Tan importante como liquidar o capturar mediante acciones militares a los remanentes senderistas enquistados en el VRAE y desterrar la pobreza y la falta de oportunidades a través de obras de impacto social, es combatir a las organizaciones criminales de narcotraficantes y todos aquellos actos ilícitos que cometen o incitan a cometer a otros: la siembra ilegal de hoja de coca, el ingreso exagerado de insumos químicos, la elaboración y venta de la droga, el lavado de activos, la corrupción de policías, entre otros.
Escribirlo es fácil, en realidad. Lo difícil es llevarlo a cabo. Como quedó claro en la primera parte de este informe, dentro de la estrategia del plan VRAE se contemplan tres pilares: el militar, que combate a los subversivos; el social, que impulsa el desarrollo en la zona; y el policial, que lucha contra los traficantes.
Sin embargo, ya conocemos el prestigio que ostenta la Policía en el Perú. En Lima, los efectivos de tránsito son quizás los que peor fama tienen, aunque los de las comisarías distritales tampoco se quedan atrás. El negociado con que completan la canasta familiar los comisarios gracias al combustible recibido para los patrulleros también es sabido por todos.
Muchos comisarios alquilaban a bancos y centros comerciales los días de franco de sus subalternos para que estos realizaran labores de vigilancia y, luego, reservaban para sí la mitad de unos honorarios que no les correspondían. Otros efectivos pagaban sumas de dinero a los comisarios para que les dejaran los vehículos los fines de semana en las madrugadas; desde luego, no para custodiar el sueño de los ciudadanos.
EN EL VRAE...
En una zona tan violenta y peligrosa como el VRAE, la situación es peor, lamentablemente. No son solo 20 ó 30 soles en algún semáforo de Lima, ni 50 soles para agilizar un trámite. Con tanto dinero en juego, las coimas en muchos casos se resuelven a balazos, con muertos de por medio. Por supuesto, concluida la transacción, nadie sabe nada, nadie vio nada.
Fue lo que sucedió el 16 de noviembre del 2008. La historia es simple, pero grafica la manera como trabajan algunos malos policías en el lugar. Esa madrugada, tres policías de la comisaría de Huanta murieron tras una emboscada en la carretera Luricocha – Huanta. Habrían pasado a la historia como mártires de la pacificación nacional si no fuera por unos cuantos detalles decisivos.
En zona de emergencia, tanto policías como militares tienen la prohibición de patrullar en un solo vehículo, sin refuerzos, sin permiso de sus superiores y en horas de la madrugada. Los policías asesinados hicieron estas cuatro cosas. Entonces los pobladores del lugar comenzaron a tejer especulaciones. Cuando fui a la ciudad a indagar sobre el caso, los comentarios de la gente iban en un solo sentido: "a los policías los matan porque son corruptos". Duro y frío como una bala en la cabeza.
Un periodista de Huanta, que prefirió mantenerse en el anonimato, me dijo más. "
Los narcos ya los conocen. Les pagan las coimas delante de todos", afirma.
Sin embargo, no todo es negativo para
Nada de esto impresiona a mi colega de Huanta, desde luego. "El combustible usado por los helicópteros policiales es el kerosene. Uno de los insumos para la elaboración de la droga es el kerosene. Entonces los policías se quedan con el combustible que les dan sus superiores porque tienen un grifo a su disposición en Palmapampa. El narcotráfico les regala kerosene, les rompe la mano y los policías los dejan hacer sus negocios. No hay capturas. Solo se intervienen dos pozas, tres laboratorios y unas cuantas hectáreas", sostiene.
EL NÚMERO DE LA SUERTE
Cuando voy a la comisaría de Huanta, ni uno solo de los efectivos me quiere decir una palabra de los sucesos del 16 de noviembre. Vagabundeo por la dependencia policial como un fantasma. Pero un oficial limeño, cuyo nombre y grado también me pide mantener en reserva (la paranoia de la zona de emergencia, al parecer, ha convertido a los habitantes en seres anónimos con ganas de hablar), me dice que él sí tiene cosas que decir.
