Si existen leyes que rigen el quehacer de toda sociedad, una de ellas debe ser la que concierne al hecho de que nada en política sucede por casualidad. Es decir, aquella que nos informa que nada de lo que hoy acontece en el ámbito de la cosa pública nos viene caída del cielo. ¡No!, muy por el contrario, todo es consecuencia, nos dice, de hechos que constituyendo su causa permiten explicarlo. Nada sucedería así en forma fortuita... nada, mucho menos lo que acontece en los campos donde los intereses de todo calibre priman, como son los de los ámbitos de las decisiones colectivas tanto a nivel interno como a escala internacional.
Pues bien, este parece ser el caso de todo lo que viene sucediendo durante los últimos días en América Latina. Ya que en nuestra subregión, mandatarios de países tales como Colombia, Venezuela, Bolivia, Chile y Perú, expresando -si bien es cierto cada quien en función de su peculiar manera- su parecer, nos muestran que en el tablero del ajedrez geopolítico regional los desplazamientos podrían recibir cualquier calificativo, excepto el de ser catalogados como casuales... A no ser que haciéndolo, aquel que los califique como tal, cometa una falacia intelectual, restándole así pertinencia a su razonamiento y credibilidad a su análisis.
Se podría decir, como más de uno lo hace, que no debe resultar casual entonces que nuestra vecina Colombia haya aceptado que se instalen más de media docena de bases norteamericanas en su territorio y que el anuncio de esto casi coincida con la realización de la reunión del Unasur a celebrarse este fin de semana en Bariloche, Argentina. Y que el pasado fin de semana, Alan García, aduciendo sus razones, haya arremetido con todo contra su par boliviano, sosteniendo que Bolivia está trabajando un acuerdo bajo la mesa con el país de la Estrella Solitaria. ¡No, esto no puede ser casual!
¡Por qué ad portas de una reunión de trascendencia para la integración de nuestros países, una vez más, se producen problemas que enrarecen el ambiente de la región, poniendo así en tela de juicio la credibilidad de este tipo de cónclaves! ¡Por qué nuestros países se permiten desechar irresponsablemente este tipo de reuniones...! No será acaso que quienes azuzan los ánimos estén sirviendo otros intereses que no son precisamente los regionales, debilitando así al principal instrumento que nuestros países pueden darse; vale decir, el fortalecimiento de la plataforma que le permita acceder a niveles superiores de unidad. ¡Cuidado!