Jueves 25 de abril 2024 | Contáctenos
Él y ella, argentinos y latinoamericanos de corazón. Ernesto, doctor, romántico, guerrillero, lo dejó todo por todos y ella, artista, valiente, querida y rebelde, nos dio todo.
Como contaba, este texto iba tratar solo del ‘Che’ y pretendía centrarme en lo poco que se sabe y lo muy desprestigiado que anda, a pesar y en parte por culpa, de las millares de camisetas rojas con su rostro que se venden por todo el mundo.
Pero, lo de Mercedes, aunque suene extraño, me ha quitado las ganas de hacer algo pesimista. Claro, pasado el shock inicial, lo que queda es las ganas de seguir para adelante con el ejemplo de esta gigante.
Los artistas, que no reducimos la función del arte a la compra y venta, somos conscientes de su poder transformador, y eso precisamente, es lo que nos recordó, canción tras canción, la ‘negra’ Mercedes.
Ayuda memoria para los desmemoriados
El ‘Che’ argentino–cubano– latinoamericano que murió en Bolivia, dejó su natal Rosario en motocicleta y no paró hasta La Habana, ya no en moto sino a pie y barbudo.
No se quedó satisfecho y se fue al Congo transformado en TATU, ahí le perdieron de vista y los servicios secretos lo alucinaban en todos lados para aparecer asesinado en una escuelita de La Higuera boliviana.
La ‘negra’ creció en Tucumán y de la mano del folclore llegó hasta Buenos Aires, por culpa de la dictadura se exilió en París y hasta la primavera democrática de los ochenta no regresaría por Argentina.
La música la llevó por medio mundo y el 2008 pasó, una vez más, por Lima. Premios, concierto en la Capilla Sixtina, etc. Hace unos años acusó una depresión atrasada por los años del exilio.
El leiv motiv
Una canción de Fito Páez, interpretada siempre por Mercedes reza: “… quién dice que todo está perdido / yo vengo a ofrecer mi corazón…”, cantaba ella, lo vivía ella, lo cumplió él.
De eso se trata al fin de cuentas todo este devenir de palabras, la opción de ofrecer el corazón, de no saberse perdedores, de no conformarse con el debe ser, la opción de imaginar otro mundo posible.
Así como la vida de Mercedes no se limitó a cantar por cantar, la vida de Ernesto Guevara no fue la política por la política. A ambos, y a muchos que los recordamos, los movía el amor, la indignación y sueño de un mundo mejor. Por eso son inmortales, porque su ejemplo perdura.
Y así como a la ‘negra’, las radios comerciales, hace tiempo que ya no la pasan, todo aquello que sea diferente es censurado, todo aquello que pretende ser una alternativa, es silenciado.
Alguna vez leí en un libro de edición cubana, que tras la muerte de ‘Che’ se había hecho un minuto de silencio en un partido del campeonato descentralizado peruano, me parece increíble. Hoy, me parece increíble.
Si mientras se daba un golpe de estado en Honduras todas las cadenas pasaban en directo la muerte de Michael Jackson, merecido sí, pero me sigue pareciendo increíble.
Para el ‘Che’, Bolivia era por su posición geográfica estratégica al centro de Sudamérica y su composición social específica, el lugar ideal donde iniciar lo que tendría que terminar en la gran revolución latinoamericana.
Equivocado o no, lo cierto es que en Bolivia lo dejaron solo, todos, eso y un excesivo crédito a la teoría del foquismo, la traición del PC boliviano, y egos demás terminaron por zanjar su muerte.
En una escuelita boliviana, en un velorio improvisado, un desfile de campesinos mira su cuerpo de ojos vivos. A simpe vista parece vivo, el ‘Che’ muere con los ojos abiertos y así lo registran las últimas imágenes. Al pie de su cuerpo, un compañero peruano, Juan Pablo Chang.
Será acaso una premonición, un cuerpo que parece vivo, es acaso el cuerpo de alguien que nunca murió. Coincido con tantos, que ya lo dijeron antes, hoy está mas vivo que nunca, a pesar de los millares de camisetas y los millares de adolescentes que se las ponen sin sentido.
El cuerpo de la ‘negra’ en la capilla ardiente, no tiene los ojos abiertos, están cerrados, es que están en paz, me dijo alguien mientras miraba la tele. La ‘negra’ en paz y a diferencia del ‘Che’ en olor de multitudes.
Termino esto que no se bien como llamar, con un verso de otra canción, esta vez de Silvio, “que cosa fuera corazón/ que cosa fuera la masa sin canteras/ un amasijo hecho de cuerdas y tendones/ un revoltijo de carne con madera/ que lucecitas montadas para escena”. Qué cosa sería del mundo sin estos dos, que seria de la nueva canción latinoamericana, sin estos dos, que sería del arte sin el corazón, que sería de mí sin estos dos.
Por Mauricio Delgado
Artista visual, docente, miembro del Colectivo del Museo Itinerante ARTE POR LA MEMORIA, de la brigada muralista, organizador desde hace 2 años del Foro de la Cultura Solidaria de villa el Salvador. Cuenta con dos exposiciones individuales y multiples colectivas dentro y fuera del Perú.