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REVISTA

Promoción de la violencia

Atake cívico
En la década de los noventa del sigo pasado, justo cuando terminaba la década infame del fujimorismo, los intelectuales, especialistas en psicología social, concluyeron que el mal de los peruanos radicaba en su ausencia de autoestima, ese carencia de amor propio que hacía que los peruanos fueran tímidos, parcos y apagados para reclamar sus derechos; en otras palabras, estábamos coludidos dentro de los típicos "chupados", los que no se atreven a denunciar ni reclamar nada para, como suelen decir: "Evitar problemas".
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Promoción de la violencia

Bajo este marco, en la actualidad es "normal" soportar el salvajismo cotidiano de los choferes y cobradores de combi y contemplar con resignación la facilidad que tiene la gente para apropiarse de las calles y veredas y pasar por alto ese orden elemental de toda sociedad civilizada. Eso está demás para los que anteponen el trabajo antes que el respeto mutuo.

 

Me temo que la autoestima de la gente menos favorecida, y aún de las clases altas y medias, no ha tenido una mejoría para resaltar, y lo que es más grave, me da la impresión que ante la avalancha de violencia y noticias negativas, el mal está virando hacia cuadros depresivos. Y para confirmar esta hipótesis basta revisar la ola de suicidios adultos e infantiles, la cantidad de pacientes que los psiquiatras tienen diariamente en sus consultorios y la alta sintonía que tienen los programas radiales donde se ventilan asuntos relacionados con la conducta del individuo.

 

A mi juicio, el principal elemento depresivo es la televisión con sus programas de espectáculos donde se cuestiona el éxito y el triunfo, se resalta la mediocridad con el chisme y se promociona el interés por la vida de los demás; además los noticieros diurnos y nocturnos con el 98% de sus noticias negativas nos regalan con lujo de detalles un panorama desalentador con delincuencia, violaciones, asesinatos, muertes injustas, accidentes, y todo lo referente a la violencia de la sangre. Hasta en los partidos de fútbol hay una publicidad que cada 15 minutos subraya la importancia que tienen los fouls o jugadas desleales antes que la alegría de los goles.

 

De esta manera, es fácil entender por qué la gente vive atemorizada y presa del pánico. Diciendo ¡Cuídate! en vez de ¡Nos vemos!. No es la depresión en sí misma sino el consumo de violencia lo que provoca que los individuos caminen a la defensiva desconfiando de todos, mirando alrededor y viendo un potencial ladrón en una mirada inocente, asegurando la puerta de los autos en pleno viaje, mirando los bolsillos en el bus o dejando en la casa a alguien de la familia para no lamentar un robo. 

        

Si agregamos a estas líneas sOlo las portadas de los diarios sensacionalistas tenemos la seguridad de afirmar que las condiciones están monitoreadas para crear un clima desfavorable para el desarrollo y el progreso nacional. Así ningún país avanza.

 

No se trata de tomar dictatorialmente los medios de comunicación y seguir el ejemplo de Hugo Chávez en Venezuela pero el Estado peruano debería tener un rol más protagónico en la programación televisiva. La clase política tiene que asumir que una sociedad con crisis emocional no reúne las condiciones para perfilarse como un país moderno.

 

 

*Director de Atake Lírico, Revista de Ideas y Placer

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