ENTRE LAS CUMBRES Y EL FUTURO

Un nuevo escenario se perfila ante nosotros. La Cumbre ALC-UE llevada a cabo a mediados del mes de mayo y los sendos Tratados de Libre Comercio firmados con Canadá, por una parte, y la lejana Singapur, por la otra, sin duda catalizan aún más la dinámica macroeconómica en la que se encuentra insertada la economía nacional desde hace 58 meses en forma ininterrumpida, posicionando a tirios y troyanos en nuestro país ante el hecho mayor que significa el potencial acceso a mayores niveles de bienestar.

Potencial, ya que como todo nuevo escenario, este momento excepcional de confluencia económica y financiera, nos confronta tanto a las enormes posibilidades que tenemos en términos de oportunidades de mercado en el sentido más genuino de la palabra, como a los obstáculos existentes que habrá que superar con el fin de operativizar con altura y acierto la elección entre la gran gama de alternativas ante si. Lo que exigirá, sin duda, medidas y acciones de vanguardia y, seguramente, inéditas.

Otro no puede ser el talante que se tendrá que adoptar si lo que se quiere es echar mano, aunque sea en pequeñas porciones, de los nuevos mercados a los que se podrá acceder en este nuevo contexto de intercambios internacionales. Que exige, más  allá de lo que algunos imaginen y digan, que nuestro país y gobernantes deben asumir la tarea de crecer con el objetivo de desarrollar a la sociedad en su conjunto. Venciendo, para lograr esto, a la pobreza y desigualdad que aún golpea a muchos en el país.

Para esto, habrá que capitalizar humanamente a nuestras gentes. Sobre todo a los vastos sectores sociales hasta ahora excluidos del acceso a lo que trae consigo la contemporaneidad. Que demanda de aquellos que desean incorporarse positivamente al mundo global, no solo consumismo sino también un nivel de válidos saberes profundamente enraizados, sólidos conocimientos y valores estructurantes de una ética para la vida transitada en solidaridad y armonía con su país y el planeta.

Habrá también que capitalizar socialmente a nuestro pueblo. Condición hoy indispensable, pues lo que también se desea en estos momentos es establecer los mecanismos de confianza que el buen ejercicio de la libertad económica exige, para que, sin intervencionismos, emerjan nuevas reglas de convivencia que nos permitan cimentar sobre sólidas bases a nuestras instituciones. Encargadas de procesar y canalizar expectativas individuales y societales en nuestro régimen que se desea democrático.

Tendremos pues, si esta vez no queremos dejar pasar, como en otras ocasiones ha sucedido en nuestra patria, el carro de la historia, que tomar al toro por las astas, asumiendo desde ahora la tarea de movilizar a las fuerzas vivas del país en esta gran cruzada nacional implícita en la necesidad de transformar, no solo material, sino también anímica y sicológicamente a nuestros compatriotas. Ya que lo que se requiere también, hoy más que nunca, es de una nueva actitud del peruano ante su destino.