Asimismo, se ha puesto en debate los postergados proyectos para rehabilitar la Costa Verde a fin de convertirla en un atractivo turístico, recreacional y social, a partir de la recuperación de sus extensas áreas verdes que al ser tan escasas ya no guardan relación con el nombre de este espacio de la ciudad.
Es en buen momento que se ha planteado este asunto por cuanto el agua comienza a escasear a nivel mundial, entre otros factores, por los efectos del cambio climático. Tampoco olvidemos que Lima es la segunda ciudad sobre un desierto después de El Cairo.
Sin embargo, existen experiencias valiosas como el Parque María Reiche de Miraflores (creado en 1991 y con una extensión de cuatro hectáreas, ubicado en pleno malecón) que tiene una planta de tratamiento por donde el agua ingresa directamente del desagüe (proveniente de diez cuadras a la redonda y capta 1.2 litros por segundo) y pasa por el sistema de cámaras de rejas, la posa desarenadora (en donde los sólidos van a un silo), luego a una posa de desengrase y sedimentación y, finalmente, por rebose a un biodigestor que concentra bacterias para descontaminar este recurso de agentes patógenos y coliformes fecales.
El sistema es completamente natural, sin necesidad de utilizar componentes químicos. El agua tratada cuesta 0.50 céntimos el metro cúbico, mientras que el costo de la adquirida en Sedapal es aproximadamente de dos nuevos soles.
"Este es un modelo de aprovechamiento del agua, incluyendo los restos fecales para hacer compost, además mediante un mecanismo sencillo se han reverdecido dos hectáreas de los acantilados con la campanilla, una especie botánica resistente a la brisa marina y cuyo mantenimiento es mínimo", comenta entusiasta Miguel Salazar Chamorro, el operador de esta instalación.
Esta iniciativa ha permitido proteger los acantilados de los desprendimientos que ocasionan accidentes en la autopista La Costanera, además de embellecer el paisaje urbano.
Este exitoso proyecto, diseñado y monitoreado por el recordado y prestigioso ingeniero sanitario Alejandro Vinces Araoz (1919-1999), podría ser abierto al público para -mediante un circuito educativo- mostrar todo el proceso de "reciclado" de las aguas hasta su almacenamiento en unas cisternas y difundir las virtudes de esta buena práctica ecológica.
Ideas como esta (cuyo costo no es mayor a los 50 mil dólares) podrían imitarse a lo largo de la Costa Verde. Se tendrían que hacer estudios para determinar la factibilidad de esta propuesta que permitirá demostrar su viabilidad y, de esta manera, ayudar a resolver las demandas ambientales de nuestra metrópoli.
El parque contaba con un novedoso sistema de iluminación para apreciar los dibujos de las líneas de Nazca en las noches, el cual ya no existe. El precio de las propiedades se ha elevado y ha influido en la construcción de grandes edificios. Esto demuestra cómo se relaciona el valor de la propiedad con el incremento de nuevas zonas verdes, pues su ampliación y mejoramiento ha generado favorables impactos económicos, ambientales y sociales.
Pero también hay que indicar que las autoridades deberían colocar información para conocer estos enigmáticos dibujos, sus orígenes, la trayectoria de la estudiosa alemana y de los géneros botánicos, además de aprovechar el verano para desarrollar actividades educativas y culturales. Nuevamente, estamos frente a una buena iniciativa, desaprovechada desde una visión cultural, en un medio tan requerido de educación y sensibilización ciudadana.
Por: Wilfredo Pérez Ruiz