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ASPECTO SOCIO ECONÓMICO DEL PLAN VRAE

Un vistazo al programa de desarrollo
En la primera parte del informe especial sobre los avances en el Programa de Desarrollo de los Valle de los ríos Apurimac y Ene (VRAE) que presentamos en nuestra edición 98, analizamos la forma en que el Ministerio de Defensa (Mindef) y el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas vienen ejecutando el plan militar para combatir a los remanentes senderistas aliados con los narcotraficantes. Ahora examinaremos un aspecto tan o más importante: el desarrollo socio económico de la zona.
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ASPECTO SOCIO ECONÓMICO DEL PLAN VRAE

Según el punto de vista de los principales analistas y de los propios gestores del plan VRAE, el aspecto de desarrollo socio económico es el más importante; incluso más que el plano militar de lucha contra los remanentes subversivos y que el plano policial de lucha contra los narcotraficantes de la zona. Esto quizás sea debido a que, mientras haya pobreza y falta de oportunidades de progreso en el valle, va a ser muy difícil terminar con la subversión y el tráfico de drogas.

 

CÓMO EMPEZAR DE CERO Y NO MORIR EN EL INTENTO

 

El responsable político civil del plan VRAE es el sociólogo Jorge Durand Pardo quien trabaja en forma conjunta con el contralmirante Jorge Cochella Maldonado,  director general de Políticas de Estrategia del Ministerio de Defensa e integrante de la Secretaría Ejecutiva del Grupo de Trabajo Multisectorial VRAE; Joanna Fischer Battistini, asesora del Mindef; y Roberto Gordillo, responsable del aspecto económico del grupo de trabajo; a quienes entrevistamos.

 

 

El almirante Cochella es el primero en hablar, y lo hace con mucho énfasis, gesticulando con las manos. "En la década pasada se afrontó el terrorismo solo desde un enfoque militar, pero ahora nos hemos dado cuenta que impulsar el desarrollo socio económico en la zona es quizás más importante, porque Sendero se aprovecha de la pobreza de esta gente y le dice: yo soy una alternativa ante la ausencia del Estado. Igual sucede con los narcotraficantes, que manejan grandes cantidades de dinero que les permite participar de la economía del valle".

 

El Estado, efectivamente, parece haber entendido que el problema en la zona no es solo militar y policial. Pero la pregunta surge por sí sola. ¿Qué acciones ha llevado a cabo hasta el momento y cuáles tiene planeado realizar en el mediano plazo para impulsar el desarrollo socio económico en la zona?

 

El hambre aprieta, las enfermedades no esperan y los niños que no aprenden a leer a la edad que deben hacerlo, difícilmente lo consigan más adelante. Además, muchos de ellos tienen que ganarse la vida a muy temprana edad, y si no se les ofrece otra alternativa más que trabajar en los cultivos de coca o en las pozas de maceración, ¿a qué se van a dedicar?

 

"Hemos recorrido pueblitos que durante 25 años han estado bajo el mando de los senderistas", continúa Cochella. "Peruanos para los que el Estado era Sendero. Sin embargo, ejecutar un plan integral de desarrollo tiene sus demoras lógicas. La zona necesita un impulso inicial fuerte porque no hay absolutamente nada. Hay deficiencias en carreteras, electrificación, agua y desagüe, salud, educación, vivienda, trabajo, etc. El desarrollo avanza, pero en forma lenta. No es fácil invertir dinero del Estado. Se necesitan muchas firmas. Es lógico que haya descontento y desconfianza de la población", sostiene.

 

 

La burocracia limeña. Es una frase que oí muchas veces durante mi recorrido por la zona, como una de las principales quejas por parte de gobernadores, alcaldes y pobladores en general. A veces pasan años desde que se consigue, luego de interminables trámites, la autorización para la construcción de un centro de salud o de un colegio hasta que se pone la primera piedra. Y otra cantidad de años hasta que la institución comienza a funcionar. ¿Cómo se combate esto?

 

"Mediante las operaciones de ayuda humanitaria, llamadas acciones cívicas", responde Cochella. "Las acciones cívicas no reemplazan el desarrollo propiamente dicho, pero lo sustituyen momentáneamente. Sirven para que cuando la acción militar haya pasado por la zona, despejándonos de alguna manera el camino, nosotros vengamos detrás y les digamos a los pobladores: yo soy el Estado que durante tantos años no has visto, vengo a ofrecerte una ayuda, el proceso de desarrollo está en marcha, pero mientras tanto te traigo esto y voy a volver el próximo mes a traerte esto otro. Para eso sirven las acciones cívicas".

