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Viernes 26 de abril 2024   |   Contáctenos
REVISTA

PACTO NACIONAL ANTE LA CRISIS

Estructuremos la agenda
Aun cuando el ministro de Economía, Luis Carranza, señala que la etapa más aguda de la crisis ha pasado para los peruanos pues ya hemos tocado fondo, su gravedad y magnitud no pueden desconocerse.
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PACTO NACIONAL ANTE LA CRISIS

La crisis sigue exigiendo reacciones nacionales ante los retos globales. Ya el primer ministro ha demandado una acción concertada en toda acción económica y de producción que nos permita enfrentar estos retos con mayor eficacia.

 

Es evidente la necesidad de un pacto entre los agentes económicos y sociales si asumimos los diversos rostros de la crisis y en especial las magnitudes económico-financieras, la de sostenibilidad energética y la de cambio climático.

 

Como, bien lo dijo Felipe González en reciente artículo, estamos ante una guerra incruenta que debemos ganar movilizando nuestras energías contra el desempleo, el hambre y la enfermedad, con los instrumentos que la sociedad del conocimiento, la investigación y la innovación nos proveen.

 

Hay un crecimiento nacional que proteger, ese que nos ha dado tantas satisfacciones y esperanzas en los años que acabamos de vivir. Los actores económicos y sociales más sensatos lo saben por lo cual existe un estado de ánimo favorable a unir esfuerzos.

 

Hay, además, temor e incertidumbre por los más vulnerables de la población. No podemos sacrificar la lucha contra la pobreza ni continuar desperdiciando energías en peleas locales nacionales, menos aún internacionales.

 

Es solo nuestra la responsabilidad por el desempleo, el menor crecimiento, la pérdida de ingresos o las deudas impagas de familias y empresas. Nos toca actuar y debemos hacerlo en grupo, en conjunto.

 

Hace poco más de una semana el Acuerdo Nacional sostuvo una reunión preliminar con expertos de distintas orientaciones sobre la crisis económica global y su impacto sobre nuestra economía. La sesión nos ilustró sobre las pocas certidumbres y los muchos temores que podemos compartir.

 

Nos convenció que con el poco conocimiento que tenemos debemos apostar por la confianza y no dejarnos bloquear por los miedos. De ahí que sea necesario actuar sobre aspectos estructurales que nos ayuden a atender mejor los rigores del presente y nos preparen para el futuro afectado por esta crisis.

 

La agenda de un pacto como el que planteamos es diversa y amplia. Entre los aspectos esenciales está la educación para la mejor formación del capital humano, la generación de relaciones industriales sobre bases nuevas, los cambios de fondo en las políticas energéticas que van desde la producción hasta la distribución y el consumo.

 

Está demostrado que no hay mercado autorregulado con la "mano invisible". Estamos ante la primacía de la política para orientar la función reguladora indispensable y fuerte del Estado para reparar el desastre y evitar otros que pudieran venir. La crisis pone de manifiesto la existencia de un antes y un después gestado desde hace más de dos décadas, con la revolución tecnológica y la caída del muro de Berlín.

 

El futuro es hoy. Y no es racional ni sostenible un sistema financiero que si bien funciona con todas las tecnologías de la sociedad de la información crea productos sin bases reales, sin contabilidad, en un mercado interconectado y permanente que no tiene reglas y, por tanto, tampoco previsibilidad o control. Sus flujos han sido diez veces más que los de la economía real o el comercio.

 

Ya no va más el consumo desenfrenado y masivo de energías no renovables que además acelera el cambio climático hasta lo irreversible. No por gusto se da en simultáneo con la crisis global.

 

Tampoco va más la distribución del ingreso tan desigual entre los seres humanos desde que engendra conflictos por pobreza y marginalidad lo que inevitablemente repercute en la estabilidad democrática y en el "éxito" electoral y violentista del antisistema.

 

Es urgente, como muchos países ya lo están viendo, una nueva política energética que combine la autonomía y la seguridad nacional con la eficiencia de las energías limpias y renovables, que genere mayores oportunidades de empleo y combata eficazmente el cambio climático. No hay tiempo para postergarla ni para quedarnos en esquemas energéticos obsoletos y dañinos.

 

Todos estos aspectos y seguramente otros más merecen un pacto que será moderno, tecnológico, futurista y con toda seguridad nos servirá mucho más que para afrontar la crisis global. Ojalá que el Acuerdo Nacional mueva los hilos y siente a la mesa a los actores con una agenda afinada que la realidad está delineando por nosotros. Es la entidad privilegiada para hacerlo y felizmente contamos con ella. ¡A trabajar en la Agenda!
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