Sí, son pocos, muy pocos los "incaicos", como acá les llaman, los que habitan en este país mediterráneo y poseen sus documentos en regla. Unos cuantos poseen grandes empresas, aunque no reconozcan públicamente que estas son en realidad filiales peruanas.
El "BCP", siglas del Banco de Crédito del Perú, por ejemplo, dice en Bolivia no tener nada que ver con el BCP del Perú, a pesar que sus altos funcionarios son peruanos y lleva las mismas siglas y colores. O como los casos del aceite "Fino" y la margarina "Regia", de capitales mixtos peruanos y bolivianos, que muchos medios de comunicación afirman que son 100 por ciento bolivianos… Tan boliviana como la "Pil", empresa lechera y envasadora, subsidiaria de
Pero, ¿y la situación de los miles de peruanos indocumentados? Es obvio que cada día está peor. Y es que en medio de la preocupante situación económica boliviana, la falta de una visión de país, la inflación ascendente, además del consiguiente desempleo, hacen que a los peruanos cada día les vaya peor; tanto así que el argot popular nos ha endilgado la ominosa etiqueta de "ladrones y contrabandistas".
Y ni qué decir ahora que don Evo Morales se ha lanzado irrespetuosamente contra el presidente peruano Alan García Pérez, para decirle que su gobierno es imperialista. Esto, dejando de lado, por una razón de buen gusto, las alusiones del mandatario boliviano a la fisionomía del jefe de Estado del país incaico. Una más de don Evo que, por lo menos aquí, en el círculo de los analistas políticos, ya no nos sorprende.
IDEAS SEPARATISTAS
Es en este contexto que los peruanos indocumentados viven y trabajan, principalmente en el campo de la mecánica, como ambulantes, o pequeños comerciantes en el mejor de los casos, y también en actividades de contrabando, dirigidas casi siempre por ciudadanos bolivianos. De allí que a Evo Morales, como él mismo lo señaló, lo persigue la meta de construir un muro en la frontera con Perú (¿?).
Mientras esta idea cobra forma y financiamiento, mil efectivos policiales bolivianos han sido enviados a la frontera con el Perú, principalmente en la zona de "El Desaguadero", donde solo un puente no muy largo separa a ambos países. Claro, todo ello ante las muy airadas protestas de los comerciantes bolivianos y peruanos, quienes pujan por cruzarlo libremente, sin obstáculo alguno.
El contrabando en esa zona sí existe. Y no llama la atención, si cruzamos la frontera a pie, ver la gran cantidad de balones de gas boliviano que aquí tienen un precio promedio de cuatro dólares y se revenden a más de diez, pocos metros más allá, en el Perú. Y ni qué decir del diesel que en Bolivia es subvencionado por el gobierno y cuesta, por lo tanto, la décima parte de lo que cuesta en territorios vecinos.
Claro que hay contrabando y miles de peruanos y bolivianos están involucrados. Pero, según los más destacados economistas bolivianos, la preocupante escasez imperante, a lo largo y ancho de todo el país, de esos dos productos y otros comestibles como el pollo, el aceite y los fideos, no se debería totalmente a su ilegal salida del país. Ellos afirman que "pocas, muy pocas empresas, incluidas las petroleras que aún permanecen en el país, están dispuestas a invertir un centavo más, debido a las nacionalizaciones y las estatizaciones realizadas por el gobierno de Evo Morales, y también por la inestabilidad política, social y económica que impera en Bolivia".