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ALIMENTO DE FIESTA Y SABOR

Tomate
El tomate es consumido en todo el mundo y su presencia en la gastronomía es tan común que hemos hecho de él protagonista de platos tan renombrados como los tallarines, las pizzas, le hemos creado su propia salsa, e incluso tiene un día de fiesta: La tomatina. Conozcamos algo más de este maravilloso alimento.
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ALIMENTO DE FIESTA Y SABOR

¿Qué sería de la gastronomía mundial sin aquel rojo fruto llamado tomate? Lo más probable es, que las pizzas no sean lo que son, el delicioso y apreciado lomo saltado no tendría el color y sabor que le impone el tomate; y esa famosa salsa conocida como kétchup, la cual recorre todas las mesas del mundo, no existiría. Los insípidos tallarines sin el abundante guiso rojo no tendrían éxito. Definitivamente la ausencia del tomate no nos cambiaría la vida, pero si haría más tristes nuestras comidas.

El tomate, rompió las paredes de ese reservorio de especias y alimentos llamado cocina, disipó todo pudor y se instaló en el colectivo social del mundo. Dando origen a festividades donde el protagonista principal es su roja consistencia, de esta manera nace la famosa Tomatina, aquella ensangrentada fiesta que descarga intensidad en las calles de España, ahora también en Colombia y China, una vez al año, y donde el único requisito es estar dispuesto a lanzar y recibir tomates.

Sin embargo, esta hortaliza presente en todo el planeta, y tan común en nuestra mesa, proviene de una época remota, de una tierra extraña, de un continente desconocido, de un mundo no descubierto para los occidentales. Su historia se remonta la América prehispánica.

HISTORIA DEL TOMATE

Se conjetura, que desde el año 700 antes de Cristo, periodo en que se calcula fue domesticado; el tomate se cultivaba en Perú y se consumía en México. Fue bautizado por la ciencia con el nombre de Solanum lycopersicum. Sin embargo, antes de clasificarlo con términos latinos, se le conocía como jitomate, nombre que procede del náhuatl, que significa tomate de ombligo.

Desentrañar el origen de su nombre no ha representado ninguna complicación para los especialistas. Por el contrario, tener la certeza del lugar de origen del tomate sí ha impuesto una odisea. México lucha por hacerlo suyo. Sin embargo la ciencia parece avalar la procedencia peruana de esta fruta.

Si bien, la presencia de este fruto, a diferencia de otros, está poco documentado en los ajuares funerarios, mantos o cerámicas de las culturas pre inca e inca, esto no prueba que no sea oriundo de nuestras tierras. Por el contrario, su efímera presencia es resultado del escaso consumo, y categoría de planta ornamental o salvaje asignada por los antiguos pobladores peruanos al tomate.

Pero, ¿qué nos hace suponer que el tomate es peruano? Si la documentación vinculante entre el tomate y nuestras tierras es casi inexistente. Es en este punto, donde la ciencia destierra todo ánimo chovinista, dando paso a la certeza que tiene como estandarte.

Se han encontrado en el Perú ocho especies salvajes de tomate, de las 18 existentes, convirtiéndonos en el país con mayor cantidad de especies nativas de tomates en el mundo. Entre ellas encontramos el hirsutum, cheesmanii, chilense, chmielenwskii, glandulosum, tomate cereza, peruviarum, tomate pasa, y el tomate que conocemos en la actualidad: Solanum lycopersicum.

No obstante, estas pruebas no fueron de mucho agrado para los mexicanos. Es conocido el malestar de México en 1992 con motivo de la celebración de los 500 años del descubrimiento de América. La revista francesa Courrier de planète publicó una lista con los alimentos traídos a Europa desde México y Guatemala; en el mencionado inventario no figuraba el tomate, asignándosele el origen al Perú.

Aquel incidente desató la indignación del escritor y diplomático mexicano Fernando Pasos, quien señaló estar "escandalizado por la insolencia de algunos seudo-sabios que atribuyen la procedencia del tomate al Perú". Cabe señalar, que un reciente estudio desarrollado en España, indicó que los tomates de los andes estan más lejos de la domesticación que otras especies de zonas distintas; por este motivo, los tomates andinos son más primitivos y próximos a ser fuente de origen de este.

