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REVISTA

El Papa contra la avaricia

Rectificaciones en el capitalismo
Una nueva Encíclica ha sido dada a conocer en medio de las sacudidas de la crisis financiera. Es la tercera de Benedicto XVI, con el nombre de Caritas in Veritate, traducida por Caridad en la verdad. El Papa se rebela contra el capitalismo salvaje y tal como Barack Obama, condena la avaricia financiera y el egoísmo de aquellos capitalistas que han llevado al mundo al borde del colapso económico.
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El Papa contra la avaricia

El Papa reclama una globalización solidaria además de un nuevo orden económico basado en los valores cristianos y la fusión de "fe y razón, caridad y verdad". La palabra clave es redistribución a la que agregamos honestidad por lo cual otra clave es transparencia. Benedicto alienta un mercado más social y más humano respecto del cual el Estado tenga un papel activo y que las empresas se guíen por la ética y la responsabilidad.

 

Está de moda hablar de ética para el capitalismo y de responsabilidad empresarial para enfrentar la crisis financiera mundial y generar antídotos dentro del sistema para evitar nuevas catástrofes. Algunos afirman que podríamos estar al final del modelo capitalista que impone la ganancia por encima de toda consideración social o ética. En realidad se trata de rectificaciones que los propios capitalistas por preservación y alarma están afirmando y Caridad en la Verdad se inscribe en esta nueva onda.

 

NUEVA AUTORIDAD MUNDIAL CON NUEVAS REGLAS

 

Ya Pablo VI en 1967, en la Populorum Progressio, afirmaba la vigencia de los principios clásicos de la Revolución Francesa que dio origen al pensamiento republicano y liberal de igualdad y libertad. Agregaba la vigencia del tercer ícono conceptual que es la fraternidad para corregir las carencias sociales con las vestiduras de la solidaridad.

 

Ratzinger asume que ante la injusticia es preciso intervenir, dentro del sistema para hacerlo más transparente y justo, con reglas que integren a los excluidos a la economía y el comercio mundiales. Relaciona finanzas con desarrollo y propugna una reglamentación del sector que dé garantías a los más débiles. Eje novedoso de su propuesta: Pide una autoridad mundial que ejecute esas reglas.

 

"Para gobernar la economía mundial, para sanear las economías afectadas por la crisis, prevenir su empeoramiento y mayores desequilibrios, para lograr un oportuno desarme integral, la seguridad alimentaria y la paz, para garantizar la salvaguardia del ambiente y regular los flujos migratorios urge la presencia de una verdadera Autoridad Política Mundial, que debe atenerse de manera concreta a los principios de subsidiaridad y solidaridad"

 

HUMANIZAR A LOS PAÍSES RICOS CON EL TERCER MUNDO

 

La solidaridad está presente como concepto desde que la Iglesia Católica lo insertó en el debate de fin del siglo como eje de la globalización. Ahora Benedicto, dentro de esta línea, pide humanizar la relación de los países ricos con el Tercer Mundo. Las ayudas internacionales, dice, "pueden a veces mantener a los pueblos en estado de dependencia", y es necesario "implicar a los sujetos de la sociedad civil y no sólo a los Gobiernos". "La crisis nace de un déficit de ética en las estructuras económicas". Sin ética, la economía puede destruir al hombre. Transparencia y reformas, "trabajo decente para todos", justicia social.

 

Ratzinger moderniza su imagen y la de su Iglesia con esta encíclica sobre la relación de la economía con la política. Alude a las ideas de Marx y Gramsci, de Kant y San Agustín, actualiza la doctrina social y reivindica los valores cristianos. Se acerca a su antecesor predicando los derechos humanos con base en la solidaridad cuya violación es antitética del desarrollo de los pueblos. "Hace falta hombres rectos tanto en la política como en la economía, que estén sinceramente atentos al bien común".

 

Caridad en la Verdad es una rectificación a la idea de una sociedad en manos del mercado, de  mercados autorregulados sin intromisiones políticas, que lejos de serlo se dejaron llevar por la ambición individual o de grupo sin tener en cuenta los intereses colectivos. Alude a los directivos empresariales que contribuyeron al desastre perpetuando una visión equivocada y dañina del sistema capitalista y por ende de la empresa.

 

Nos recuerda las palabras de Obama durante su toma de posesión al señalar "la irresponsabilidad y la avaricia de algunos" como una de las causas de la crisis. Y también las que pronunció sobre la "arrogancia en Wall Street" calificando de "vergonzoso" que instituciones financieras, que se mantienen a flote gracias a las ayudas del contribuyente, sigan repartiendo miles de millones de dólares entre sus directivos.

 

No todos los directivos empresariales son perversos, avaros o incompetentes, seguramente la mayoría son responsables, dedicados al servicio a sus clientes, la protección de los intereses de sus accionistas, el pago de sus impuestos y el trato digno de sus empleados. Pero los pocos irresponsables han sido suficientes para hacer caer el sistema financiero global y generar un daño económico muy difícil de reparar.

 

LECCIONES PARA CAPITALISTAS, EMPRESAS Y GOBIERNOS

 

La crisis ofrece lecciones para todos. Y los capitalistas, las empresas y los gobiernos no están al margen, están en el centro mismo de la noticia. Hoy en día hay una saludable reacción en el liderazgo mundial que recoge preceptos y valores de sentido común para evitar la autodestrucción que comienza por la permisividad y la ambivalencia ética. Que pone el énfasis en los valores y en la solidaridad para contrarrestar la ambición y el egoísmo descontrolados que para muchos sigue siendo la levadura del capitalismo.

 

Que no es así deberá ser demostrado por una nueva generación de gobernantes, empresarios y académicos con nuevas teorías y modelos que incorporen visiones más precisas del comportamiento humano, de la organización de empresas y del papel de la empresa en la sociedad con teorías acerca del compromiso o la justicia organizacional, basadas en la confianza, el conocimiento o el capital social. La formación empresarial deberá incluir conocimientos y habilidades específicas pero también valores y patrones de conducta que subrayen el beneficio a la sociedad y limiten los daños potenciales del individualismo.

 

Ya se habla de un "juramento hipocrático empresarial", que defina derechos y responsabilidades del directivo de cara a la sociedad. Que articule las múltiples formas en las que la empresa crea riqueza para la sociedad. Que refleje como responsabilidad central el equilibrio de los intereses de los diferentes grupos y la aplicación de fórmulas que creen valor de manera simultánea y no exclusiva.

 

El compromiso de no anteponer el interés personal al de la empresa y mucho menos al de la sociedad. Esto implica conocer y respetar las leyes pero también las normas y valores universales en derechos humanos, derechos laborales y el respeto al medioambiente. Esta es la verdadera relación aplicada entre Caridad y Verdad. Que se difunda y se escuche.

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