Aunque después del terremoto de agosto del 2006, las cosas fueron diferentes para quienes viven en el sur, la belleza de su ecosistema complementada con lo que las manos de sus pobladores construyeron a lo largo de los años, continúan atrayendo a cientos de visitantes que no dejan de admirar aquellos caprichos de la naturaleza que aún permanecen en pie.
A escasas cuatro horas de la capital, ubicamos a Paracas. Debido a que los vientos en esta ciudad pueden alcanzar una velocidad de
Esta lugar se ha convertido en uno de los parajes más visitados de esta parte del sur, de la provincia de Pisco, al punto que ver la imagen de
Pero,
LAS ISLAS BALLESTAS
Sin temor a equivocarnos, las Islas Ballestas continúan siendo el principal y más importante atractivo de Paracas; pero para llegar hasta ellas, es necesario tomar un circuito turístico que le mostrará la inconfundible belleza que mar adentro se encierra.
El Chaco, es el punto de partida de una travesía que durará poco más de dos horas, tiempo en el que conocerá más acerca del ritmo de vida de una incontable cantidad de lobos marinos que han encontrado en esta maravillosa mezcla de agua, roca y flora marina, su principal refugio de vida.
Grandes y pequeños, hembras y machos, con pelos y sin pelos, mirándolos muy de cerca nos vamos instruyendo acerca de sus principales características. Así nos enteramos que tienen un tiempo de vida de entre 18 y 24 años; los cachorros –en el caso de los lobos chuscos– al nacer miden alrededor de
Algunos un poco intimidados ante el ruido de la embarcación que nos conduce hacia las profundidades del mar, otros revoloteando de un lado a otro y otros entregados a los brazos de Morfeo, quien nos acompaña en la embarcación nos aclara que los adultos machos son un poco más grandes de las hembras, además poseen una densa melena que les cubre el cuello y parte del pecho. Mientras que en el caso de las hembras, que son más pequeñas y de menor peso, estas no poseen melena y tienen una cabeza y cuello más estilizados. En tanto, que los lobos finos o de dos pelos, la otra especie que habita en el lugar, son más pequeños y de diferente color.
Pero si hay una animal capaz de robarse la atención de hasta el menos interesado por la fauna que este lugar nos ofrece, ese es el pingüino de Humboldt, que es la única especie de este animal que habita en nuestro país, lo que los hace más particulares aún, por lo que no resulta extraño –a pesar de las advertencias– ver cómo en algunas casas los tienen como mascotas, en perjuicio de su integridad.
Y en caso la suerte lo acompañe, podrá ser testigo de la presencia de un animal que, dependiendo de lo que este decida, lo deleitará con su presencia. Así, el delfín se ha convertido en un premio para los visitantes de las Islas Ballestas, sobre todo porque no tiene hora ni momento propicio para aparecer. Pero así como aparece también desaparece por lo que perennizar esa experiencia en una fotografía será una tarea bastante difícil.
Mucho antes de disfrutar de la presencia de lobos marinos, pingüinos de Humboldt y hasta de delfines, usted también podrá ser testigo de otra maravilla de la naturaleza: el Candelabro.
Un geoglifo ubicado al noroeste de la bahía, conocido también como Tridente o Tres Cruces. Esta especie de líneas grabadas en roca se divisa desde varios metros de la orilla y a pesar de los intensos vientos que caracterizan a la zona, permanecen intactos. No se sabe cómo ni cuándo apareció, pero su imagen ha dado la vuelta al mundo puesto que quienes lo aprecian a lo lejos no dudan en perennizar tan gigantescas líneas.
Aunque parte de su estructura quedó dañada por el terremoto del 2006, la formación rocosa causada por la erosión del viento y del mar denominada La Catedral, sigue robando la atención de quienes la visitan.
Ubicada entre las playas Yumaque y Supay, ya no luce esa especie de túnel que servía de sombra para los lobos marinos que merodeaban por la zona, pero todavía conserva la formación rocosa que le otorgó su nombre.
Pero si quiere informarse más acerca de lo que
En tanto que en el Centro de Interpretación conocerá más acerca de la fauna y flora marina que habita en la reserva. Pero, sin duda, divisar a las parihuanas, aquellas aves a las que les debemos el color de la bandera de nuestro país, terminarán por completar un singular panorama que difícilmente encontrará en otro lugar del mundo.