ESPÍA PERUANO O TOPO CHILENO: UNA CRISIS MÁS

Una vez más las relaciones entre nuestro país y el de La Estrella Solitaria se han tensionado. En esta oportunidad, al igual de lo sucedido hace 31 años con otro militar peruano de menor rango, quien fue ajusticiado después de un sumarísimo proceso en el fuero militar, hoy se trata de otro suboficial, Víctor Ariza, quien ha admitido haber incurrido en el delito mayor de traición a la patria, al haber prestado sus singulares servicios durante cinco años a la causa e intereses de nuestro vecino del sur.  Las relaciones diplomáticas pues entre el Perú y Chile hoy, alcanzando un bajísimo nivel, han ingresado, producto también de los adjetivos altisonantes que a más alto nivel se han utilizado, a una suerte de campo minado.

De tal dimensión es esta crisis, desatada el último fin de semana y que hoy duramente arrecia en la opinión pública remeciendo la conciencia nacional, al punto que obligó al Presidente de la República -anfitrión de los jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros de la APEC hace tan solo un año cuando el Perú fue sede de la cumbre de este gran colegiado- a adelantar su retorno a nuestras tierras, dejando sin duda a más de uno de sus pares ahí presentes con el deseo de verlo... Pues, según su elevado criterio, la controversia ocasionada por el protervo espionaje chileno merecía su presencia hoy más que nunca a fin de alinear al país detrás de la posición nacional que como Jefe de Estado le corresponde hoy plantear y defender.

Se percibe hoy en el enrarecido ambiente peruano  cólera e indignación en el rostro del ciudadano de a pie por lo que viene sucediendo con nuestro siempre controvertido vecino del sur... Al extremo que para muchos pareciera que, en medio de la escalada de acusaciones lanzadas desde nuestra parte y los consiguientes desmentidos ensayados desde la otra que niega todo lo que se le imputa, no habría lugar para otro escenario que no sea el de la radicalización de nuestra posición y la profundización de la crisis... como consecuencia del mal que nos ha infligido un país cuya dinámica presencia en los planos financiero y comercial se  habría ampliado a otros campos ajenos a los de la normal integración entre países vecinos.

Sin embargo, más allá de los sentimientos que se suscitan debido al mal comportamiento del que ha hecho gala nuestro compatriota trabajando en calidad de asalariado para la inteligencia chilena, otras voces se manifiestan expresando preocupación por las implicancias para nuestro país de un agudizamiento de esta crisis. Esto no solo en el plano internacional, pues al ser Ariza  un “topo” peruano en su propio país y no un espía chileno, nos deja mal parados ante los ojos del mundo, y también a nivel interno. Ya que la radicalización de la posición peruana, se dice, serviría los intereses de aquellos que, no estando de acuerdo con el discurso antiarmamentista del presidente Alan García en el Unasur, atizan hoy los ánimos nacionalistas.

Mucho cuidado con lo que pueda suceder en nuestro país a partir de esta inoportuna situación. ¡Mucho cuidado! No hay que pecar de ligereza… las consecuencias de esta crisis pueden ser perniciosas tanto para la frágil estabilidad de un continente en el que las fuerzas centrífugas nacionalistas acechan por doquier, como para la política interna y, por ende, la estabilidad de la democracia en nuestra patria. En la que, ad portas de procesos electorales, no se debe permitir que el nacionalismo, proveniente de cualquiera de los extremos del abanico de opciones que los electores tendrán ante si, sesgue un debate que debe llevarnos a diseñar un proyecto país justo y libre que todos deseamos.