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Viernes 26 de abril 2024   |   Contáctenos
REVISTA

RIOJA

Ciudad de los sombreros
Curiosas leyendas, incomparables parajes naturales, gente amable y acogedora, irresistibles platos típicos e incontables atractivos que lo harán pensar en una nueva visita, se convierten en obligadas razones para darnos una vuelta por Rioja...
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RIOJA

Cuenta la leyenda que a su regreso de Chachapoyas hacia Rioja, el arriero Manuel Aspajo tuvo que pasar la noche en Bagazán, un paraje desolado donde solo él y sus bueyes eran testigos de la belleza de la naturaleza que los rodeaba.

Pero grande fue su sorpresa cuando al despertar con los primeros rayos del sol, sus bueyes habían desaparecido y a lo lejos una voz repetía su nombre una y otra vez. Al llegar al lugar de donde provenía el llamado, Manuel encontró en una cueva un pequeño Cristo crucificado apoyado en una piedra.

Sorprendido por el hallazgo, cayó de rodillas e incesantes lágrimas corrían por sus mejillas. Con el Cristo en brazos emprendió rumbo hacia Rioja y tras contar la experiencia que había vivido entregó la imagen a las autoridades del pueblo, quienes sin salir de su asombro decidieron emprender la construcción de la Capilla del Señor de Bagazán.

A partir de ese día, la fe de los riojanos cambió radicalmente. Y es que el Cristo de Bagazán no solo significó un nuevo giro en la vida de los pobladores de ese entonces, también cambió el sentimiento religioso de la comunidad riojana, que en esos tiempos vivía en constantes enfrentamientos.

Así, con la llegada del también llamado "Cristo la Concordia" entre todos los vecinos, cuyas celebraciones toman por asaltos las calles riojanas durante la primera semana de junio, la cueva donde fue hallada fue bautizada como Cueva de Bagazán.

DE CUEVAS Y CUEVAS

Convertida en uno de los lugares preferidos por los visitantes, la Cueva de Bagazán se ubica en el poblado de Molinopampa y lejos de asombrarse con la belleza del lugar, quien la visite también quedará maravillado al escuchar, al detalle, la historia que protagonizó don Manuel 119 años atrás.

Pero la de Bagazán no es la única cueva que apreciará en tierras riojanas. Y es que al parecer, la naturaleza se ha encargado de dotar a esta provincia selvática de numerosos lugares que entre la luz y la oscuridad ofrecen un sinfín de panoramas naturales teñidos de verde.

La Cueva de Cascayunga, ubicada en el centro poblado menor La Perla de Cascayunga, se caracteriza por cautivar a sus visitantes con hermosas figuras caprichosas provenientes de las estalactitas y estalagmitas que se ubican en su interior.

Similar experiencia podrá vivir en la Cueva de los Huacharos, donde desde la entrada podrá divisar innumerables estalactitas y estalagmitas, que en algunos casos adoptan formas humanas o de animales que se complementan perfectamente con las aguas cristalinas del río subterráneo que aloja a numerosos peces.

Pero estos peces parecidos a la carachama no son los únicos animales que encontrará en esta cueva. Una rara especie de aves nocturnas también habita en ellas. Conocidas como huacharos, estos seres alados están en proceso de extinción y su nombre es el que ha servido para bautizar de la misma manera a esta cueva.

Ubicada a 24 kilómetros de la ciudad de Rioja, exactamente en el caserío de Palestina, en Nueva Cajamarca, la Cueva de los Huacharos tiene una entrada de alrededor de ocho metros de diámetro y su interior se ha convertido en todo un misterio, puesto que nadie ha podido adentrarse más de 600 metros.

En la Cueva de las Velas, en el distrito de Pardo Miguel – Naranjos, además de las curiosas formas en los techos y suelos, también quedará maravillado con las enigmáticas figuras que representan columnas romanas formadas con el paso del tiempo.

Alrededor de 78 kilómetros más al norte de la ciudad, en la Quebrada de Aguas Claras para ser más exactos, encontramos la Cueva de Aguas Claras. Conocida como el "Santuario de las Amazonas", además de las estalactitas y estalagmitas, esta cueva posee dos entradas que los conducirá a las profundidades de la Cordillera Oriental de los Andes.

SOMBREROS DE PAJA

Reconocida por la indiscutible capacidad de sus mujeres artesanas para crear sombreros y adornos de paja bombonaje, Rioja tiene bien ganado el nombre de Ciudad de los Sombreros, actividad que encuentra sus raíces centenares de años atrás.

Transmitida por sus ancestros, los riojanos cuentan que fueron unos ciudadanos provenientes de Guayaquil quienes les enseñaron el arte de tejer con el bombonaje o paja toquilla, nombre con el que se le conoce en otras partes de nuestro país, en el norte por ejemplo.

COMUNIDADES NATIVAS

Tal y como ocurre en otros lugares de la selva, la convivencia –aunque sea por unos minutos– con las pocas comunidades nativas que aún perduran en algunos rincones de nuestro país, se convierte en otro imperdible atractivos en tierras riojanas.

Una de ellas, la de Shampuyacu está ubicada en el colorido distrito de Awajún. En este lugar, los nativos aun conservan armas, tatuajes, vestimentas y costumbres como símbolo de su organización social y cultural, además de su folklore y artesanía.

Maravillado por la experiencia que vivirá en este lugar y para conservar parte de los recuerdos que no querrá borrar de su memoria por muchos años, curiosas artesanías elaboradas por los nativos se convertirán en los más preciados souvenir de su paso por esta parte de nuestra selva.

Al igual que en Shampuyacu y si cuenta con tiempo suficiente para prolongar su estadía en tierras riojanas, podrá repetir la experiencia de convivir con los nativos en comunidades como Alto Naranjillo, Dorada, Bajo Naranjillo, Huascayacu, Alto Mayo, San Rafael y Morroyacu.

Reconfortados por ese espíritu que inyecta la selva en cada uno de sus rincones pintados de verde y sin borrar de nuestra memoria ninguno de los innumerables encantos que encontramos a nuestro paso por Rioja, emprendimos el retorno con la consigna de retornar a gozar del carnaval riojano que celebra en el mes de febrero.

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