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REVISTA

EL DEBILITAMIENTO DEL CAPITALISMO

Cambio en los paradigmas económicos I
En la crisis global, más precisamente del sistema bancario y financiero en su conjunto, la regulación financiera y el rol del Estado se sitúa en el centro del debate. La globalización financiera se ha convertido en fuente de inestabilidad para la economía mundial e incita a cuestionar la eficiencia de los diferentes dispositivos de regulación.
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EL DEBILITAMIENTO DEL CAPITALISMO

El gobierno del presidente Obama se ha propuesto reescribir las reglas del sistema regulador estadounidense al que considera "débil y desfasado", convirtiendo a la Reserva Federal en una especie de superagencia con el poder suficiente para regular los derivados y otros instrumentos financieros que propagaron esta hecatombe económica. Con esta medida, se buscaría evitar la acumulación del riesgo y la movilización de cantidades exorbitantes de dinero público para rescatar a los bancos.

La codicia de algunos directivos ha tumbado todo el sistema financiero global. Esto es buen punto de partida para reflexionar críticamente sobre cómo las Escuelas de Negocios han contribuido al desastre perpetuando una visión equivocada y dañina de la empresa. Durante años, se ha impartido la visión bastante simplista de la empresa que afianza un sistema de valores inadecuado y hasta perverso.

La empresa se define como un artilugio financiero cuyo fin último es la generación del beneficio económico. El directivo se describe como un agente oportunista y egoísta que debe ser controlado mediante incentivos ingeniosos que alineen sus intereses personales con los del accionista. El propio Presidente Obama en su discurso inaugural no dudó en referirse a "la irresponsabilidad y la avaricia de algunos" como una de las causas de la crisis.

Resulta vergonzoso que instituciones financieras que se mantienen a flote gracias a las ayudas del contribuyente sigan repartiendo primas millonarias entre ejecutivos que llevaron a la quiebra a la empresa, como es el caso de la American International Group (AIG). Contra eso el presidente Obama ha actuado de manera inmediata prohibiendo el pago de bonos extraordinarios totalmente inmerecidos.

La crisis ha servido también para mostrar la decadencia del modelo estadounidense: la globalización, el comercio internacional, el libre mercado y la desregulación financiera, defendidos con uñas y dientes durante años, no son más la fórmula mágica ni la panacea. La idea de que ese capitalismo a la americana traería grandes dosis de prosperidad y crecimiento se ha esfumado. Una nueva generación de académicos desarrolla nuevas teorías y modelos que incorporan visiones más sofisticadas del comportamiento humano y del papel de la empresa en la sociedad. Así llegan nuevas teorías basadas en la confianza y el capital social, lo que para muchos no es simplemente el rechazo de la "Reaganoeconomía", sino el cuestionamiento a la base teórica del capitalismo.

Las pérdidas del sector financiero mundial se calculan en 3.6 billones de dólares, cantidad muy importante si la comparamos con el capital total de los bancos norteamericanos que no supera los 1.4 billones. Nadie sabe qué banco será el próximo en caer. En estos escenarios de incertidumbre se trata de evitar un colapso de consecuencias incalculables, por lo cual ya se discute la nacionalización de entidades bancarias en Estados Unidos y en Reino Unido, paradójicamente países enemigos de cualquier tipo de nacionalización, obsesionados con privatizar hasta el último resto del sector público, como bien lo demostró la administración de Ronald Reagan y Margaret Thatcher a inicios de los años 80.

En Alemania se calcula que por lo menos 400.000 millones de dólares están definitivamente perdidos, una suma que su sistema bancario no puede asumir sin quebrar. En dicho país -donde en los últimos decenios se han privatizado los servicios de correos, teléfono, electricidad, ferrocarriles, líneas aéreas, con resultados no siempre satisfactorios- se discute ahora como último recurso la nacionalización de los bancos que amenacen con quebrar, como la mejor o talvez la única forma de salvar el sistema y el dinero de los contribuyentes.

Por ALEXIS GONZALEZ-TELLO

Economista. Magíster por la Universidad de Grenoble
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