EL TOMATE LLEGA A EUROPA

Los primeros tomates que se conocieron en Europa fueron de color amarillo. En 1554, el botánico italiano Piero Andrea Mattioli los describió como "pomo d'oro", es decir: manzana dorada; de aquí el nombre de salsa "pomodoro". En el siglo XVIII en Francia se le conocía como "pomme d'amour" o manzana de amor.

Sin embargo, el tomate no siempre fue apreciado. En los siglos XVI y XVII, los europeos creían que los tomates eran venenosos; también consideraban que su consumo era pecaminoso, pues decían que "calentaba la sangre". Del mismo modo, se pensaba que el tomate poseía fuertes propiedades afrodisiacas, motivando su prohibición en los conventos europeos del siglo XVII y XVII.

El único uso que los europeos le daban en un principio fue el de planta ornamental, accesorio para adornar sombreros femeninos, o como prendedores del vestido de algunas damas. Los tomates rojos fueron rechazados en un primer momento, pues se creía que eran tóxicos debido a su color.

Pasado los prejuicios y descubiertas sus bondades, Europa acogió con mucho placer este rojo fruto de tierras extrañas, convirtiéndolo en un conspicuo protagonista de su gastronomía. Así, Italia hizo de él un ingrediente indispensable de las pizzas y pastas.

España lo elogió con los "gazpachos" y "salmorejos", e incluso en Buñol se le rinde homenaje cada tercer miércoles de agosto desde 1950, con la fiesta más grande del mundo en homenaje a este fruto: La Tomatina, donde el protagonista principal es el tomate.

PROPIEDADES MEDICINALES

Crudo, frito, cocido, en salsa, en zumo o como ingrediente secundario; el tomate es un alimento nutritivo que, por su sabor y bajo precio, forma parte de la dieta de gran  número de personas.

Sus beneficios medicinales pueden ser superiores a cualquier fármaco -resultado de costosas y complejas investigaciones- que el hombre haya gestado. Y es que, hasta la fecha, ningún medicamento ha conseguido tener tantas propiedades terapéuticas juntas como las del tomate.

Se ha comprobado que el tomate puede prevenir hasta nueve tipos de cáncer, entre ellos el de pulmón, próstata y estómago. También reduce el colesterol, combate las infecciones, fortalece el sistema inmune, elimina el ácido úrico, aplaca el dolor artrítico y reducir el riesgo de infarto, entre otras dolencias.

Un estudio de la Universidad de Carolina del Norte en Estados Unidos encontró que las personas que consumían este alimento con regularidad tenían la mitad de riesgo de sufrir un infarto que aquellos no lo hacían. El estudio comparó a 1,300 americanos y europeos que habían sufrido un infarto con el mismo número de sujetos que nunca lo habían padecido. La conclusión era clara: la diferencia se encontraba en el consumo de tomate.

La sustancia que, según todos los estudios, es responsable de este resultado es el licopeno, un pigmento que le proporciona su característico color rojo. El licopeno también se encuentra en otros alimentos. La diferencia es que el tomate es el que mayor proporción tiene de este pigmento, proporcionando el 90 por ciento del necesario para el organismo.

Otras propiedades que comparten las diferentes variedades de tomate son potasio, fósforo y magnesio, necesarios para la actividad normal de nervios y músculos.

Además, posee importantes cantidades de vitaminas B1, B2, B5, E y, sobre todo, C y A. El tomate contiene una mínima cantidad de grasas, convirtiéndolo en un aliado indispensable en las dietas de adelgazamiento y de control de peso.

Las propiedades del tomate son muchas, sus usos gastronómicos son enormes y los aportes a la salud son cada vez mayores; convirtiendo a este rojo alimento en uno de los más estudiados de los últimos años, y cómo no, en uno de los más utilizados y consumidos. La próxima vez que comamos un tomate no solo deleitémonos con su sabor, agradezcamos sus bondades.
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