"Esos coleguitas salieron a cobrar a los nachos", comienza diciendo en voz baja. "¿Qué iban a hacer los tres solitos, en esa zona, en la madrugada?, ¿a qué se fueron sin avisar, sin pedir refuerzos? El comandante ya sabía que esos cobraban, todo el mundo acá sabía. Por eso cuando escucharon los disparos nadie salió a ayudarlos. Que los maten por pendejos, así dijeron".
Súbitamente, se calla; me dice que no podemos seguir conversando porque todo el mundo nos está viendo, pero que al día siguiente irá a Huamanga y ahí terminaremos.
"Memoriza mi celular, no lo anotes, porque nos están mirando", es lo último que me dice. Al día siguiente lo llamo, pero solo me responde la contestadora. Quizás se desanimó. Quizás sus superiores lo desanimaron. Recuerdo la observación del teniente coronel EP Samuel Calle, mientras almorzábamos en aquel restaurante de Pichari. Estamos en zona de emergencia, cualquier cosa puede pasar.
En
"Fiscalía de Huanta llegó a las 2:20 a.m. al lugar de los hechos, apenas fue notificada", lee en su computadora. "Ordenó el levantamiento de cadáveres, que se hizo efectivo al amanecer, luego del peritaje de los especialistas. A partir de ese momento, Fiscalía de Huanta perdió contacto con el caso. Se ocuparon Fiscalía Supraprovincial de Huamanga y Divicote (División Contra el Terrorismo)".
La suerte tampoco me acompaña en
"El 6 de febrero del presente año", agrega, "se solicitó a la empresa Telefónica el levantamiento del secreto de las comunicaciones de los efectivos policiales, para saber a quién llamaron o de quién recibieron llamadas los últimos días. Estamos esperando hasta el día de hoy que Telefónica se pronuncie. Pero las investigaciones están en Divicote. Puede ir a averiguar".
En
HABLA ANTEZANA
"
"Pero quiero decir algo que descubrí después", agrega. "El objetivo del ataque era sacar una gran cantidad de droga. ¿Cómo? Golpeas a
MUCHOS PROBLEMAS
Decía al inicio que uno de los actos ilícitos que fomentan las bandas armadas de traficantes de droga, en este caso, entre agricultores y demás pobladores del valle, es el sembrado de hoja de coca.
Quizás la principal dificultad para conseguir la erradicación de los cultivos ilegales resida en que esta es la base de la economía de buena parte de los pobladores. Algunos estudiosos señalan que el 90 por ciento de los habitantes del valle se dedican, en menor o mayor medida, a la siembra de la hoja de coca. Se calcula que existen 17 mil hectáreas en todo el VRAE.
De estas 17 mil hectáreas, entre el 90 y el 95 por ciento va al narcotráfico. El resto va a Enaco (Empresa Nacional de la Coca), al chacchado y a otros usos legales. Por este motivo, si uno combate a la hoja de coca, combate al narcotráfico. Pero también socava la principal fuente de dinero de la población. Ese es el problema. Entonces, ¿cómo se consigue que los agricultores dejen voluntariamente de sembrarla?
Una respuesta tal vez sería esta: mediante el impulso de cultivos alternativos como el café, el cacao, el ajonjolí, la páprika, etc., y la búsqueda de mercados nacionales e internacionales para estos.
En el valle del Huallaga, se aplica la erradicación forzosa a través Proyecto Especial de Control y Reducción de los Cultivos de Coca en el Alto Huallaga (Corah) en colaboración con
Tal vez todo no sea tan sencillo como arrancar unas cuantas platas y sumar dos más dos. En la inmensidad de la selva, si te erradican tus cultivos, con un poco de esfuerzo puedes desplazarte unos kilómetros aquí o allá, tumbar unas cuantas hectáreas de árboles o buscar un claro y esparcir tus semillas de coca nuevamente. Problema resuelto. Y si te vuelven a destruir tus sembríos, siempre habrá más selva adonde ir.
