DÓLAR, CRUDA REALIDAD

El dólar colapsa. La divisa americana, después de más de un año, frisa nuevamente el límite de los 2.8 soles por billete de unidad. Esto, ante el estupor de aquellos entre nuestros compatriotas que desconcertados quieren hoy deshacerse lo más rápido posible de sus haberes y ahorros en esta divisa. Poco a poco las voces de protesta, comenzando por la de la Asociación de Exportadores – ADEX, se hacen sentir, pues la apreciación del Nuevo Sol con respecto a la moneda gringa encuentra ya una dura traducción en términos económicos y financieros.

Cómo explicar, más uno se pregunta por doquier, la estrepitosa caída del billete verde, que como todo bien que no es libre debe la disminución de su precio, en su caso el tipo de cambio, a un exceso de oferta con respecto a la demanda del mismo. Ya que si los agentes económicos se deshacen de esta divisa, como es el caso en la actualidad, el mercado se inunda de ellas e inundándose produce una espiral de reforzamiento de la tendencia a su depreciación... El tipo de cambio del dólar parece haber entrado en un callejón sin salida por el momento.

Sucede esto en una economía en la que, exportándose menos de lo que se exportaba hace no muchos meses, no puede explicar por la monetización de esta fuente de divisas la presión a la baja del precio del dólar… en una economía en la que el flujo de inversión extranjera ha visto disminuir su cadencia como consecuencia también de la profunda crisis económica que golpea y agobia a nuestro planeta... y en una sociedad en la que hoy, a diferencia de hace poco, la numerosa y generosa diáspora peruana no puede verter remesas como antes lo hacía...

El ciudadano de a pie, más allá de las causas coyunturales que los analistas buscando explicación a este gran problema proponen, tiene derecho a preguntarse dónde se encuentra el meollo de este intrincado y oscuro asunto que, de ahondarse, no solo podría tener peores consecuencias económicas y financieras, sino también sociales de insospechada traducción política... Pues en una sociedad como la nuestra, las exigencias en términos de excelencia productiva y competitividad que este escenario impone pueden ser contraproducentes para la estabilidad de nuestra democracia.

En este contexto, el ente emisor tiene que responder al país por esta situación que, si bien favorece a la importación y a quienes en su balance detentan obligaciones y deudas en dólares, golpea al productor nacional y a todo aquel que quiere canalizar su creación al exterior... nada de medias tintas, el Banco Central tiene el deber de indagar, señalando, sin soslayar el debilitamiento del dólar en el mundo globalizado, el origen de los billetes verdes en una economía andina como la nuestra: en la probable presencia de los narco dólares en nuestra sociedad.