Viernes 26 de abril 2024 | Contáctenos
“Año de la Consolidación” es llamado oficialmente este 2010 a instancia del gobierno de Alan García Pérez, que al parecer en un esfuerzo por marcar la diferencia con lo sucedido durante el 2009, en lo que respecta a términos macroeconómicos y a los pobres resultados obtenidos en el PBI, quiere mostrarle al país que estos 365 días constituirán el periodo durante el cual esta segunda administración aprista en lo que va de nuestra historia republicana mostrará su razón de ser, relanzando al menos el aparato productivo.
Para esto, Alan García Pérez, en las postrimerías del 2009, como quien saca un “as bajo la manga”, “acepta la renuncia” del hasta entonces imprescindible Luis Carranza y nombra, casi en medio del ruido de los petardos que ya resonaban por Navidad, a la preferida del Ejecutivo, Mercedes Aráoz. Y anuncia, como hoy todos saben, aunque no resulte redundante recordarlo, que ella será la encargada de inyectarle energía y humanidad a la dinámica económica vía una mayor presencia del Estado: el eje desde ese momento de la llamada etapa de “consolidación”.
Hasta ahí, muchos sostienen, todo está bien... Bien, enfatizan, si por el rol que el Estado debe jugar a través de los proyectos que impulsará este año, a decir del presidente y de su ministra de Economía, se enmarcará dentro del propósito de velar fundamentalmente por el interés general en nuestra sociedad. Pues si algo resulta más contraproducente para consolidar lo que -si se quiere decir- se ha logrado, es la confusión entre los ámbitos privado y público.
En tal sentido, los peruanos tenemos derecho a saber si, durante este periodo de efervescencia electoral y de voluntarismo económico que se anuncia, más allá de las legítimas sinergias que se producen entre los sectores público y privado a la hora de encarar proyectos en los diferentes ámbitos de nuestra sociedad, podemos estar seguros que la defensa del interés general primará sobre todo... Y aprovechará la ocasión el gobierno para dejar atrás las suspicacias que más de una vez se han suscitado a este nivel.
En este campo no caben medias tintas. Pues ad portas, en el contexto del régimen democrático, de que en nuestra patria escojamos entre nuestros pares a quienes asumirán las riendas del poder político en los diferentes estamentos del Estado, un periodo que no es solo un festín fiscal, sino también de libertinaje en el uso de los fondos públicos: el dinero del contribuyente, es decir, el haber de todos los peruanos debe ser protegido. El gobierno está advertido, pues de lo que ahora haga depende el futuro del país que todos amamos.