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FÚTBOL PERUANO

Otro fracaso de la selección para el Mundial 2010
Me encanta el fútbol y tengo la virtud de jugarlo. Y el Perú hace mucho tiempo que no regala la magia de sus goles. Ganar se ha vuelto en un sueño, a pesar de que hay ganadores nuestros brillando por todo el mundo.
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FÚTBOL PERUANO

Lo que me llama la atención es que muy pocos están entusiasmados con el fútbol nacional y nuestros estadios carecen del ambiente propicio para pasar un buen fin de semana. Eso sí, la violencia de las barras bravas y los líos en las calles son la mejor evidencia de que hay un problema por resolver cuando hablamos de jugadores y pelotas del deporte más hermoso del mundo.

 

Yo no creo que el Perú sea un país de perdedores. No, que va. Ya tenemos a Claudio Pizarro, a Norberto Solano, a Jefferson Farfán y a Paolo Guerrero como los principales ejemplos a seguir. Europa ya conoce el mercado peruano. El escenario se complica cuando juegan por la blanquirroja y salen pifiados por los fanáticos.

 

¿No será que también es un problema de identidad nacional? ¿Acaso no es cierto que todos ellos brillaron con luz propia sin que el estado les brinde la más mínima atención desde sus inicios? De otra forma, no se puede entender por qué Claudio Pizarro no grita sus goles como sí lo hace en Alemania. Y lo mismo podríamos decir de Paolo Guerrero sin desmerecer su entrega en el campo, igual situación convoca a Jefferson "La Foquita" Farfán y otros que jugaron hace poco.

 

Otra premisa para tomar en cuenta es el espíritu de equipo que se respira allá y sobre todo el liderazgo marcado que desempeña un director técnico de fútbol, que viene a ser algo así como un general que coloca sus mejores fichas para ganar diferentes batallas.

 

Aquí cada quien se ha disparado por sus propios medios. Como si hubieran ganado y el hecho de sentirse ganadores los exime de lucir esos galardones en la cancha. ¿Para qué si ellos ya ganaron a todos los que juegan en el país? Probablemente, eso pasa por su mente y se vea reflejado en cada partido que nuestra selección nos viene regalando en estas últimas eliminatorias donde hemos quedado otra vez en la vergüenza.

 

No sé, pero podríamos agregar que la preparación científica que se tiene del fútbol en países desarrollados, ubica a uno de los nuestros en un panorama tan exigente que volver al Perú puede resultar en un periodo grato de vacaciones que cae muy bien en jugadores de alta competencia.

 

Otra idea que puede funcionar para comprender la debacle de la selección es la falta de un horizonte común. Empezando por una directiva que linda con la mediocridad y desliza una sensación de poder insustancial.

 

Sin visión de desarrollo nada funciona y por más director extranjero calificado que se contrate los resultados no se manifiestan de manera inmediata ante un grupo que solo se reúne para un objetivo: El Mundial de cada cuatro años.

 

El deporte es un asunto de estado. Hay países muy pequeños como Jamaica que tienen a los atletas más competitivos del mundo porque tienen como misión formar a los futuros grandes exponentes del atletismo. Los preparan desde muy pequeños, invierten dinero, tiempo y el niño se va identificando con su país, su patria, su gente.

 

Nuestros deportistas pueden ganar muchas cosas pero esto pasa por construir un espíritu de equipo y apostar por el largo plazo, sin dejar de lado la educación como tema aglutinador para formar nuevos valores que, de verdad, defiendan al Perú. Los ejemplos de Kina Malpartida, Sofía Mulanovich o Luis Horna son casos aislados, no obstante, viven orgullosos de la bandera y  de haberse logrado en base a su esfuerzo e inversión personal.

 

El ambiente del fútbol es similar. Esta pasión solo formará parte del progreso cuando se integre hacia objetivos nacionales. De lo contrario, seguirá siendo una ilusión que se disfraza posteriormente de frustración y genera violencia. Equipos como Universitario, Alianza, Cristal, Universidad San Martín o Cienciano no son nada ganándose a sí mismos.

 

Hace tiempo que Venezuela -la selección más fácil que siempre teníamos- nos lleva cierta ventaja y se luce internacionalmente en la Copa Libertadores y la Copa Sudamericana. Aquí, un equipo como Mariano Melgar de Arequipa vive estampado, desde que lo conozco, en la media tabla como si fuera su máxima aspiración. Sin rumbo.

 

Planificar y proyectarse hacia resultados ambiciosos sugiere una integración que convoque a los que saben de fútbol: dirigentes, jugadores, entrenadores e hinchada. Todos ellos deben apuntar a construir la verdadera rojiblanca. Los apetitos personales solo reflejan el ridículo. Talento sobra, la idea es aprovechar el potencial humano que tenemos y rodearnos de éxito, porque, sin duda, el Perú es mucho más grande que sus propios problemas.
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