 

MÉDICOS EN ACCIÓN

 

Una de las mayores problemáticas que sufren los pobladores del VRAE es sin duda la relacionada a la salud. Sobran enfermos y enfermedades tropicales, pero faltan hospitales, centros de salud, postas, médicos, medicinas, camas, camillas, ambulancias y hasta algodón y alcohol, como se comprobó visitando algunos locales.

 

Las postas más cercanas quedan a cinco horas de camino desde ciertas localidades alejadas. Si se requiere atención especializada, el hospital de San Francisco se encuentra a ocho horas. Los enfermos literalmente se mueren en el camino, como ha sucedido en no pocas ocasiones, según cuentan los habitantes.

 

"Nosotros hemos llevado un otorrinolaringólogo, un odontólogo, un ginecólogo, un dermatólogo, un pediatra, entre otros especialistas, a las zonas más alejadas del VRAE" asegura Cochilla.

 

"Incluso a comunidades nativas como asháninkas y machiguengas que no conocían a su Estado. Los médicos han salido de las tres Fuerzas Armadas. Los hemos llevado gratis y a la casa de cada poblador, porque somos conscientes de las dificultades de transporte del lugar. También les hemos dado medicinas. Es cierto que no hay suficientes postas, equipos y médicos, pero el Ministerio de Salud está elaborando un plan de mejoramiento de establecimientos de salud.

 

Lamentablemente, la infraestructura está ahora está a cargo del gobierno regional, y los gobiernos regionales muchas veces no tienen la capacidad, el dinero ni la voluntad para llevar a cabo estos proyectos", argumenta.

 

En zonas como la selva, casi todas las enfermedades se dan por falta de servicios básicos sanitarios. No hay agua potable, solo entubada: agua de río almacenada en un pozo cavado en la tierra que se reparte a la población sin ningún tratamiento.

Si tomamos en cuenta que la totalidad de deshechos sólidos y líquidos, orgánicos e inorgánicos (también los provenientes del narcotráfico, como los insumos químicos), es vertida a los ríos, podemos hacernos una idea del pésimo estado del agua que se consume en el lugar.

 

La falta de desagüe también es un factor en contra. En casas, escuelas y centros de salud, no hay baños sino huecos horadados en el piso muy cerca de donde se come y se duerme. Los hábitos de higiene en la zona, producto de la falta de educación y la pobreza, son alarmantes. Los más afectados son los niños, sin duda.

 

"Cuando llegamos a la zona, una de las primeras cosas que hicimos fue medir y pesar a los niños", afirma Cochella. "El 100% de ellos sufre desnutrición en distintos niveles: crónica, leve y moderada. Los niños escuálidos con unas panzas enormes llenas de parásitos están por todos lados. Durante la primera acción cívica, lo que más se gastó fueron pastillas e inyecciones para curar parásitos en los niños y óvulos para el aseo y la desinfección en las niñas. En algunos poblados, la cabeza de los infantes era pura costra debido a la sarna. Son cosas que francamente parten el alma".

 

COMEDORES POPULARES Y AULAS PREFABRICADAS

 

Pero la zona no solo necesita ayuda y desarrollo en el tema de la salud. Un lugar que no tiene nada, lo necesita todo. Por ejemplo, ¿cómo se combate la pésima alimentación de los pobladores del VRAE, que se encuentra muy por debajo de los estándares mínimos nutricionales?

 

La gente come lo que tiene a la mano, solo para llenar el estómago. En una zona tan compleja y llena de carencias, ni siquiera se pueden instalar comedores populares, pues muchos centros poblados y anexos están ubicados a varias horas de los locales de las municipalidades, que no les pueden alcanzar la ayuda requerida. Un comedor popular se convierte entonces en un lujo.

 

"Hemos instalado en casi todos los poblados una suerte de comedores auto gestionables, con la ayuda del Pronaa (Programa Nacional de Asistencia Alimentaria), que nos dejó ollas, utensilios y alimentos para unos 15 días", afirma la doctora Fischer, una mujer de ojos suaves, pero firme al momento de exponer su trabajo.

 

"Les hemos indicado las medidas de higiene que deben tener para preparar las comidas. Les hemos dicho también que luego ellos mismos tienen que hacer funcionar sus comedores, hasta que nosotros volvamos a llevarles más ayuda y hasta que el desarrollo llegue a la zona. Por ejemplo, que vendan los menús a los socios en S/. 2 y a los que no son socios en S/. 3. Que instalen una chacra comunal y una granja y siembren sus propios alimentos y críen sus animales".

 

¿Será suficiente? En un rápido recorrido por la zona, se comprobó que algunos de estos comedores auto sostenibles continuaban funcionando de la manera como les había recomendado el grupo de trabajo multisectorial, pero también que otros simplemente habían muerto de inanición.

