Viernes 26 de abril 2024 | Contáctenos
Arturo ya no puede hablar. Y así pudiera no diría nada de las llamadas no contestadas o de las citas canceladas de parte de los que ahora dicen que son sus "hermanos" o "amigos".
Tampoco, con su sencillez, estaría de acuerdo con el espectáculo, digámoslo sin medias tintas, grotesco que se hizo con su sepelio. Arturo se merece el homenaje de la humildad y del calor popular y no el de la hipocresía que se alimenta de la falsedad.
No se cuántos de los ministros habrán entonado alguna vez un vals ni se si ellos sabrán a ciencia cierta lo que significa y significó Arturo. Lo sabían y lo saben el maestro Quintanilla, Oscar Avilés, el Chino Domínguez, Julito Pizarro, Manuel Acosta Ojeda, Reynaldo Naranjo, Alfonso Grados Bertorini, y entre los que se han ido Manuel D'Ornellas, Augusto Thorndike, Chabuca, Guillermo "Catuacho" Cortés entre otros. Y todos ellos son conscientes que lo que se hizo con el sepelio es una sobreactuación del presidente García.
Lo que debería ser un sepelio discreto y sentido se ha transformado en un espectáculo politizado. A tal punto que la Hermandad del Señor de los Milagros se negó a sacar al Señor a recibir el ataúd de Arturo, privilegio que solo tienen las andas de otros santos.
Alan García está haciendo lo mismo que hizo en el sepelio del grupo Néctar. Y lo hace amparado en que es un criollo que siente lo que le ha pasado a su "hermano". Lo siente tanto que le entrega Canal 7 a un director que saca los programas criollos y Radio Nacional a la APDAYC condenando a los viejos criollos, de verdad, a perder sus programas.
Arturo no te dejan descansar en paz. Lo mereces realmente.