EL PRÓXIMO DISCURSO...

La cuenta regresiva se ha iniciado de aquí al 28 de julio. Cada día que pasa la expectativa crece en torno al contenido del mensaje presidencial. Esto en el contexto de un escenario enrarecido a nivel internacional debido al incremento incesante de la cotización del llamado Oro Negro y del aumento también del precio de los alimentos a escala planetaria. El precio del petróleo que se avecina a la antes inimaginable valla de los 150 dólares por barril y la escasez preocupante de los alimentos envían hacia nuestra economía su onda de schock inflacionaria.

Y en un ambiente social y político a nivel interno que también se enrarece, tal como lo muestran el paro del 9 de julio y las movilizaciones, aunque aisla­das, que se han sucedido semanas atrás en distintos puntos del país, el men­saje presidencial, que como todos los años dirige al país desde el hemiciclo del Congreso de la República el Primer Mandatario, suscita en la base social del país, además de legitimas expectativas, una demanda acuciante de medidas que le permitan al país hacer frente al escenario adverso con el que todos no­sotros hoy nos confrontamos.

El Presidente Alan García tiene hoy la palabra. De igual forma el Premier Jorge Del Castillo. Ambos, con su estilo y una forma de hacer política que le son propios, conforman el binomio de poder político de más alto nivel en nues­tro país que tendrá que despejar las interrogantes que la sociedad y el país le plantean al segundo gobierno aprista en la historia de nuestra República. Por­que preguntas, más allá de la calificación de grado inversión que ha recibido una vez más nuestra economía recientemente, hay. Y son varias.

Tendrán que responderle al país con objetividad, claridad y transparencia, cómo harán para que los frutos del crecimiento macroeconómico, que nuestro país detenta desde hace varios años, se sientan también en la gran mayoría de los hogares de nuestra patria, cuyos presupuestos hoy, con el retorno a la escena de la inflación, se ven duramente mermados. Mucha imaginación tendrá que mostrar el gobierno a fin de hacer frente al rebrote inflacionario y al mismo tiempo potenciar las fuentes genuinas de la generación de ingreso para las grandes mayorías en nuestro país.

También deberán abordar las interrogantes que le plantea al país el es­fuerzo descentralizador que nunca ha dado tantas prerrogativas como ahora a los gobiernos regionales en lo concerniente a la capacidad de gasto y a la transferencia de funciones. Porque, aunque los gobiernos regionales son entes autónomos, el país imbuido de afán descentralizador, requiere de un liderazgo clarividente a más alto nivel a fin de que nuestra sociedad se fortalezca a través de una dinámica regional orientada a promover la inversión pública y privada y, por ende, el empleo e ingresos para nuestras gentes.

Tendrá el gobierno aprista, respondiendo a estas y otras interrogantes, que plantear un nuevo escenario a fin de que los peruanos no tengan la impresión de andar permanentemente al filo de la navaja, en la incertidumbre con respec­to a lo que sucederá, no en décadas por venir, sino en un horizonte de mediano plazo. Vale decir el 2011. Nuestro pueblo, el Presidente lo sabe, sufrió de la dé­cada perdida de los ochenta, asumió con dignidad la del ajuste neoliberal, hoy espera cosechar un poco más del sacrificio que ha consagrado para el futuro de nuestro querido país. He ahí el desafío...