La celebración puede iniciarse en cualquier lugar, en donde el buen gusto y la buena disposición sean parte de los principales ingredientes de cada plato. Una mesa familiar, un almuerzo de negocios, una conferencia de prensa, una feria gastronómica... cualquier escenario es bueno, los protagonistas, los elegidos, hacen la fiesta por sí solos.
Si bien es cierto que la final solo coronó a siete platos, quedaron también en el camino, representantes de la selva, potajes de la sierra, y otras delicias de la costa. Pero aunque muy pocos lo notaron, nuestra reina por excelencia, la papa, estuvo presente en casi todos ellos. Creemos que esta es una reivindicación, para quienes trabajan la tierra, para cada rincón de este país en donde se siembra este maravilloso tubérculo. Es una reafirmación de nuestra peruanidad, aunque algunos crean que solo Lima participó.
Sin la intención de tapar el sol con un dedo, sabemos que casi todos los ganadores de esta primera edición son costeños y que, por consiguiente, fueron relegados a posiciones posteriores, platos nutritivos como el picante de cuy, populares como el pollo a la brasa, festivos como el juane, deliciosos como el rocoto relleno, casi divinos como la pachamanca... en fin, más de 130 platos que participaron en ocho meses de competencia. Pero, nos guste o no, esto es lo que decidió un importante número de votantes a lo largo de todo el país y más allá de nuestras fronteras.