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VÍCTOR RAÚL, EL MÁS GRANDE

En el 30 aniversario de su partida a la eternidad
"Con el transcurso de los tiempos tu gloria crecerá como lo hacen las sombras cuando el sol declina". Fueron las palabras del cura Choquehuanca a Simón Bolívar. Y creo que nunca como ahora cualquier analista objetivo podría y tendría que decir lo mismo del legado personal de Víctor Raúl Haya de la Torre.
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VÍCTOR RAÚL, EL MÁS GRANDE

Y es que como muy pocos hombres en la historia del Perú y América Latina, la biografía del fundador del Aprismo se puede leer de atrás hacia adelante, como de adelante hacia atrás, es decir íntegramente. Pero a la par, esa biografía es tan completa que se puede reconocer en él no sólo al político sino también al filósofo, al luchador social y fundamentalmente al Ser Humano.

 

En épocas como las actuales que hablan y exigen tanto de la "especialización", reconocemos en Víctor Raúl el verdadero ejemplo de constituir una persona que no sólo cultivó el aspecto "social" de su ser, sino también su espiritualidad. ¿Cómo sino entonces pudo resistir las tentaciones que desde su juventud se le planteasen para incorporarse al "stablishment"?

 

Si alguien preguntase cuál fue la base sobre la que Haya de la Torre construiría su portentosa biografía, desde mi punto de vista esa sería su ÉTICA y su MORAL. Las páginas de su juventud están plagadas de hechos que demuestran la solidez de sus convicciones y de su carácter, para -como Cristo- no dejarse llevar por las incitaciones que el sistema corrupto imperante le hacían.

 

No es casual que recuerde la vida de El Nazareno para hablar de Víctor Raúl. Formado en colegio francés y religioso, la mística y la entrega absoluta a sus ideales -tal como lo hiciera Juana de Arco- fueron el sustrato de su formación escolar. ¿Por qué sorprenderse entonces de su espíritu de lucha, entrega y sacrificio a lo largo de su vida?

 

Sin embargo, el autor de El Antimperialismo y el Apra, no fue solamente emoción y sentimiento, su formación fue enriquecida por el racionalismo francés y alemán que centró y equilibró definitivamente su espíritu.

 

De ahí la amplia producción intelectual que caracterizó su vida, sustentada en la eterna duda cartesiana y el contraste dialéctico hegeliano, que lo llevó a confrontar la teoría con la realidad, para a su vez generar nuevas teorías, definidas no en la especulación teorética sino en la propia experiencia práctica.

 

Así es como Haya se hace grande en la política, con amplia disposición para adaptar la acción a los requerimientos del momento, sin tener ataduras que le resten a uno movilidad y capacidad de respuesta. Pero nunca perdiendo el objetivo superior, su afán ético y moral, la justicia social.

 

En ese desenvolverse entre la teoría y la acción, Víctor Raúl descubrió la incapacidad de las ideologías foráneas para interpretar y explicar nuestra propia realidad. Y por eso nació el Aprismo no sólo como partido o movimiento político, sino fundamentalmente como ideología y doctrina propia de nuestra América.

Aprismo es saber que la realidad de nuestros pueblos requiere teorías y conceptos propios de interpretación, y mucho más aún que las soluciones a aplicar estén adecuadas a nuestra peculiar situación. Esto que ahora pareciera una verdad de Perogrullo, lo dijo heréticamente Haya de la Torre allá por la década del 20 y lo repitió conceptuosamente a lo largo de su vida. Y como toda herejía del ayer es una verdad incontrastable del hoy.

 

Víctor Raúl en el más estricto sentido de la palabra fue un revolucionario de las Américas, porque planteó no sólo la identidad de nuestra historia, sino porque formuló las bases de un propio y autónomo modelo de desarrollo, sustentado en la más avanzada teoría de las ciencias, la teoría de la relatividad.

 

Y digo esto, porque supo articular el conocimiento científico natural con el estudio de la sociedad, estipulando que la ruta para nuestro desenvolvimiento debía establecerse al igual que en la física, en torno a cuatro dimensiones. Mientras que para Einstein esas dimensiones eran la altitud, la latitud, la longitud y el tiempo, para Víctor Raúl en la realidad humana, eran la sociedad, la política, la economía y la cultura.

 

La mayor parte de las teorías convencionales sólo tocan algunos de esos aspectos. En general, la política y la economía, otros la economía y la sociedad, los más avanzados la economía, la política y la sociedad, pero sólo recientemente se reconoce también la importancia de la cultura. Bueno, eso ya lo había pensado Haya de la Torre, y lo llamó Espacio-Tiempo Histórico.

 

Así fue "el Viejo", como cariñosamente hablábamos de él quienes lo conocimos. Y sin embargo, mientras otros con menor o igual capacidad vivían en la opulencia, él vivió y murió por voluntad propia en la absoluta austeridad. Los hombres son más grandes no por lo que atesoran materialmente sino por el inmenso espíritu que albergan en lo que es un frágil cuerpo.

 

Un 2 de agosto partió hacia los cielos; miles de miles llegaron hasta su féretro, amigos, compañeros y adversarios. Muchos de ellos, sólo lo vieron de lejos, pero supieron de su obra y de su ejemplo, que los ayudó a ser mejores personas. Todos, con su presencia, sentenciaron, eres y serás el más grande, ahora y por mucho, mucho tiempo más.
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