La cita que durará 12 días -del 7 al 18 de diciembre- reunirá a los países más importantes del mundo en el contexto de decisiones que ya han hecho públicas. Arrojará decisiones sobre modelos energéticos y sobre la forma en que los países producimos y consumimos energía, especialmente aquellas que originan las emisiones de gases de efecto invernadero.
De cómo se aborde el tema y de los compromisos que asuman los países, dependerá nuestro uso de las fuentes de energía con consecuencias sobre los precios que pagamos por la que consumimos, sobre nuestra competitividad y finalmente sobre nuestra seguridad de suministro. El tema es cómo afecta a todos el cambio climático.
Participarán también los ecologistas profesionales, las industrias de energías renovables y los muchos negociadores del carbono. Tanta complejidad demanda que el abordaje sea desde la ciencia y la realidad. Y desde los posibles efectos y las posibilidades técnicas de reacción teniendo en cuenta la economía y la lucha contra el hambre, la enfermedad o la pobreza.
LA PRESENCIA CHINA
El primer ministro chino Wen Jiabao acudirá a Copenhague. Su país ya anunció su plan de eficiencia energética para reducir entre 40% y 45% la cantidad de emisiones de CO2 por unidad de PIB -concepto conocido como intensidad de carbono- entre el 2005 y el 2020.
Es la primera vez que Pekín le pone cifras a sus esfuerzos para controlar los gases de efecto invernadero, responsables del calentamiento global, pero el compromiso no significa que el país asiático vaya a recortar el total de sus emisiones en ese plazo, ya que dependerá de la evolución de su economía.
Para que China logre su objetivo tendrá que potenciar energías limpias, como la solar y la eólica, modernizar sus centrales térmicas y buscar nuevas formas de reducir la dependencia del carbón como fuente de generación eléctrica. Por supuesto también potenciará el uso de la energía nuclear.
Pero Pekín considera injusto medir a todos con la misma vara, puesto que el calentamiento ha sido causado principalmente por las naciones más avanzadas en un proceso de industrialización que dura más de 100 años.
LA PRESENCIA DE ESTADOS UNIDOS
Barack Obama también acudirá al cónclave danés. Estados Unidos disminuirá las emisiones de CO2 en 17% en el mismo plazo, en 30% para el 2025, y en 83% para el 2050. El presidente norteamericano estará en Copenhague el día 9 antes de la llegada de la mayoría de los otros 60 mandatarios.
Obama acudirá a la cumbre sin el instrumento que él mismo había exigido como condición para firmar un tratado: una ley para la reducción de la emisión de gases en Estados Unidos. El presidente norteamericano no quisiera repetir la experiencia de Bill Clinton, cuyo respaldo a Kioto nunca fue ratificado por el Congreso. Las posibilidades de que este apruebe la legislación sobre el cambio climático previa a la conferencia de la ONU siguen siendo casi nulas.
Por ello, Obama se limitará a exponer los objetivos del proyecto de ley aprobado en junio por la Cámara de Representantes: la reducción para el 2020 del 17% de las emisiones con respecto a los niveles del 2005, una reducción del 30% para el 2025, un 42% para el 2030 y un 83% para el 2050. Y esto es un enorme avance pues hasta hace poco tiempo Estados Unidos ni siquiera reconocía la responsabilidad del desarrollo humano en el cambio climático.
Para que el Congreso estadounidense adopte medidas audaces para la reducción de emisiones debe tener el correlato de las mismas en Pekín y en otros países que deben expresar su voluntad de negociar instrumentos.
Es importante el punto de vista de Europa pero también el de los países emergentes con los que compite la economía norteamericana, como Brasil, India, Indonesia y, particularmente, China. Las delegaciones negocian un acuerdo político para seguir discutiendo el texto legal en la siguiente conferencia del clima del próximo año en México.
LOS PAISES AMAZÓNICOS
Los países amazónicos, incluido Francia, se reunieron en Manaos, Brasil, para definir una estrategia común. Lula da Silva, el anfitrión y el presidente francés Nicolás Sarkozy son optimistas sobre el éxito de Copenhague.
Pese a elogiar la decisión de EE UU de anunciar un compromiso, Lula considera insuficiente la propuesta de Obama. "Quizá sea lo máximo que él puede hacer en función de las circunstancias políticas internas, pero está muy por debajo de aquello que es la responsabilidad histórica y el papel de Estados Unidos en este mundo globalizado, como está muy por debajo la propuesta de los países desarrollados de Europa", dijo.
El mayor impulso debe venir de los países que comparten la amazonía como son Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guayana, Perú, Surinam, Venezuela y Francia por su departamento de ultramar de Guayana. Todos suscribieron en Manaos un documento conjunto para Copenhague que subraya el principio de "responsabilidades compartidas pero diferenciadas". Es decir, que los países desarrollados son los más llamados a "reducir significativamente sus emisiones de gases contaminantes, de acuerdo con sus responsabilidades históricas".
Lula da a los países desarrollados, que destruyeron hace mucho tiempo todos sus bosques, la mayor responsabilidad en la reducción de las emisiones y en la ayuda a los países en desarrollo a combatir el calentamiento global. En razón de ello, los países amazónicos pedirán en Copenhague compensaciones de los países ricos para el combate contra el cambio climático.
Esto suena razonable porque nuestros países están sufriendo sus impactos y para superarlos requieren apoyo internacional suficiente y previsible “por razones de equidad” como dice el texto. Sarkozy predica la necesidad de una propuesta "muy precisa" para no quedarse en las generalidades como con el Protocolo de Kioto, a punto de caducar.
En Manaos se reafirmó la propuesta del Grupo de los 77 y China para que esta ayuda para el combate al calentamiento sea equivalente a entre el 0,5% y el 1,0% del PIB de los países en desarrollo. La compensación será financiera y tecnológica para los proyectos que permitan mitigar el efecto invernadero. En reciprocidad, los países amazónicos se comprometen a "garantizar que el crecimiento económico sustentable, inclusión social y sustentabilidad climática avancen de manera convergente y armoniosa".
LA PARTICIPACIÓN DEL PERÚ
Las soluciones a los retos climáticos y energéticos solo pueden venir de la seriedad de nuestros compromisos que en este caso son de Estado y no de gobierno. El Perú ya es uno de los países más afectados por las emisiones de monóxido de carbono y debe ser uno de los líderes.
Si los presidentes de las naciones más importantes estarán presentes también el nuestro deberá estar presente aún si no tuviéramos los estudios, planes, o estimaciones apropiadas.
Las decisiones energéticas son estratégicas para la vida y el desarrollo. Alan García siempre ha manifestado su preocupación ambientalista. En ALCUE 2008 propuso un impuesto de US$ 0.50 por barril de petróleo extraído para financiar la lucha contra el calentamiento.
Su presencia en Copenhague podría facilitar que la subsiguiente cumbre sea Lima 2015. Para ello y teniendo en cuenta que tenemos una de las más extensa selvas del mundo y una biodiversidad que muchos envidian, debemos contar con estudios sólidos sobre nuestras opciones y sus consecuencias, para informar y consensuar compromisos.
Para el Perú el esfuerzo ambiental permitirá traer ayuda internacional y la mayor participación en un mercado de bonos de carbono. Aunque de hecho ya estaríamos ganando con la ayuda para preservar nuestra naturaleza, nuestros hermosos nevados, la selva amazónica y la biodiversidad que nos enriquece como nación.