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REVISTA

MAIDENMANÍA

El día que el "metal" dijo presente
Nunca antes habíamos sido testigos de la atención que la movida metal podía lograr en nuestro país, pero apreciar a miles de polos negros tomando por asalto el Estadio Nacional, se ha convertido en la excusa perfecta para afirmar que desde el 26 de marzo último, los amantes del heavy metal tienen un lugar bien ganado en la movida musical de nuestra capital y la Doncella de Hierro los ayudó en esa tarea...
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MAIDENMANÍA

Se trataba de una noche diferente. Una noche que marcaría un nuevo comienzo para quienes -hasta ese momento- parecían una minoría incomprendida, aunque cálculos previos ya daban cuenta de cerca de 40 mil almas ‘pogueando’ al compás de las notas musicales que por más de 30 años se han ido transmitiendo de generación en generación.

 

Por eso no resultó para nada extraño ver personas de todas las edades dibujando los clásicos cachos con los dedos de sus manos y tomando por asalto el viejo Estadio Nacional. Grandes y pequeños, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, padres e hijos, parejas de enamorados, la lista parecía ser interminable, todos –o casi todos– con clásica indumentaria negra, esa que por años despertó el rechazo de muchos.

 

Desde su llegada concitaron la atención de una mayoría, hasta de los que jamás habían escuchado hablar de ellos, sobre todo porque no es común enterarse que el vocalista de una agrupación, el mítico Bruce Dickinson, era el piloto del avión que los trajo a tierras peruanas, un Boeing 757 conocido como Ed Force One o "La Bestia" con el nombre del sexteto inglés a sus lados.

 

Pero la llegada de Iron Maiden generó todo un movimiento inusual que pocas veces se aprecia por estos lares desde días previos. Una clara muestra de ello se vio en la mítica Galerías Brasil, donde el negocio fue más que redondo y los dueños de los stands hicieron su agosto en pleno mes de marzo. Polos (con mangas o sin ellas, con estampados por ambas caras o solo a uno de sus lados), CD’s, anillos y pósters, fueron algunos de los souvenirs que marcaron el inicio de lo que se viviría el día más esperado por los amantes del metal.

 

 

EL DÍA "D"

 

Jueves 26 de marzo. El reloj marcaba las nueve de la noche y como pocas veces suele suceder en nuestro país, el concierto comenzó a la hora pactada, a la "hora inglesa" como se suele decir. "Aces High" fue la canción encargada de marcar el inicio de dos horas mágicas para los "incomprendidos de la música". Manos en alto vibrando al unísono siguieron de cerca cada uno de los golpes que Nicko McBrain imprimía a su batería.

 

Unos pasos más abajo, moviéndose de un lado a otro del escenario, los guitarristas Dave Murray, Adrian Smith y Janick Gers concitaban la atención de sus seguidores con sus finos sonidos, en tanto, el fundador del grupo, Steve Harris, destilaba adrenalina desde su bajo que flameaba una bandera peruana desde uno de sus lados.

 

Canciones como "The trooper"–con un Bruce Dickinson enfundado en un traje de la milicia británica y con una bandera del Reino Unido–, "Two minutes to midnight", "The number of The Beast" y "Sanctuary" terminaron por completar un repertorio que dejó satisfechos a sus seguidores, quienes no sintieron la ausencia del espectáculo pirotécnico que mostraron en los conciertos que realizaron en otros países de América y Europa.

 

Pero, sí fueron testigos de la impresionante escenografía que incluía una esfinge egipcia como principal personaje, aunque –como era de suponer– el buen Eddie Cyborg de más de seis metros puso la nota curiosa al apoderarse del escenario y desatar el frenesí entre sus seguidores, que lucían orgullosamente su imagen en sus pechos.

 

Es que la atención concitada ante la única presentación que tendría por primera vez en nuestro país, aunque no la última según Dickinson, originó que centenares de metaleros –algo nunca antes visto– se apostaran en carpas hasta dos días antes en El Nacional, a donde llegaron provenientes de regiones como Arequipa, Puno, Cusco, Ayacucho, entre otras.

 

Y como Bolivia no formó parte de "Somewhere back in the time", que incluyó hasta seis conciertos en Brasil, los del altiplano no quisieron perderse la gira Maiden 2009 y también durmieron en los exteriores del coloso limeño, que tuvo que abrir sus puertas desde las dos de la tarde para evitar las aglomeraciones.

 

Fue precisamente en los exteriores en donde la fiebre por ver a estos músicos británicos, permitió constatar in situ la "industria" que se mueve detrás de un ritmo musical que se desempeñó al filo de la navaja y siempre estuvo ligado a lo satánico, motivo por el que recibió más de una crítica y se ganó más de un opositor.

 

A pesar de ello, sus canciones continuaron captando a miles de seguidores y tras 34 años de historia continúa siendo una de las bandas más respetadas de heavy metal. Al punto que no resultó para nada extraño ver en las afueras del estadio impensables souvenirs puestos a la venta, como pequeñas botellas de licor con etiquetas especialmente hechas para tal fin.

 

Así, con un equipo de 60 personas a bordo, 14 discos de estudio, 12 toneladas de equipaje y más de 70 millones de discos vendidos, el arribo de La Doncella de Hierro marcará un antes y un después para el heavy metal en el Perú y quizá ahora las largas cabelleras, los brazaletes con púas en las muñecas y ese apego por el grito desenfrenado, conciten otro tipo de miradas a su paso por nuestras calles... ¿Cierto o no?... Solo el tiempo lo dirá...
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