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REVISTA

ÁREAS VERDES

Pulmones en peligro
Protejamos las áreas verdes en nuestra capital. Una idea distorsionada de lo que estas significan para la vida en una ciudad civilizada, pone en peligro su existencia.
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ÁREAS VERDES
En diversos distritos de Lima han surgido protestas vecinales ante la pretendida urbanización de zonas destinadas para parques y áreas libres. Nuevamente, el sensible tema del uso inadecuado de estos espacios públicos pone en debate la necesidad de cumplir con las disposiciones internacionales sobre desarrollo urbano, pues estamos muy lejos de estas exigencias por el equivocado modelo de expansión que se ha implementado.
 
En nuestra metrópoli, apenas el 0.5% del territorio son áreas verdes  Tenemos una densidad de 1,98 m2/habitante de área verde. No está demás decir que esta extensión es reducida si se toma en cuenta la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que establece 8 m2/habitante como mínimo.
 
Según refiere el arquitecto Miguel Cruchaga Belaunde en su documentado artículo: “Dos consignas para Lima: Recuperar y descongestionar”, publicado en la revista Caretas:  “Los parques son víctimas frecuentes de la gestión de los alcaldes. Desde que la ciudad empezó a extenderse, las pautas del urbanismo previeron que ese crecimiento debería aparejarse con una reserva equitativa de ‘área verde’ para propiciar la oxigenación del aire y el reencuentro del hombre y la naturaleza, en espacios descansados que propicien su reconexión”.
 
Y continúa: “Según estas pautas la ciudad debe dejar (por lo menos) 10% de la nueva superficie urbanizada como área de parques, sin menoscabo de las extensiones adicionales para calles, plazas y demás equipamiento urbano. Ello permitiría que la ciudad dispusiera de cuando menos, 7 m2 de área libre por habitante…”.
 
Lima, es importante enfatizar, está llena de parques en conflicto, entre otras razones, por la ambición de los alcaldes que hacen peligrar la intangibilidad de estos escenarios que no resultan ‘rentables’. Ese fenómeno aparece, especialmente, en los distritos en donde existe mayor demanda de lugares comerciales.
 
En 1988, el alcalde de Jesús María pretendió talar los árboles de una parte del Campo de Marte con el fin de lotizar y vender, pero una acción de amparo -que presenté en representación del Movimiento de Juventudes del Frente Ecológico Peruano- aceptada por el juez Vladimir Paz de la Barra -la primera sentencia ecológica en la historia judicial del país-, quien impidió que este histórico lugar fuese parcialmente destruido.
 
En un hecho sin precedentes se declaró “…suspendida la tala de árboles y la ejecución de obras civiles que violen el derecho del ser humano a vivir en un ambiente sano, ecológicamente equilibrado y la intangibilidad del área verde que contiene el Campo de Marte”.
 
A pesar de este antecedente jurídico, los parques son todavía percibidos por las autoridades ediles como ‘terrenos sin construir’ o destinados para concretar cualquier fantasía de arena y cemento que va desde las playas de estacionamiento hasta los centros comerciales, sin olvidar los complejos multifamiliares. Situación que según parece continuará de no hacer algo para revertirla.
 
Desde nuestra perspectiva, estos sitios no deberían ser -únicamente- considerados como atractivos para el descanso y el paseo, rodeados de plantas, flores, árboles, etc.
 
Su misión es más valiosa de lo que la sociedad considera, pues cumplen un papel fundamental en el ámbito ambiental, ya que son pequeños reductos de tratamiento del aire y contribuyen a la disminución de las sustancias tóxicas. Por esas consideraciones, es necesario dotarlos de variedades botánicas capaces de resistir los niveles de contaminación.
 
Además, son lugares significativos en la vida de la comunidad, en el tema recreativo, social y educativo. Podrían ser escenarios donde las personas se informen sobre el origen de las plantas y árboles, gracias a la colocación de letreros con el nombre -común y científico- de los géneros botánicos y algunos datos adicionales. Sería una forma sencilla y didáctica de hacer conocer este atractivo.
 
También debería considerarse instalar juegos infantiles elaborados con materiales ecológicos y/o biodegradables que no dañen la salud -ya que el plomo con el que están pintados los juegos en los parques constituye un peligro para los niños-, letreros con mensajes educativos, reflexiones, así como tachos para seleccionar los residuos sólidos, al igual que información de interés general y la implementación -en los espacios verdes que por su extensión lo permitan- pequeños centros de interpretación.
 
