Tragedia se pudo evitar

Los terribles acontecimientos acaecidos en Bagua el siniestro viernes 5 de junio del presente -hoy todos los sabemos- se pudieron evitar. ¡Claro que sí! De esto no cabe duda alguna. Tirios y troyanos en nuestra patria -más allá de las posiciones ideológicas o de otro que tipo de argumentos que puedan esgrimir- hoy lo admiten: Estos hechos se pudieron evitar. Y evitándolos, contaríamos aún entre los nuestros a esos 34 peruanos: Entre policías, jóvenes en su gran mayoría, y gentes del lugar, quienes absurdamente cayeron víctimas de la brutal irracionalidad y el desenfreno cainita.

Que estos acontecimientos se pudieron evitar, ahorrándonos así -además de la enorme pena y la desazón general- el bochorno internacional, a todas luces lo muestra el evitable disfuncionamiento de algunas instancias del aparato del Estado peruano que -desgraciadamente para el conjunto de nuestra sociedad- poco o nada hicieron para revertir la tendencia negativa: Permitiendo así que nuestro país se encuentre -muy a pesar de lo que sin duda la gran mayoría deseaba- prisionero de un espiral de violencia cuyos costos, durante mucho tiempo, tendremos que asumir todos los peruanos.

Así, cabe preguntarse: ¿Cuál fue el verdadero papel que jugó en los casi dos meses de entrampamiento social y político el Instituto Nacional de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuano, INDEPA, y el Ministerio al cual este Organismo Público Descentralizado está adscrito, vale decir el de la Mujer? ¿Cuál?? ¿Cuál fue el rol en todo esto de la Unidad de Prevención de Conflictos de la PCM? Dónde anduvieron? ¿Cuál ha sido el papel que ha desempeñado el Ministerio de Medio Ambiente? y ¿Cuál ha sido el del Ministerio de Comercio Exterior en todo este proceso?  En fin?

El país en su conjunto exige hoy respuestas a interrogantes de este tipo. Inequívocas y, por ende, claras a fin de que -más allá de las responsabilidades políticas a más alto nivel que sin duda alguna hay en los dos poderes del Estado que en este escenario han medido infructuosamente fuerzas-, el ciudadano tome conciencia de que muchos problemas se hubiesen podido evitar -tal como muchos hoy lo sugieren- si los funcionarios, desde el lugar que les correspondió ejercer sus tareas, hubiesen honrado con un buen accionar el encargo que se les confirió en su momento.

Bagua y su siniestro balance deben, además de incitarnos a realizar una profunda reflexión, constituir acicates para iniciar una evaluación y una crítica de fondo y, por lo tanto, objetiva en torno a las causales de este dramático desenlace que enrarece hoy el ambiente social y, sobre todo, político en nuestro país. La lógica de la conquista del poder no nos debe cegar e impedir sacar provecho como país implementando así en todos los niveles del aparato del Estado los correctivos que amerita y exige el momento. Solo así podremos rendir el merecido tributo a nuestros muertos.