Teniendo como característica principal el hecho de no ser una actividad controlada ni regulada por el Estado, la minería informal constituye el escenario de evolución, donde quienes la promueven y ejecutan, disponen de medios y formas de organización, que los conducen a actuar al margen de los mecanismos de control del Estado, evadiendo sistemáticamente las normas legales existentes.
El aspecto más relevante que caracteriza a los involucrados en la minería ilegal concierne al hecho que de manera premeditada actúan al margen de la ley, pues, conociendo las reglas, saben como obviarlas, promoviendo operaciones ilegales, comprando la producción de quienes extraen minerales como estrategia de subsistencia y estableciendo una relación de dependencia con estos extractores, a quienes facilitan insumos y dinero como forma de asegurar su fidelidad y dependencia permanente.
Dado que se trata de una actividad que evoluciona a espaldas de la ley, las cifras sobre producción y características operativas, de existir, no son confiables. Sin embargo, existen operaciones mineras denominadas artesanales e informales que se desarrollan en el país, cuyos protagonistas no pueden ser tipificados, en los términos que hemos descrito en los párrafos anteriores, como ilegales. Constituyéndose de esa manera en actividades mineras de un talante diferente.
Se impone pues una visión actualizada de la actividad minera ilegal, pero también la que se conoce con el nombre de minería artesanal peruana, la que en gran parte se desarrolla en los ámbitos de la informalidad o ilegalidad y que, en una mínima proporción, se encuentra encaminada en el necesario proceso de formalización que no solo beneficiaría a ellos en diversos aspectos, sino también al país en su conjunto.
DEFINICIONES DIVERSAS
Aunque en unos países se refieren a ella como "minería en pequeña escala", de la misma manera que el Banco Mundial usa para denominar a los pequeños y a los mineros artesanales formales o informales, en otros de América Latina y el Caribe se le denomina con diferentes nombres. Así en el Brasil se les llama "garimpeiros", "barequeros" en Colombia, "coligalleros" en Costa Rica, "gambusinos" en México, así como "guiriseros" en Nicaragua, "la vadores de oro" en República Dominicana, "pirquineros" en Chile y Argentina, y "porknockers" en Guayana y Surinam.
En el caso del Perú, además de la gran y mediana minería, al referirse a este tipo de actividad extractiva, se hace una diferenciación de los estratos de minería artesanal y de pequeña minería. O mediante una interpretación libre, se considera que la "minería en pequeña escala" está conformada por dos componentes distintos que son la pequeña minería y la minería artesanal y esta última puede ser formal o informal según sea su condición de legalidad o ilegalidad, respectivamente.
Esta situación, aparentemente sutil y hasta cierto punto intrascendente, encuentra sustento en el hecho de que las legislaciones mineras de distintos países latinoamericanos, en algunos casos, no tienen tratamiento diferenciado por estratos, como en los casos de Argentina, México, Guatemala, Uruguay y Chile. O en otros, como el de Colombia, en el que sí existe la pequeña, mediana y gran minería, haciéndose mención además a cooperativas, precooperativas y a la minería de subsistencia.
Tras esta proliferación de sinónimos, existe la doble dificultad de definición y conceptualización de este estrato en el caso del Perú. Pues las características y rasgos peculiares que identifican a la denominada "minería artesanal/informal" en nuestro país, que incluso no compatibilizaban con los de la llamada "pequeña minería tradicional", dentro de la cual tácitamente se la involucraba, determinaron por mucho tiempo su exclusión de la legislación minero-ambiental peruana.
Esto, a pesar del considerable número de personas que se involucraban en estas actividades extractivas y de su importante contribución en términos de volumen y valor de producción. Particularmente por lo que sucede en el rubro de la explotación aurífera, y obviamente, dado el inmejorable escenario internacional del precio del oro, de su vigencia incontrastable dentro de la trama económica, social y, por qué no, de la realidad peruana.
Sin embargo, el desconocimiento oficial de la realidad ineludible de lo que constituye la minería artesanal, así como de su importancia social y económica, es uno de los más serios obstáculos para el acceso de esta actividad hacia un proceso de formalización sostenible. Estrategia válida para la generación de auto empleo. Y por lo tanto, instrumento capital en la lucha contra la pobreza, en la expectativa de alcanzar uno de los objetivos de desarrollo del milenio.
DIAGNÓSTICO
La minería artesanal en el Perú es una actividad ancestral que toma gran impulso, con visos de informalidad, a partir de la década del 80 del siglo pasado en un contexto de recesión económica, crisis del campo, violencia política, generada por el terrorismo, que determinaron procesos migratorios, principalmente a zonas con filiación aurífera, en un contexto de incremento de precios del metal amarillo.
Lo que explica que un elevado porcentaje de esta actividad este orientada hoy a la explotación de yacimientos auríferos, sean aluviales o de vetas que proliferan por doquier en nuestra patria con las consecuencias sobre el medio ambiente de más en más conocidas y, en una pequeña proporción, yacimientos no metálicos, materiales de construcción y recientemente de cobre, dado el alza en la cotización internacional de este metal.
Al promulgarse a comienzos del año 2002,
Ya que hasta entonces nos referíamos a este tipo de actividad, al igual que lo hacia el Banco Mundial, como el "tipo más primario de minería, caracterizada por individuos o grupos de individuos que explotan depósitos en pequeña escala con métodos manuales o equipos muy simples". Es obvio ahora que después de 2002 se han creado también las condiciones básicas para aspirar a la integración de la minería artesanal/ informal en el sector de la economía formal.