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REVISTA

NI HUMILLADOS NI OPRIMIDOS

Acerca del Himno Nacional
El virreinato es una etapa de nuestra vida nacional en la que los peruanos no fuimos esclavos, no estuvimos largo tiempo indolentes con la cerviz humillada, arrastrando ominosas cadenas, ni tampoco fuimos tan generalizadamente tontos como para aceptar tal situación en silencio y gimiendo hasta que alguien lanzó el grito de libertad en nuestras costas.
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NI HUMILLADOS NI OPRIMIDOS

Fuimos colonizados y gobernados por una potencia como España pero no fuimos humillados ni oprimidos como nación. Aunque lamentablemente hubiera sectores sociales como los esclavos y los indios que si lo estuvieron.

El colonialismo de los países más poderosos se extendió por muchos territorios del orbe que durante los siglos XVIII y XIX estuvieron activos en su búsqueda de materias primas baratas y mercados para sus productos. Con la descolonización y las luchas de liberación nacional en el siglo pasado esos países en su mayoría hoy son estados libres e integran la ONU en paridad con los que antes fueron sus colonizadores.

La esclavitud fue una perversa institución aceptada en muchos países entre ellos Estados Unidos que por combatirla libró su dramática guerra de secesión. Ni unos ni otros recuerdan por ello en sus himnos nacionales tan aberrante práctica social.

Siempre me pareció ofensiva y antipatriótica la letra de la estrofa del Himno Nacional que comienza con el “largo tiempo el peruano oprimido la ominosa cadena arrastró”. Como periodista creo en el poder de la palabra repetida y me parece irracional hacer que nuestros jóvenes y niños repitan esas frases que encierran nociones que mellan la autoestima y la dignidad nacionales.

Por eso desde hace muchos años, además de haber escrito varios artículos sobre el carácter poco saludable y nada patriótico de la estrofa de marras, en lo personal me abstengo de entonarla, me detengo y espero a que llegue el hermoso coro del Somos Libres para continuar el rito patrio.

Una sola estrofa puede influir en el espíritu nacional y encender el entusiasmo y la confianza en los logros colectivos o deprimirlo ante una conducta poco edificante de sus mayores. Nuestra historia tiene tanto encanto para propios y extraños pero el esplendor que nos legaron los incas y los preincas o el esfuerzo de nuestros precursores libertarios y héroes republicanos no aparece por ningún lado en el himno.

Si como es el caso, grandes y chicos, nos limitamos a repetir mecánicamente frases sin mensaje positivo, sentencias que recuerdan un pasado ominoso, de derrotismo y ausencia de coraje y dignidad estamos condenando a vivir sin esos valores a un pueblo, que como todos, requiere de la motivación simbólica para avanzar hacia la felicidad y el progreso. Y no es un pequeño detalle a descuidar como algunos intelectuales y políticos pretenden.

Felicitaciones al gobierno, y en especial al ministro de Defensa, que ha dispuesto que las Fuerzas Armadas dejen de entonar esa estrofa, que además de ser ingrata, fue declarada apócrifa en el 2005 por el Tribunal Constitucional. Y aunque no lo fuera. Estamos en el siglo XXI y ya es tiempo que el largo tiempo de presunta humillación deje de ser recordado y entonado en escuelas, universidades y ceremonias públicas.

La sociedad peruana avanza y un símbolo patrio como el himno nacional debe insuflar orgullo por su historia y confianza en nuestras posibilidades como nación. Definitivamente nuestra historia, aquella que debemos respetar, no es la de la dominación derrotista ni la de la ausencia de coraje y dignidad.

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