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REVISTA

EN BUSCA DEL CENTRO POLÍTICO

Reubicaciones electorales
Adelantando el cronograma electoral se anuncian vientos de reubicación electoral en busca del voto. Faltan aún dos años de gobierno pero figuras políticas principales como Lourdes Flores y Ollanta Humala, comienzan a hablar de ubicarse en el centro político evidenciando que desean apartarse de los extremos ideológicos y buscar la gobernabilidad de nuestro país en el próximo periodo de gobierno.
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EN BUSCA DEL CENTRO POLÍTICO

Bienvenidos los afanes centristas que sintonizan con la tendencia global de rechazar los extremos y apostar al equilibrio. Más aún en nuestro continente dividido entre los seguidores del socialismo del siglo XXI, impulsado por Hugo Chávez, y la izquierda democrática, de inspiración social demócrata, donde se ubican exitosamente Bachelet, Lula y Tabaré Vasquez.

 

Es cierto que son varios los líderes de izquierda llegados al gobierno en nuestros países, impulsados por el rechazo al Consenso de Washington, aunque sin que ello implique que toda la lógica del capitalismo esté cuestionada. Lo está la famosa mano invisible y la infalibilidad del mercado debido a la profunda crisis económica que se extiende de Washington al mundo.

 

Las rectificaciones van por la urgencia de estados fuertes capaces de regular y supervisar todas las actividades financieras, incluso por la necesidad de una autoridad mundial como lo acaba de pedir el Papa Benedicto XVI en su encíclica "Caridad en la Verdad", que ponga límites a la ambición. Ingresa al debate la dupla mercado - planificación estatal, esta última al servicio del mercado.

 

¿DÓNDE ESTÁ EL CENTRO?

 

Hay quienes reniegan de la diada izquierda derecha, afirmando que está fuera de época, metodológica o políticamente sigue siendo válida, y quienes desean alejarse de estos espacios aspiran al centro asumiendo las rectificaciones universales del capitalismo y del socialismo; tomando lo mejor de ambas ideologías para estructurar un centro caracterizado por el triangulo interactivo mercado- estado-sociedad.

 

La centroizquierda más radical propone un cambio de la racionalidad económica capitalista por la cual el mercado se subordina a la planificación mientras los derechos sociales son atendidos no por el mercado sino por la solidaridad.  Dentro de las alternativas al capitalismo salvaje y al neoliberalismo está fortalecer el Estado que, ni pequeño ni frágil, pueda conciliar los intereses privados y públicos con el objetivo de lograr la estabilidad económica y política que a todos beneficia. Y contribuir a la construcción de la ciudadanía y del Estado social y democrático de derecho, fórmula constitucional española que hoy por hoy representa lo más acabado dentro de la utopía política.

 

En el mundo globalizado no hay lugar para radicalismos que excluyan, por el contrario nuestros países buscan economías orientadas al bien común sin suprimir ni el interés privado ni el mercado. Y aquí se legitima el péndulo que va desde el libre juego del mercado sin intervención ciudadana a una creciente participación ciudadana. Ni interés privado supeditado completamente al bien común ni planificación central que margine a la ciudadanía.

 

EL SUEÑO DEL CAMINO PROPIO

 

¿Podremos gestar en nuestro continente una vía con características propias o un capitalismo andino? No tenemos respuesta. Un parto doloroso y hasta violento se está dando en Bolivia. Los desafíos de la modernidad junto a la superación de la pobreza y la desigualdad exigen potenciar las ventajas comunitarias, artesanales y mercantiles de nuestros pueblos, alentar las capacidades propias de generación y distribución de riqueza, de creación de saberes y tecnología. Las economías de comunidades indígenas y de pequeños productores tienen su propia racionalidad lamentablemente con escaso desarrollo.

 

En esta vía adecuada a nuestras realidades, los estados nacionales deben ser fortalecidos en tanto siguen siendo responsables del bienestar colectivo y de la regulación de los mercados a condición de compatibilizar intervencionismo con iniciativa privada y de combinar valores del capitalismo y del socialismo con el propósito de superar ambos y ubicarnos en el centro político. Esta parece ser la voz de los presentes y convulsos días.

 

La reciente crisis financiera amenaza ser la más seria de los últimos tiempos dejando pequeña la crisis asiática de julio de 1997. Las instituciones financieras privadas con su colapso han traído abajo también los principios del libre mercado y de la no intervención del estado. Lo mismo ha sucedido con la desregulación. Ahora se reclama la presencia supervisora para evitar que la irresponsabilidad de algunos termine requiriendo el dinero de todos para evitar mayores daños. Lo impensable -la asunción estatal de la deuda contaminada del sector privado- se convirtió en inevitable.

 

La famosa mano invisible no funciona porque no existe. Se necesita la regulación del estado sobre el mercado y de un estado que debe tener autoridad y fuerza para imponer sus reglas. Falta una autoridad mundial que garantice el cumplimento del sistema financiero para evitar préstamos sin garantías y pirámides que desmoronan ilusiones y bolsas.

 

NO HAY MERCADO SIN REGULACIÓN

 

Queda claro que el mercado sin regulación conduce a la especulación, a la búsqueda ilimitada de la ganancia y a la formación de mafias como sucedió después del derrumbe de la URSS. Por ello se dice que en Rusia perecieron las dos utopías del siglo XX, la socialista y la liberal.

 

El capitalismo reformula su inspiración, varios de sus principios clásicos están cuestionados. Algo a tener en cuenta en los países que siempre obedientes impulsaron reformas liberales en los noventa y dieron forma a un modelo que dio pocos resultados y que hoy pocos pueden defender. El llamado Consenso de Washington vuelve a ser desautorizado pero esta vez a dimensiones globales. No es el fin del mundo pero si un enorme golpe ideológico al pensamiento que en su momento se pretendió único y como tal se impuso.

 

Sin duda la mejor rectificación es la regulación que forma parte de la respuesta a largo plazo, pero no es la panacea. Las empresas financieras deberán ser más responsables en el futuro, caso contrario vendrán nuevas crisis y nuevas debilidades. Que se asimilen las lecciones. Las tomas de control estatal no pueden ser la única vía para proteger el sistema de los efectos de su propia avaricia. Que lo tengan en cuenta quienes fácilmente se proclaman centristas. El centro es deseable pero hay que construirlo con responsabilidad.
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