 

Las ollas y los utensilios entregados por el Pronaa permanecían en el piso, sin lavar, salpicados con restos de comida y con moscas y otros insectos zumbando alrededor. Les pregunté a los pobladores por qué no hacían lo que la doctora Fischer les había recomendado. "Nadie quiere colaborar, pues, joven", respondieron las señoras encargadas del sitio, abatidas.

 

Pero los niveles de desnutrición no son los únicos que se elevan hasta el cielo. Los de analfabetismo también llegan lejos. Además de la falta de escuelas, los padres de familia se quejan de que los peores profesores de la región son enviados al VRAE casi como un castigo, y que por lo tanto no enseñan nada. Por otro lado, debido a la desnutrición, a los niños les es casi imposible retener los conocimientos impartidos. Y muchos padres consideran una pérdida de tiempo enviar a sus hijos a estudiar. Prefieren que se queden en sus chacras trabajando el café, el cacao o, en el peor de los casos, la hoja de coca.

 

"Por ejemplo, en Unión Mantaro, hay una escuela que se está cayendo", prosigue la doctora Fischer. "Lo que hemos hecho nosotros es llevar un módulo prefabricado. Hemos instalado varios de estos módulos en la zona, que de alguna manera cubren temporalmente la falta de infraestructura, que dicho sea de paso no es responsabilidad del Ministerio de Educación sino de los gobiernos regionales.

 

También estamos estudiando la posibilidad de que los mismos pobladores construyan sus aulas con madera del lugar. Además, llevamos mochilas con cuadernos, lapiceros, lápices, cartucheras. Incluso hicimos shows infantiles para llamar la atención de los niños. En una zona tan pobre como esa, todo vale".

 

En todo el VRAE no funciona una sola universidad. Recién se están haciendo convenios con el objetivo de instalar escuelas técnicas para ofrecer oportunidades a los adolescentes. También se planea la implementación de un sistema de educación satelital para el nivel secundario: aulas con un televisor y una computadora controlados por el profesor. A los adolescentes se les va a facilitar laptops para que su educación sea más atractiva. Sin embargo, mientras todo esto llega, las posibilidades de los niños y jóvenes es una sola: dedicarse al cultivo de coca. Y ése es otro problema. Sí. Uno más.

 

LAS MATEMÁTICAS EN EL CAMPO

 

"En los sembríos de coca, la mano de obra más valiosa son los niños, porque las manos de los niños jalan las hojas sin malograr el estambre", asegura la doctora Fischer.

 

"Su jornal es de unos 30 soles diarios por cada 50 kilos. Esto lo hacen en una hora. Los adultos, en cambio, en cuatro o cinco horas. Entonces ese niño está pensando en ganar dinero para comprarse unas zapatillas o un pantalón de marca. No piensa en ir al colegio. Los papás tampoco piensan en mandarlo porque si lo ponen a trabajar la coca les va a traer dinero para ayudar en la economía familiar. Y no solo trabajan en los sembríos de coca sino también en las pozas de maceración".

 

Igual que en los cultivos, en las pozas el trabajo de los niños es muy requerido. Sus manos son como pequeñas lampas que levantan la parte de abajo de las pozas. Durante el macerado hay un proceso de sedimentación, en el que los cúmulos del alcaloide se van al fondo. Pero luego estos cúmulos tienen que subir a la superficie para que, con el oxígeno, se cristalicen primero en la bola y luego en el cloro.

 

Los niños llevan a cabo esta tarea con más facilidad que los adultos, porque el espacio entre los dedos de los adultos es muy ancho, mientras que el espacio entre los dedos de los niños es más cerrado. El problema es que en las pozas los niños entran en contacto directo con insumos químicos como acetona, ácido sulfúrico y kerosene, entre otros.

 

Esto les produce, en algunos casos, quemaduras en las manos e intoxicación. Sin embargo, en las pozas (o pozeo) un niño gana en promedio 30 ó 40 soles, que sumados a los 30 soles que gana en los sembríos, suman unos 60 ó 70 soles diarios. En una semana, trabajando cuatro días, obtiene entre 250 y 300 soles. Con estas cantidades en una zona tan pobre, los niños odian la escuela con más intensidad que en cualquier otro lugar del mundo.

 

PODEROSO CABALLERO

 

El responsable del aspecto económico es el señor Roberto Gordillo, un tipo simpático de modales muy finos que hace honor a su apellido. En un gobierno cuyo talón de Aquiles parecieran ser las constantes sospechas de corrupción, que conllevan a una aparente incapacidad de gestión, la transparencia económica se torna indispensable. ¿Cuánto dinero se ha invertido en el VRAE?, ¿cuánto se tiene planeado invertir a futuro?, ¿en qué se invierte?, ¿quiénes lo hacen?

