EL PERIODISMO EN LA SEMANA DE LA MADRE

Ad portas del segundo domingo de mayo, cuando por doquier en nuestra patria, al igual que en otros lugares del mundo, se festeje el Día de la Madre, una noticia relacionada con el sexo femenino conmociona a la ciudadanía en general. Un desalmado, quien juega el papel de conductor de un taxi que brinda servicio por algunos distritos de Lima Metropolitana, sistemáticamente, desde hace varios meses, ha venido agrediendo en forma salvaje a quienes confiadamente, solicitándole sus servicios, subían a su automóvil.

Haciendo uso de un desarmador y aprovechando de su diferencia en términos de fortaleza física, el desquiciado, parece ser, amedrentaba a todas aquellas que subían a este supuesto medio de transporte. En medio del desenfreno y de la espiral de violencia que él mismo desencadenaba, las humillaba y golpeaba a su antojo. Golpeadas, amoratadas y, sin duda alguna, portando consigo ya el pesado fardo del trauma, las agraviadas huían como podían. ¡Qué humillación!

¡Sí humillación y de envergadura…! Y sin embargo, como si no fuese suficiente, la ciudadanía con gran estupor tomó conocimiento también que algunas de ellas, de un total de diez de las agredidas, luego de zafarse como podían de las garras del canalla, se habían dirigido raudas a dar parte de lo sucedido a las fuerzas del orden, pero, para sorpresa general, dejándonos a todos boquiabiertos, poco o nada se hizo por esos lares.

Esto es inadmisible… Felizmente, las cosas no podían quedar y no quedaron así. Desde un programa de televisión conducido magistralmente en la ocasión por una mujer, Rosa María Palacios, lo que otros no hicieron, finalmente se llevó a cabo. Dando muestras de profesionalismo, en algunas horas de investigación periodística, rastreando diestramente a partir de lo poco con lo que se contaba, se hizo de conocimiento público, al menos, el rostro del infame agresor. Hoy, gracias a ese esfuerzo, ya se le ha identificado.