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REVISTA

LUGAR SAGRADO EN MEDIO DE LA CIUDAD

Huaca Huallamarca
Rodeada de edificios y casas que se integran de manera peculiar con sus bien cimentadas construcciones de barro y piedra, este lugar -que acogió a pobladores de diferentes épocas- aún permanece en pie para gritar a los cuatro vientos que, en medio del bullicio y la muchedumbre, prevalecen muchos años de nuestra historia.
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LUGAR SAGRADO EN MEDIO DE LA CIUDAD

Como por arte de magia y evocando a ese halo sacro que irradió desde siempre en el lugar, el estridente sonido de las bocinas de los cientos de vehículos que transitan por la congestionada avenida Javier Prado Oeste de Lima desaparecen para dar paso, a escasas dos cuadras, a una placentera calma que se refleja en cada uno de los confines de la Huaca Huallamarca, ubicada en uno de los distritos más comerciales y transitados de la capital.

 

Así como San Isidro es uno de los tantos lugares que en Lima albergan vestigios de lo que fue nuestro Perú de antaño, al mismo tiempo es uno de los pocos distritos que después de miles de años, puede inflar el pecho para decir que parte del antiguo Perú aún permanece entre sus calles, esperando que nuevos visitantes se animen a descubrir los secretos que cada una de sus construcciones encierran.

 

Construcciones que se complementan de un modo muy particular con las edificaciones modernas, de pequeña y gran altura, que han aprendido a convivir con la belleza de las edificaciones de Huallamarca, desde cuya cima, a la que se accede por la empinada rampa principal, se obtiene una vista espectacular de esta parte de la ciudad.

 

MIRANDO EL PASADO

 

Aunque a diferencia de Bandurria, Caral y Pachacamac, los vestigios que aún quedan de Huallamarca son de una menor extensión, lo cierto es que cada uno de ellos devela la antigüedad del lugar y permanecen en pie para confirmar que la historia de esta huaca se remonta a comienzos de la era cristiana. Pues sus primeros ocupantes fueron los antiguos pobladores Huallas del valle de Lima, que vivieron durante 4 siglos, entre el 220 a.C. al 200 d.C.

 

Fueron ellos, quienes precisamente levantaron con pequeños adobes en forma de ?granos de maíz? -hechos laboriosamente a mano- plataformas superpuestas que permitieron alcanzar diferentes niveles, para cuyo acceso se crearon rampas laterales. Y quienes también diseñaron plazas cercadas, patios, pasadizos y áreas restringidas, todos pintados de color ocre, tal como se aprecia en la actualidad en ese rincón de San Isidro antiguo.

 

Un lugar que, al haber sido creado en forma de pirámide escalonada, fue concebido como un templo para la congregación y organización de un sector de la población con fines ceremoniales y administrativos. Por lo que, echando mano de las dimensiones y características de Huallamarca se puede pensar que fue un recinto de rango y jerarquía diferente al de los grandes centros religiosos de esa época de Lima, como Pucllana, Maranga y Pachacamac.

 

Sin embargo, tal como se puede apreciar en las instalaciones de su Museo de Sitio, con el paso del tiempo aparecieron en el valle nuevos centros urbanos, por lo que Huallamarca fue abandonada como templo y, en principio, los nuevos pobladores le dieron otro uso: el de cementerio. Ocupando primero el lugar, los entierros de cuerpos extendidos de la Cultura Lima (200 d.C. – 600 d.C.) y posteriormente los fardos funerarios de la sociedad Ichma (700 d.C. – 1000 d.C.).

 

Así los entierros, en la primera fase, se caracterizaron por ser simples. Cuerpos extendidos envueltos en telas de algodón, atados sobre una camilla de carrizo, con ofrendas a la altura de la cabeza que consistían en vasijas con alimentos. Mientras que la segunda fase se distinguió por hacer uso de sepulturas complejas de fardos funerarios con falsa cabeza. Uno de los vestigios conservados en el Museo, muestra que estos eran acompañados por un ajuar hecho con utensilios de textilería, instrumentos musicales, herramientas de labranza, vasijas polícromas de alfarería, mates y alimentos, como el maíz.

 

Finalmente, Huallamarca sirvió como asentamiento humano para algunas culturas pre-Incas durante 650 años, entre el 700 y el 1350 después de Cristo, quienes construyeron terrazas en la ladera baja del lado este de la pirámide a fin de construir una aldea compuesta por recintos habitacionales, patios y áreas de almacenamiento, así como fogones.

 

Esa época nos ha legado los depósitos en cestas y las grandes vasijas que servían como granero y recipientes de líquidos. Junto a ellos se han encontrado instrumentos de medición contable como balanzas, pesas y bienes de intercambio como la concha Spondylus, especie marina muy apreciada por los pobladores del mundo prehispánico.