 

"El plan VRAE ha tenido un presupuesto multisectorial que en el periodo 2006 al 2008 inclusive significó 248 millones de soles", dice Gordillo, acomodándose los lentes para leer sus papeles.

 

"Cuando se tenga las cifras definitivas del 2008, es posible que se superen los 300 millones. Eso es presupuesto del gobierno nacional. Hay que agregar las cifras de los gobiernos regionales y de los gobiernos locales. En total se debe de haber invertido, mínimo, unos 500 millones de soles. Para el 2009 tenemos un presupuesto inicial de 120 millones que puede y debe incrementarse. Acá trabaja un equipo multisectorial de 11 ministerios, más Devida (Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas). Cada sector asume una parte de este presupuesto. Sin embargo, sucede que muchas veces el gobierno nacional o regional le da una cantidad al gobierno local para hacer obras y este no las concluye, ni siquiera las inicia. Pero estamos trabajando en eso"

 

"Lamentablemente, el presupuesto no va a alcanzar para llevar a cabo todos los trabajos que se tienen que realizar", interviene la doctora Fischer. "Esto es como un cubo de hielo metido en una paila hirviente. La problemática de la zona es extremadamente compleja. Se está estudiando la posibilidad de articular los programas sociales para focalizarlos en el VRAE. También se va a conversar con el Ministerio de la Mujer y quizás de ahí salga el crédito suplementario para la zona. Ojalá que el Ministerio de Economía nos de una mano".

 

MIENTRAS TANTO…

 

Otros aspectos relevantes son la falta de electrificación y de una carretera que conecte el valle con las ciudades más importantes de las regiones, así como el pobre control en el ingreso de insumos químicos a la zona. El doctor Durand asegura que se está trabajando en estos aspectos. Sin embargo, en una zona en que las necesidades son tan apremiantes, el tiempo juega en contra.

 

"Este año entraremos con mayor fuerza con las acciones cívicas", sostiene Cochella. "Una por mes, a partir de abril, porque las lluvias en esta época son demasiado fuertes y el transporte se torna muy complicado. Además tenemos que velar por la seguridad de la gente que viaja a realizar las acciones, porque los remanentes senderistas expulsados de Vizcatán no han sido capturados y están desperdigados en la zona".

 

Por el momento, centros poblados que están a la entrada de Vizcatán como Canayre, Unión Mantaro, José Olaya, San Juan de Mantaro, Mazángaro, Jesús de Belén, Nueva Esperanza, Valle Hermoso, entre otros, y comunidades asháninkas y machiguengas como Alto Chichireni, Tres Unidos de Matereni y Alto Tincaveni, van a tener que resistir hasta que comiencen a ejecutarse los proyectos de desarrollo en la zona.

 

Esto puede durar meses e incluso años. A pesar de la valiosa asistencia que llevan a comunidades absolutamente olvidadas por el Estado durante décadas, las acciones cívicas son algo pasajero y provisional. Se ha conseguido el objetivo de acompañar la acción militar con la ayuda social, algo que durante la guerra con Sendero en los 80 y 90 no se hizo o se hizo muy poco. Pero no es suficiente.

 

TRAVESURAS DE LAS NIÑAS MALAS

 

Existen centros poblados donde solo hay una escuela con un profesor polidocente, una pequeña posta con un solo doctor, pero donde a la vez funcionan una decena de bares prostíbulos con ocho chicas cada uno. Las cajas de cerveza se apilan al fondo, al lado de los minúsculos cuartos. Si no eres un parroquiano habitual, los varones te observan con desconfianza y las chicas con avidez.

 

Las luces rojas de neón proliferan por todo el VRAE. Algunas de las muchachas son evidentemente menores de edad, aunque digan que tienen 18 años recién cumplidos. ¿Quiénes visitan estos locales de placer? No los pobladores, sino los narcotraficantes pequeños y medianos de la zona, e incluso los remanentes senderistas.

 

Al finalizar la entrevista, el doctor Durand le pide a su secretaria que me facilite un CD conteniendo las fotos de las acciones cívicas realizadas hasta el momento. Es una de las críticas que escuché sobre el doctor Durand en mi recorrido por el valle. Que no va a la zona casi nunca, y que cuando lo hace es solo para tomarse fotos entregando bolsas de alimentos y útiles escolares. Que se la pasa metido en su oficina de Lima y que nadie lo conoce en el VRAE. Que llega en helicóptero, rodeado de militares y policías uniformados y de civil que lo custodian todo el tiempo y no dejan acercarse a los pobladores a exponer sus solicitudes.  Él nos responde en una entrevista que presentamos aparte.
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