Así, por ejemplo, El Olivar en San Isidro podría tener un museo de sitio que facilite conocer y valorar la historia de este lugar cuyos antecedentes se remontan a la época colonial, cuando esas tierras pertenecieron a don Isidro Gutiérrez Cossío.
 
En el mismo sentido, el Parque de la Amistad de Santiago de Surco resulta interesante debido a sus variados servicios para atender al público que bien podrían complementarse con el desarrollo de un programa cultural en sus amplias instalaciones. Además, ofrecer información del distrito, de especies de flora, proyectos ecológicos y componentes educativos.
 
PARQUE DE LAS LEYENDAS
 
A título de ejemplo, podemos citar nuestra breve experiencia por el Patronato del Parque de Las Leyendas–Felipe Benavides Barreda (2006-2007), ya que en esa oportunidad logramos ampliar sus áreas verdes, creamos exhibidores botánicos en las tres regiones del país con la finalidad que el visitante identifique, aprecie y conozca el origen de las especies peruanas.
 
Ello, complementado -en todo el parque- con la instalación de banners educativos, pensamientos e información de utilidad para el público. Se aprovecharon los espacios libres para exhibiciones y actividades culturales, en función a una agenda educativa y ambiental, además de fomentar la selección de desechos mediante la instalación de tachos para papeles, plásticos y residuos orgánicos.
 
Todo lo cual se realizó a pesar de las trabas y obstáculos de los ‘funcionarios públicos de carrera’ frívolos, pusilánimes e insensibles, que siempre creyeron que la educación era un ‘gasto’.
 
En el mismo sentido, podemos mencionar otras experienciasambientales favorables, tal como la del Parque María Reiche de Miraflores, creado en 1991, ubicado en pleno malecón y que cuenta con una extensión de cuatro hectáreas.
 
En este parque se ha implementado una planta de tratamiento por donde las aguas servidas ingresan directamente del desagüe -con capacidad para captar 1.2 litros por segundo de lÍquido proveniente de 10 cuadras a la redonda- y luego pasan a un biodigestor que concentra bacterias para descontaminar este recurso de agentes patógenos y coliformes fecales.
 
El agua tratada cuesta 0.50 céntimos el metro cúbico, mientras que el costo del agua de Sedapal es de dos soles. “Este es un modelo de aprovechamiento del recurso hídrico, incluyendo los fecales para hacer compost, además mediante un mecanismo sencillo se han reverdecido los acantilados con la campanilla que es una especie resistente a la brisa marina”, comenta entusiasta Miguel Salazar Chamorro, el operador de esta instalación.
 
Este proyecto exitoso podría ser abierto al público para -mediante un circuito educativo- mostrar todo el proceso de ‘reciclado’ de las aguas hasta su almacenamiento en unas cisternas y difundir las virtudes de esta buena práctica ecológica.
 
Proyectos como este -cuyo costo no es mayor a los 50 mil dólares- podrían imitarse a lo largo de la Costa Verde, más aún hoy cuando se discute la rehabilitación de este deteriorado espacio de la ciudad.
 
El parque contaba con un novedoso sistema de iluminación que facilitaba apreciar los dibujos de las líneas de Nazca en las noches, el cual ya no existe. El precio de las propiedades se ha elevado y ha influido en la construcción de grandes edificios. Esto demuestra cómo se relaciona el valor de la propiedad con el incremento de nuevas zonas verdes, pues su ampliación y mejoramiento ha generado favorables impactos económicos, ambientales y sociales.
 
Pero también hay que indicar que las autoridades deberían colocar información para conocer estos enigmáticos dibujos, sus orígenes, la trayectoria de la estudiosa alemana y de los géneros botánicos, etc. Nuevamente, estamos frente a una buena iniciativa desde una visión cultural desaprovechada desgraciadamente.
 
La tugurización urbana, los elevados niveles de contaminación sonora, visual y de gases provenientes de las industrias y el sistema automotor, además de los desórdenes inherentes a la dinámica y densificación de Lima, son razones suficientes para entender el rol de las áreas verdes como elementos destinados a mejorar la calidad de vida de los habitantes.
 
Como bien decía Felipe Benavides: “Ya es tiempo de que las autoridades cuiden los árboles que son fuente de oxígeno, materia indispensable para la vida del hombre que se encuentra cada día en mayor peligro de contaminación”.

(*) Docente, conservacionista, consultor en temas ambientales, miembro del Instituto Vida y ex presidente del Patronato del Parque de Las Leyendas – Felipe Benavides Barreda.

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