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REVISTA

CHINA DE HOY, TRADICIÓN Y DESARROLLO

El país de los millones de empresarios
En la China de hoy, la que celebró el 2008 los primeros Juegos Olímpicos de su historia, asombrando al mundo con la belleza y precisión de sus ceremonias de apertura y clausura, conviven la más estruendosa modernidad con las creencias medievales, el desarrollo extraordinario con la pobreza o la cultura refinada con la ignorancia profunda.
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CHINA DE HOY, TRADICIÓN Y DESARROLLO

Este inmenso país, llamado Imperio del Centro, es un gran misterio para muchos, en el que los contrastes ayudan poco a obtener una imagen única. Resulta difícil a los occidentales entender la velocidad de su progreso, somos incapaces de asimilar cómo han logrado la mayor y más rápida transformación económica y social que ha vivido un país en la historia de la humanidad.

Una metamorfosis que posibilitó Mao Zedong y dio forma Deng Xiaoping, al lanzar el proceso de apertura y reforma de una nación que parecía adormecida durante miles de años. Comprender China, observar su cultura milenaria y su tradición confuciana es casi imposible con nuestros patrones conceptuales.

La apertura desplaza al país hacia el centro geopolítico y económico del mundo despertando temores y suspicacias en las grandes potencias. Sin embargo, los chinos se empeñan en precisar que no compiten, que se mantienen en el nivel de los países en vías de desarrollo entendiendo que eliminar la pobreza que agobia a millones es su prioridad.

Los sesenta años de la revolución son por ahora su momento estelar a celebrarse el 1 de octubre. En una gigantesca y simbólica ceremonia que preparan en la Plaza Tiananmen mostrarán con orgullo los avances que el país ha experimentado en las tres últimas décadas.

Su proceso de reformas ha cambiado completamente el destino de sus más de 1,300 millones de habitantes. No entienden ni desean entender los conceptos de una democracia al estilo occidental, consideran que los derechos humanos no se defienden en China como lo hacen en Europa. Los derechos del individuo están supeditados a los que se otorgan al grupo.

Durante el periplo preparado para los periodistas latinoamericanos de alto nivel invitados por el gobierno chino, políticos, funcionarios y  empresarios nos invitaron a varias reuniones alrededor del té, deleitándose con la exquisita infusión tal como en occidente sucede alrededor de los mejores vinos. La delicada bebida, servida siempre en pequeñas tazas de fina porcelana, implica un ritual de atención al visitante.

China ha saltado en tres décadas de una economía planificada a una economía de mercado socialista inventada por Deng Xiaoping, una mezcla del capitalismo occidental con fuerte intervención del Estado y régimen de partido único.

Los chinos conservan una pasión por el comercio y un espíritu emprendedor que se refleja claramente en ciudades como Beijing y Shangai, más aún en esta última de dimensiones increíbles. Hay quienes ven una cierta rivalidad entre las dos ciudades pero los funcionarios se encargan de aclarar, Beijing y Shangai son los dos motores del crecimiento y el progreso uno de cuyos hitos fue la decisión, en 2002, de admitir a los empresarios en el Partido Comunista.

Hicieron muy bien porque está claro que los empresarios, grandes y pequeños, son los protagonistas. Millones de ciudadanos gestionan sus propios negocios y otros tantos sueñan con hacerlo. El rápido crecimiento en las últimas décadas ha sacado de la pobreza a cientos de millones.

Pero el éxito económico ha traído problemas de contaminación ambiental y de corrupción, pérdida de cobertura sanitaria y educativa, y, sobre todo, una creciente brecha entre ricos y pobres, que los líderes del Partido Comunista consideran prioritario revertir. El Gobierno de Hu Jintao asume estos desafíos para proporcionar empleos a la población y que la locomotora de la economía no se detenga.

Los funcionarios que nos reciben tienen un discurso asumido, la bandera de la paz, el desarrollo y la cooperación, una política exterior independiente y pacífica, continuar el desarrollo y mantener la apertura para promover la construcción de un mundo armonioso.

A pesar del creciente peso económico y diplomático la clave que China desea transmitir es que su ascenso es pacífico, que no es amenaza para nadie y que, por el contrario, ha abierto un camino original que exhibe con orgullo.

*Desde Shangai

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