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REVISTA

UN NUEVO CÓDIGO ÉTICO PARA EL CAPITALISMO

Soluciones ante la crisis I
El Banco Mundial decretó estadísticamente que el mundo en 2009 ha entrado en su primera recesión desde el final de la II Guerra Mundial. El sistema heredado de la posguerra de 1945 está agotado y quizás una de las oportunidades derivadas de la presente depresión sea la reinvención de otro sistema que refleje la nueva globalidad.
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UN NUEVO CÓDIGO ÉTICO PARA EL CAPITALISMO

La reciente cumbre del G-20, en Londres, marcó un punto de inflexión en la reconstrucción económica internacional. Los jerarcas del mundo llegaron con la intención de buscar soluciones para resolver la peor crisis del capitalismo, tal vez la más severa desde los años treinta. Tres grandes temas fueron el centro del debate: La coordinación de los planes de recuperación, la regulación del sistema financiero y el comercio internacional.

 

Ante la gran erosión de la confianza que se vive actualmente a todos los niveles de la sociedad y de los actores económicos, los principales líderes han respondido con la creación de una nueva arquitectura económica basada en marcos regulatorios universales para el sistema financiero, la implementación de mecanismos más estrictos de supervisión y el reforzamiento del Fondo Monetario Internacional. Pero a pesar de las rápidas reacciones de los Gobiernos aún resta mucho por hacer.

 

Sería presuntuoso atribuir a las escuelas de negocios toda la culpa de la catástrofe económica mundial que vivimos. Sería aún peor no hacer una reflexión crítica y no reconocer o precisar cómo han podido contribuir al desastre perpetuando una visión equivocada de la empresa. Es este un buen momento para que los órganos de dirección de las empresas adopten su propio código deontológico?. Creemos que sí. Muy importante para definir los derechos y responsabilidades de los directivos empresariales de cara a la sociedad.

 

Como cualquier otro código profesional, el directivo lo acepta y debe comprometerse a no anteponer el interés personal al interés de la empresa y mucho menos al de la sociedad a la que sirve en última instancia. Esto implica que ha de conocer y respetar no solo las leyes que le competen, sino también las normas y valores universales en torno a los derechos humanos, los derechos laborales y el respeto al medioambiente encapsulados en códigos internacionales como el Pacto Global de Naciones Unidas.

 

Todos nos preguntamos cuándo terminará la crisis pero nadie se atreve a pronosticar con certeza el momento de su superación. Si algo positivo podemos aprender de esta situación indeseable es la oportunidad de transformar lo que no funciona y sentar las bases de un sistema de mercado más eficaz, más eficiente y más justo. En este sentido el secretario de Estado de Trabajo del Reino Unido, James Purnell, ha señalado que "la socialdemocracia tiene que salvar al capitalismo del capitalismo". Pidió apuntar hacia un capitalismo más igualitario donde el poder se distribuya.

 

La visión progresista sostiene que la crisis es más amplia que una recesión económica, porque se sumó a los efectos previos del sobrecalentamiento global y al déficit de gobernabilidad de la globalización. Existe consenso en que la crisis constituye una oportunidad para la construcción de respuestas globales y concertadas. A tener en cuenta lo dicho por Hillary Clinton, "Una buena crisis nunca debe desaprovecharse". Sin olvidar a Stiglitz "de esta crisis no se sale sin una nueva conciencia moral".

 

Los acuerdos de la Cumbre de Londres abren paso a un nuevo orden mundial en  las relaciones económicas y financieras del planeta. Coincidimos con los líderes y académicos que señalan que este G-20 podría estar poniendo los fundamentos para la refundación del capitalismo. El Presidente francés Nicolás Sarkozy ha sostenido que el capitalismo no fracasó sino que los abusos de éste fueron los causantes de la crisis y que el mejor camino para evitarlos y recobrar la confianza del público y de los inversionistas son las regulaciones.

 

Se han conseguido importantes compromisos de controles y reformas referidas a los fondos de alto riesgo, las agencias de calificación, las reservas de todos los grandes bancos, los sueldos de altos ejecutivos de entidades financieras y sobre el deseado final del secreto bancario que aún impera en los paraísos fiscales. Estas medidas se encaminan no solo a evitar una recesión mundial sino también alientan la reactivación económica, la generación de la confianza y la fluidez del crédito.

 

Por: Alexis González-Tello

Magíster en Finanzas

Universidad de Grenoble-Francia
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