El organismo encargado del control de los cultivos de coca en el VRAE es Devida (Comisión Nacional para el Desarrollo y la Vida sin Drogas), pero no se encarga de erradicar sembríos sino de promover los cultivos alternativos.
Preguntando en el VRAE acerca de por qué no se practican erradicaciones, la respuesta es generalizada. Porque, si se hiciera, se desataría una verdadera guerra que tendría en un bando a militares y policías y en el otro a subversivos y narcotraficantes y quizás a miembros de comités de autodefensa, autoridades locales y pobladores en general. Habría cientos y tal vez miles de muertos.
El ingreso exuberante de insumos químicos es otra de las actividades que promueven las organizaciones de traficantes. Sin estos, la hoja de coca no serviría para el narcotráfico, ya que sin ellos simplemente no habría droga. Y si los narcotraficantes dejasen de comprar la hoja, los agricultores dejarían de sembrarla.
En el 2008 ingresaron al VRAE casi 2 millones de galones de kerosene, 60 mil galones de acetona, 400 mil galones de ácido sulfúrico y 60 toneladas métricas de cemento, entre otros químicos. ¿Cómo es posible que entre tal cantidad de sustancias sin que nadie vea ni diga nada?
Aunque en teoría lo indiciado sería que quien controlase el ingreso de insumos fuera un conjunto de organismos estatales que operen desde garitas fijas y móviles, en el VRAE los encargados de llevar a cabo esta tarea son los policías en recorridos esporádicos por el valle.
El dinero vuelve ciegos y mudos a algunos de ellos, que negocian la entrada de insumos en las ciudades, previo pago de dinero. Por lo tanto es preciso adoptar medidas para combatir también la corrupción, otra de las maneras que tienen las bandas de traficantes para realizar su ilícito negocio.
Como dijo acertadamente el comisionado adjunto para
El general EP Ricardo Moncada, jefe de
También es necesaria una adecuada fiscalización financiera para controlar el flujo económico irregular en la zona y el lavado de activos mediante empresas y negocios de fachada, otra manifestación del narcotráfico.
Las boticas y los bares-prostíbulos abundan en el valle. Después de todo, aunque sea difícil, no es imposible llegar a saber qué negocio se ha levantado con dinero limpio y cuál con dinero ensangrentado. La Superintendencia Nacional de Administración Tributaria (Sunat) debería darse una vuelta por la zona.
La destrucción de pozas de maceración y de laboratorios clandestinos de elaboración de pasta y clorhidrato no avanza mal. En el primer trimestre del 2009 se han destruido cerca de 300 pozas y otros tantos laboratorios. Sin embargo, no podría decirse que esto sea un logro importante en realidad.
Construir pozas y laboratorios es sumamente fácil. Solamente se requieren pequeños troncos y plásticos para las primeras, y utensilios de cocina industriales para los segundos. Tanto subversivos como narcotraficantes están en posibilidades de levantar cinco pozas y cinco laboratorios por cada uno que
En suma,
Lo cierto es que
Es obvio que organizaciones así no caminan solas. Los agricultores le venden la hoja de coca a alguien. Alguien paga a los niños y jóvenes para que la maceren. Alguien paga para que los insumos entren por toneladas. Alguien paga a los mochileros para que transporten la droga procesada por el valle. Alguien la vende a los grandes cárteles extranjeros (mejicanos mayormente, aunque también colombianos). Es a estos grupos organizados de traficantes a los que se debe atacar. ¿Por qué
COLOFÓN
Si la problemática social, militar y policial del VRAE, que Generacción ha intentado resumir de manera sucinta en este informe de cuatro ediciones, no se resuelve en un plazo razonable, la situación empeorará.
Si no se promueve realmente el desarrollo social y económico en la zona, si no se expulsa o se acaba con los remanentes senderistas, si no se combate a las bandas de narcotraficantes decididamente y castigando a los malos elementos policiales que sucumben ante su dinero; en fin, si no se toma con la debida seriedad los diversos tipos de violencia que enfrenta la zona, el Perú correrá el riesgo de dilapidar los importantes logros obtenidos en los últimos años.