La "brochure" o catálogo, de factura simple pero nítida, con 14 fotografías en blanco y negro realizadas por André Cypriano, alude a prácticas religiosas, filosofías, modos de vida, de las comunidades brasileras quilombolas o habitantes del Quilombo disgregadas por todas las regiones del inmenso Brasil. Comunidades que a la vez se encuentran corriendo el riesgo de una desestructuración social, territorial y económica, debido a su lucha por el mantenimiento y defensa de sus herencias africanas.
Resulta interesante apreciar en estas fotografías, el paisaje geográfico y humano de esta cultura que vive en permanente contacto con la naturaleza. Tal como se ve en una de las fotos de Vicente Francisco Dos Santos, el hombre quilombola, ha sido un guerrero desbravador y perfecto conocedor de la naturaleza, e inclusive un buen lector de las señales que ésta les brinda.
En la foto que presenta Benedito Menezes Da Costa, tomada en Curiaú, Macapá, Amapá, se ve claramente cómo los quilombolas se solidarizan con la naturaleza a través del concepto moderno de sustentabilidad ambiental, que en el caso de esta cultura, se aplica desde hace varios siglos.
Es paradójico ver como culturas más primitivas, en algunas partes de nuestro continente, demuestran más aprecio y afecto por la naturaleza que nuestra cultura occidental, con mayor conocimiento en muchos aspectos, pero con menos sensibilidad y respeto hacia ella.
Otro elemento constitutivo y característico de estas comunidades de tradición africana, son los tambores, los atabaques, las congas, los huembes, los crivadores, los rufadores y otros elementos de percusión, herramientas importantes para las celebraciones de los descendientes de los antiguos quilombos.
En Barra do Brumado, Bahía, región de buscadores de oro y piedras preciosas, se conserva también las antiguas tradiciones africanas. Los quilombos se alimentan de la crianza de cabras, y fabrican asimismo alforjas y baúles de cuero.
Los jóvenes tienen una gran responsabilidad de mantener su cultura mediante la transferencia de sus valores por vía oral, tal como se ve en las fotos de Amanda de Aguiar Pires, Lilian Floriano da Silva y Janaína de Aguilar en la Zona de Cafundó, Sorocaba, San Pablo.
En la toma realizada en Oriximiná, Janari, Pancada, Pará, la juventud aparece llena de vida y sin embargo, frecuentemente parten hacia la capital por la falta de oportunidades de estudio y trabajo en sus propias tierras. En la foto figuran las niñas Naír de Salgado de Oliveira, Débora Lúcia Figueiredo de Souza, Regilane Mineiro dos Santos y Luciane Salgado Viana. Asistimos a una cultura llena de particularidades que la hacen más rica a nivel humano y espiritual, por su solidaridad, amor y respeto por la naturaleza, expresados en sus costumbres, celebraciones y arte.
Es interesante fomentar el reconocimiento a las artesanías de pueblos como los quilombolas que por su calidad y relevancia ayudan a la supervivencia de sus habitantes.
Brasil sostiene la preservación de sus bienes inmateriales y el uso sustentable del medio ambiente, mediante proyectos de inserción de estas comunidades al país. Por ética e identidad los brasileros en sus políticas públicas, no podrían negar la existencia de estas culturas, menos aún la de sus tradiciones y necesidades.
Por Vania Gonzales-Tello
Artista Plástica
Master en Ciencias del Arte