Cientos de años después, en la primera mitad del siglo XX, se inicia el crecimiento urbano de la ciudad de Lima. Impulso y desarrollo de la construcción inmobiliaria que requeriría importantes cantidades de materiales de construcción, dando cuenta de muchas huacas como Huallamarca y Pucllana, que en esos años se convertirían en canteras de arcilla para la elaboración de ladrillos.

 

Felizmente en marzo de 1958 –durante la gestión del alcalde Carlos Neuhaus– se inician los trabajos de restauración y puesta en valor de Huallamarca, para lo que se realizaron excavaciones en el área, recuperando importantes vestigios. Sin embargo, estos trabajos de restauración no necesariamente respetaron la forma original del edificio y estos derivaron hacia un criterio de remodelación.

Por ello, de una forma piramidal trunca y elevada como un ?pan de azúcar? se transformó en una pirámide escalonada con una gran rampa frontal similar a las pirámides con rampa de Pachacamac. Y aunque ahora conocemos el lugar como Huallamarca, en un primer momento fue llamada Huaca Pan de Azúcar debido a que la forma de la pirámide se asemejaba a dicho dulce.

 

Ya en 1960, solo dos años después del inicio de los trabajos se construye el Museo de Sitio. Esta vez durante la gestión de Felipe Tudela y Barreda como alcalde de San Isidro. Ese año, la Huaca adopta el nombre de Huallamarca que correspondía a la toponimia de la zona circundante. Y mientras ?Hualla? equivaldría al nombre de un grupo o ayllu local, ?marca? significa pueblo o territorio, con lo que la traducción literaria del vocablo sería ?lugar donde habitan los Huallas?.

 

En esa forma, durante cientos de años de historia, por este lugar transitaron culturas diversas como los Huallas, los Ichma e Incas, transformando el sitio en un importante templo que, a pesar del abandono y de haber servido como cementerio, permanece en pie para decir que a pesar de esto también han servido para reconstruir nuestra historia. Por lo que Huallamarca continuará de pie para seguir con esa tarea, porque aún tiene muchos misterios que develar…

 

LUGAR DE "RESPETO"

 

Para conocer un poco más sobre esta huaca, Gener@cción conversó con la directora del Museo de Sitio de Huallamarca, Lyda Casas, quien nos brindó mayores detalles sobre esta importante joya arquitectónica.

 

Si bien la historia de Huallamarca se remonta a comienzos de la era cristiana, ¿cuál fue el real significado que obtuvo en la Lima de antaño?

En primer lugar se trató de un Santuario que mantuvo siempre un valor sagrado para las poblaciones. Como templo contribuyó a organizar la vida y quehacer de su sociedad desde distintos aspectos, ya sea ordenando la religiosidad y ritual, así como canalizando los lazos sociales, políticos y productivos al interior de las poblaciones.

 

De las tres funciones que ejerció en su historia (templo, cementerio y aldea), ¿cuál tuvo mayor influencia en las construcciones que se aprecian?

En la primera ocupación (templo) se construyó casi la integridad de la arquitectura que apreciamos hoy. El edificio logró su mayor volumen (con varias fases constructivas) organizándose a través de un sistema de plataformas escalonadas y superpuestas. Estas se articulaban mediante rampas adosadas que comunicaban las plazas de ofrendas y sacrificios con los adoratorios y recintos oraculares donde solo tendrían acceso los sacerdotes. Lo que se aprecia en la actualidad es una restauración de los paramentos, sobre las estructuras originales, empleando los mismos materiales y técnicas con los que fue construido el templo.

 

¿Cuál es su valor sagrado para lograr la fama que hoy ostenta?

Como punto de encuentro entre la sociedad y sus dioses, Huallamarca irradió siempre un halo sacro. Esto le valió para –aun después de la perdida de su poder político y económico– conservar su valor sagrado. De este modo las poblaciones posteriores la continuaron venerando, pero esta vez mediante rituales funerarios.

 

Convertida en un lugar sagrado en medio de la ciudad, ¿qué representa en la actualidad para los limeños y los peruanos?

En primer lugar creo que representa un lugar de respeto, más allá de su valor sagrado, es el respeto y cariño que sentimos todos los peruanos por nuestro pasado y nuestra cultura. La posibilidad de conservar y conocer un monumento arqueológico en medio de la ciudad y en un distrito tan moderno como San Isidro, conjugando ambas arquitecturas en armonía, nos enorgullece y ayuda a apreciar aun más nuestras raíces.

 

¿Seguirán las excavaciones en Huallamarca?

Con seguridad que seguirán las investigaciones en el sitio. Nos encontramos estudiando los materiales arqueológicos extraídos de las temporadas de excavaciones anteriores, y es precisamente esta etapa la que más información y conocimiento nos ha de brindar.

 

¿Qué es lo que se viene en el futuro para esa huaca?

En el futuro tenemos previsto consolidar aun más su puesta en valor, conservando nuevas áreas, ampliando el circuito turístico, mejorando la museografía, mejorando el entorno, procurando ofrecer un mejor servicio, entre otras cosas más.

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