pensar que en el Perú no hay recursos humanos capacitados. Acaso no somos un país milenario que ha enseñado al mundo y dado tantas riquezas. Cómo podemos olvidar que gracias a la papa cultivada por los peruanos se salvó de la hambruna a Europa.
Cómo se puede olvidar que en el Perú, antes de la llegada de los españoles, ya existía la hermandad y la trilogía andina que caracterizó la buena conducta y las buenas costumbres de los antiguos peruanos. Algo que encuentra su correlato en el presente en el hecho de que el peruano brille en el Perú y el mundo. La muestra, cientos de nuestros científicos y profesionales triunfan en el extranjero.
Cómo se puede afirmar que el peruano es mediocre, si vemos como el humilde campesino labora sus tierras flageladas por la falta de abonos y golpeado por su precariedad económica, haciéndolas producir manteniendo con honestidad a su familia. O al minero confiscado en un socavón, sacando adelante a su familia; el ingeniero, el profesor, el médico, el policía, el obrero… entregando la vida por la patria.
Muy por el contrario, es el momento de implementar reformas profundas, sobre todo orientadas a consolidar el sistema democrático como una plataforma participativa y representativa. Haciendo que surja la esencia del peruano que fundamentalmente es un ser creativo, innovador, trabajador, luchador y de espíritu noble. Desterremos de nuestras mentes que el peruano es mediocre. Por cierto, los hay, pero los buenos son los más.
Es evidente que hay grupos interesados en hacernos creer que todos los peruanos somos débiles mentales, ociosos, ladrones, incultos… Ante eso, cabe pensar sobre cuánto darían nuestros vecinos por ser tributarios de una nuestra historia como la nuestra, qué no darían por provenir de los Incas y no, como sucede con muchos de ellos, que provienen de los barcos.
Los males del Perú no están en los peruanos. Podemos decir que estos encuentran sus raíces en el sistema corrupto instaurado y defendido por una minoría interesada en hacernos creer que todos somos mediocres.
El hecho que varios integrantes de nuestra clase política sean expresión de una "clase política torpe, oxidada y jodida", no significa que los mediocres sean muchos más que los buenos. Lo que sucede es que en nuestro país muchos peruanos de buena voluntad han dejado de participar en política simple y llanamente porque algunos dirigentes políticos han mancillado la política. Impidiendo así que surjan nuevos líderes. ¡Cuánta más indiferencia haya hacia la política, menor será la participación de los buenos ciudadanos!
Y esta situación empeorará mientras quienes nos gobiernan lo hacen de espaldas a la realidad. Pues como hoy podemos observar, hoy se siguen dos caminos totalmente diferentes, caminos que van en paralelo. El que sigue el gobierno y el que sigue el peruano. De ahí que al peruano de a pie poco o nada le importa lo que pasa con el manejo de la cosa pública. ¡Cual líneas paralelas, estos caminos no se cruzarán mientras las cosas continúen así! Y la distancia se ampliará.
Hay entonces una tarea que llevar a cabo. Una que le compete en llevar a cabo, participando en la política, especialmente a la masiva juventud honesta, trabajadora y preparada. Romper el paradigma que nos han impuesto, que hace que los buenos peruanos decidan no participar en política. El que ha llegado al punto de hacernos creer que para participar en política hay que tener malas costumbres. Así muchos hacen una analogía entre el político y el ladrón; lo que ha trae lamentables consecuencias para la política y el país.
El peruano, compatriotas, es lo mejor que tiene el Perú. Siempre ha sido así y siempre lo será. Son los que llevarán por la senda del éxito al Perú. Pues son la mayoría los que muestran dónde se encuentra el éxito y tienen la capacidad de predicar esperanza donde otros destilan odio… quienes cotidianamente muestran un espíritu indómito frente a la adversidad.
Cómo no atraer a nuestros compatriotas a la arena de la política: hay que mostrarles que las posibilidades en nuestro país son más grandes que nuestros problemas. He ahí el desafío.
