La Antológica que el notable artista nacional ha articulado nos presenta obras de lo último de su producción, pero también otras que vienen de hace décadas, cuando todo comenzaba para el artista. Esto nos permite apreciar la infatigable evolución que Tola (Lima, 1943) parece buscar desenfrenadamente en cada uno de sus trabajos.
Sus acostumbrados personajes infernales y pesadillescos no se han esfumado de sus lienzos, de la misma manera que quizás tampoco lo hayan hecho de su cabeza; son sus demonios entrañables, y Tola pareciera no querer dejarlos ir. Pareciera convivir muy bien con ellos. Basta mirar uno solo de sus cuadros, o mirarlo a los ojos.
Decir que sus obras recientes denotan una cierta madurez respecto de sus trabajos anteriores sería aventurado en un artista como Tola, que es capaz de sentarse en el suelo en plena exposición o de sacarse las muelas y exponer, a la vez que sus cuadros alucinantes y alucinados, el único diente que le dejó alguna pelea, o de sorprendernos con alguna imagen incandescente.
Pero no solo por situaciones como estas, que a alguno le podría parecer meras anécdotas, pero que en el fondo revelan una parte esencial de su personalidad y de la personalidad que le imprime a su trabajo. Tola ha dejado claro que es un artista que no le teme al cambio, al giro inusitado y a la sorpresa entendida como investigación constante de nuevas formas que lo expresen de la manera más cabal posible. Eso es lo que a primera vista salta de una muestra de Tola, y en esta Antológica con mucha mayor razón: Tola, pincel en una mano y vaso de whisky y cigarrillo en la otra, escudriñando en su interior, a las tres de la mañana, lo más solo posible, la manera precisa de expresarse.
Tola es expresionista, figurativo, abstracto, loco, fumador, paranoico, vehemente, sesentón y muchas cosas más. Un gran pintor, básicamente. Las exposiciones, las críticas y las notas sobre su trabajo, las entrevistas y ese tipo de cosas, parecieran tenerlo sin cuidado. Ojo: solo parecieran; porque, como él mismo dijo alguna vez: once meses hago de monje metido en mi casa pintando y un mes hago de puta dando entrevistas y tomándome fotos con la gente. Salud, Tola. Larga vida.