Hace 70 años, un día como hoy, el mundo se encontraba en estado de guerra. La Wehrmacht, las fuerzas armadas teutónicas, muy de madrugada dos días antes, el 1 de setiembre de 1939, habían cruzado la frontera con Polonia y desencadenado así el segundo conflicto de escala planetaria... el segundo episodio de lo que se conocerá sin duda en el porvenir como la gran guerra civil europea del Siglo XX se iniciaba; para finalizar tan solo, en lo que concierne a Europa, a fines de abril de 1945, con el suicidio de Adolfo Hitler y la derrota inapelable de la Alemania Nazi.
Tuvieron que morir más de 60 millones de seres humanos, el equivalente entonces al 2 por ciento de la población del planeta, para que en la primera quincena de agosto de aquel año, luego de que se hicieron explotar dos bombas atómicas sobre el territorio del Imperio del Sol Naciente, se pusiese punto final a este desembalse de ignominiosa brutalidad que -trayendo por tierra principios, valores e instituciones- sepultó bajo el peso de millones de osamentas, lo mejor de nosotros, mostrándonos las peores aristas de la condición humana. La humanidad entonces había tocado fondo.
Hoy siete décadas después del inicio de aquel triste periodo de nuestra historia universal, en medio de las conmemoraciones y el mea culpa alemán en la persona de su canciller Angela Merkel, conviene preguntarse si algo de sustantivo nuestra especie ha aprendido a partir de aquellos sucesos que, solo con el pasar de los años y las décadas, revelarían su procaz y dramática dimensión. Conviene pensar, al menos siquiera, como miembros de este supra colectivo que es la humanidad, si el sacrificio de esos millones de seres humanos, entre civiles y militares, valió realmente la pena.
Nada sería más grato que responder en forma afirmativa y contundente a esta cuestión. ¡Nada!... sin embargo, sin la intención de desanimar a los más optimistas y hacer el papel de aguaocasiones, creemos pertinente señalar que, muy a pesar de lo que se sostiene, hay hechos que nos indican que para muchos el triste capítulo que significó la antesala a la Segunda Guerra Mundial y el desenvolvimiento de la conflagración misma, constituye tan solo una suerte de detalle en la historia. Olvidando así que la guerra es una prolongación u otra forma finalmente de hacer política.