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¿A DÓNDE VAMOS?

Como en todas las ediciones de Gener@cción, nuestro Director Fundador Francisco Huanacune, nos ofrece su artículo editorial. Esta vez, en la número 70, prospecta los escenarios de evolución que se presentan ante la sociedad peruana, tomando en cuenta valores cardinales.
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¿A DÓNDE VAMOS?

Toda sociedad, desde las de los albores de la civilización hasta las de nuestro tiempo de globalización omnisciente y rampante, se ha organizado en función de la prosecución de objetivos que obedecen a diversos valores sociales. Es decir, a lo que, en un momento determinado de la historia, pues esto puede cambiar con el paso del tiempo, sus miembros consideran como virtud señera, que debe orientar sus impulsos y, por ende, su marcha hacia un destino común que a nivel macrosocial intuye y desea concretar.

 

Unas podrían escoger, durante algunos periodos, sacrificar, poco o mucho, de la Libertad como valor supremo a cambio de que sus miembros accedan a mayores niveles de Equidad o, si se quiere llamar, de Justicia, Justicia social. Otras, podrían escoger lo opuesto, optar por la Libertad en detrimento de la Equidad.  Además, podrían incluso, dejando de lado estos dos valores cardinales, optar por la búsqueda de la Eficiencia o también privilegiar la estabilidad basada en un coercitivo orden.

 

Para ser sinceros, ninguna sociedad se imbuye, menos se ve impelida, por solo uno de estos valores societales. Más bien, avanzan hacia sus objetivos tomando en cuenta a uno más que a otros, pero nunca soslayando la importancia de los demás. Puede pues escoger así la Eficiencia, condicionada, según no pocos, por los mecanismos del mercado, buscando generar sobre todo más riqueza. Y, paralelamente, a fin de asegurar su imperio, exigir mayores esfuerzos o sacrificios por la Estabilidad y Orden necesarios.

 

Fue este el caso de Chile. Entre 1973 y 1990, cuando durante más de tres lustros, en nombre de la preeminencia del mercado, la dictadura inclinó la balanza a favor de la libertad económica ligándola consustancialmente a la Estabilidad y Orden. Lo opuesto sucedió en el orbe socialista. En aras de un equivoco sentido de la Equidad o Justicia, la Libertad también fue secuestrada y, al mismo tiempo, que se castraba a la iniciativa individual y, por ende, a la eficiencia económica, se produjo una mayor iniquidad.

 

Hoy, 20 años después del final de la Guerra Fría, las sociedades, evolucionando en un mundo global y multipolar como el nuestro, buscan arbitrar entre estos valores marco a fin de evitar desplazamientos más allá de los límites de lo políticamente permisible. No adentrándose así en los dominios que son propios a las dictaduras y autocracias que, negando siempre libertades, no aseguran bases sólidas y necesarias para el tan ansiado logro de una sociedad de bienestar con mayores niveles de justicia y equidad.

 

Nuestro país no se encuentra al margen de este proceso de dimensión planetaria. Casi ocho años después de haber dejado atrás la dictadura y padeciendo aun el efecto de sus secuelas, el Perú en su conjunto -sociedad civil, clase política, grupos empresariales de diversa talla, medios de comunicación, gremios y múltiples actores sociales, sin olvidar a nuestra gran diáspora de emigrantes- actúa social y políticamente con el fin de evitar tendencias autocráticas o totalitarias que se antepongan al necesario equilibrio.

 

Un deseable equilibrio que le permita a la sociedad peruana concordar con las tendencias que se ponen en vigencia en otras sociedades. Y canalizar así expectativas que emergen desde nuestra base social con el fin de ser, en el mejor sentido del término, contemporáneos de realidades que han logrado resultados óptimos en la solución de problemas económicos y sociales. Sin sacrificar para esto la Justicia y sin imponer un orden coercitivo en detrimento de la Libertad. Ese debe ser nuestro norte.

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