Recientemente la titular del Ministerio del Interior, Mercedes Cabanillas, señaló que la seguridad ciudadana mejorará porque impulsará, a fondo, una reforma policial.
Ambas están inmersas en la lógica de la simplicidad. Ignoran o no quieren ingresar en la lógica de la complejidad. La complejidad nos indica que hay problemas que son el resultado del intercambio de acciones de diversos componentes en un sistema.
En el caso del transporte no solo se trata de capacitación a choferes sino de marco legal, informalidad, señalización, control de carreteras, supervisión laboral, revisiones técnicas, nuevas rutas, etcétera, etcétera.
En el caso de la seguridad ciudadana no es un asunto solo de policías. También lo es de marco legal, desarrollo humano, educación, familia, acceso al trabajo digno, programas de juventud, penalización, premiación, etcétera, etcétera.
La solución aplicada a uno de los componentes no soluciona el problema que es la resultante de la acción de cada parte en un sistema. Hay que innovar y plantear soluciones integrales. De lo contrario el problema se agravará.
Ello es la lógica de la complejidad, el pensamiento complejo, tan inusual en un país como el nuestro en el cual ni siquiera existe una visión colectiva de largo plazo.
La complejidad es aplicable a sistemas impredecibles. El transporte, la seguridad, la salud, la educación, son sistemas impredecibles. Cualquiera de sus problemas admite una amplia gama de respuestas, de allí su complejidad.