Pero la época no es buena para las disquisiciones ideológicas, para identificar quién es quién dentro de la izquierda y con cuanta consecuencia, madurez o responsabilidad actúan los políticos respecto de los valores originarios de la izquierda.
Gruesas dificultades para la caracterización socialista o progresista son vividas por los regímenes social demócratas en el viejo continente y en el nuestro. Pocas veces resulta posible para ellos conciliar las convicciones con las imposiciones globalizadoras.
Cuando el premier Yehude Simon lanza el globo al aire de un frente entre el Apra y la izquierda madura, las reacciones menudean de muchos que se asumen izquierdistas y consideran que el gobierno de Alan García es neoliberal. Y el de Alejandro Toledo en el cual colaboraron todos los que hoy le hacen muecas a la propuesta, ¿no fue un gobierno neoliberal?
¿EXISTE UNA IZQUIERDA MADURA?
¿Hay una conciencia de izquierda pura e impoluta y otra complaciente con el neoliberalismo? ano ejercicio tratar de responder en una etapa en que el relativismo o el pragmatismo acechan la ética republicana, los valores socialistas y hasta la autoridad moral.
Gran parte de esta base valorativa está siendo sacrificada en el altar de la inserción, en la globalización como bien pueden testimoniar Lula y Bachelet, por citar los más caracterizados dirigentes social demócratas del continente.
Estando a más de la mitad del segundo mandato aprista las ambiciones políticas se desatan y comienza la búsqueda del voto. Yehude Simon no ha vacilado en levantar la alfombra y hacerle frente a un tema tabú dentro de la izquierda, el antiaprismo que no se revela ni se debate pero se practica.
Resulta legítima su propuesta en el afán de dejar atrás ese antiaprismo que sigue siendo un fantasma nocivo y hasta tóxico. Su instrumentalización ya ha dejado un saldo de suicida confrontación entre sectores que defienden intereses populares. Por el mismo se instalan agravios, desconfianzas y un diálogo de sordos que afecta el destino nacional.
EL CENTRO PROGRESISTA
No es lo mejor el clima de rencoroso desencuentro que conecta con la desesperación, las huelgas y las protestas sociales para dejar que avance la opción antisistema. Si la crisis es realmente sistémica como se anuncia, nada peor que instalar la confrontación que descarta salidas o conjunciones que se orienten hacia el modelo propio que con respeto a nuestras identidades nos saque del neoliberalismo extremo de modo progresivo teniendo como punto de apoyo al movimiento social.
¿A quién se refiere Simon como izquierda madura? Suponemos que en primer lugar está su propio partido, pequeño pero eficaz, con ambiciones sociales centristas. Luego están los grupos no incluidos en la izquierda tradicional radical que le hace ascos al aprismo por considerar que su ideario y praxis no corresponde a los cánones izquierdistas. Esa izquierda no ofrece rentabilidad electoral alguna, está para buscar votos mas que para ofrecerlos si revisamos la cortísima votación alcanzada en el 2006.
Pero hay muchos, demasiados trabajadores y jóvenes que sí se sienten ubicados a la izquierda o en la centro izquierda pero no tienen donde asumir estas posiciones orgánicamente. Sufren la impericia de los políticos. Ellos no necesitan que sus líderes levanten muros de incomprensión y de anti hereditarios que separan en lugar de unir para avanzar.