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TERREMOTO EN LIMA

¿Estamos preparados?
Todavía las imágenes del devastador terremoto en Haití laten en nuestras retinas. Miles de muertos y heridos bañados en sangre y dolor nos conmueven, movilizándonos lamentablemente a pensar en nosotros mismos. El sur y su digna reconstrucción esperan en un abandono miserable, entonces ¿será que no aprendemos las lecciones a tiempo o deberá suceder un terremoto similar en Lima para atender la urgencia?
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TERREMOTO EN LIMA

HAITÍ, EL HERMANO REFLEJO DEL DOLOR

Es una nación levantada con fragilidad y una inseguridad socioeconómica que durante muchos años destruyó toda posibilidad de crecimiento y dignidad. Un país, dañado casi genéticamente con la indiferencia y violencia, que el pasado 12 de enero sufrió un terremoto de consecuencias demoledoras, 75 mil muertos confirmados por su primer ministro Jean Max Bellerine, cifra que se estima llegaría a los 200 mil.

Más de 300 mil familias en la calle y su capital Puerto Príncipe en ruinas, sin autoridad y orden para intentar reconstruir su país. El desgobierno y el hambre han convertido en las últimas horas a Haití en una herida sangrante para el mundo, pero la tristeza que hoy observamos minuto a minuto no es reciente. Este sentimiento existe desde siempre en este país caribeño, que es el más pobre del continente, y cuya historia de dictaduras y guerras civiles han alimentado a su población de miseria y desesperanza.

Dentro de la desgracia la solidaridad mundial surgió, y la peruana también, toneladas de ayuda en alimentos y equipos de rescate se hicieron presente en una loable acción de hermandad continental.

Sin embargo, no pudimos evitar sentir rabia contenida por el descuido e indiferencia por la propia desgracia, por la responsabilidad interna con la reconstrucción del sur tras el terremoto del 15 de agosto del 2007.

Ser solidarios es un principio de humanidad, pero después de haber terminado con la casa, con aquellos damnificados eternos que convirtieron sus carpas temporales en residencias permanentes. Con los pocos que recibieron un bono de S/. 6,000 para reconstruir una vivienda destruida en su totalidad, cuyo destino en su mayoría sirvieron para comprar mototaxis y así garantizar el sustento diario.

Una reconstrucción que se planteó sin orden y estructura, producto de las emociones del momento, urgidos por tapar el agujero de pobreza que el terremoto de 7,9 grados destapó ese fatal 15 de agosto.

LIMA: CIUDAD SÍSMICA

¿Cuál habría sido la realidad para Lima si el epicentro del terremoto del 2007 no ocurría en el mar, sino en la tierra? Otro Haití posiblemente. Julio Kuroiwa, experto en sismología y asesor científico de la Alta Dirección del Instituto de Defensa Civil (Indeci) manifestó que la prevención es la única manera de evitar que un desastre natural arrase ciudades enteras.

La construcción de viviendas y edificaciones deben ser proyectadas respetando las características de la naturaleza del lugar, creciendo en armonía con el tipo de suelo y clima. Existimos sobre dos placas tectónicas situadas en el subsuelo en constante fricción, la placa de Nazca y sudamericana, esta es una realidad.

Ahora depende de las autoridades considerar todas las advertencias del Indeci y los estudios realizados como por ejemplo los Mapas de Peligro de 122 ciudades del país, con recomendaciones específicas para su crecimiento urbano. Es decir, marcando las zonas posibles a urbanizar y las que no deberían ser consideradas seguras por, entre otros factores, la humedad de su suelo.

En el caso de Pisco se tenía ya un mapa de peligro desde 1998 desarrollado por el equipo del ingeniero Julio Kuroiwa y el Indeci. Nada se evitará si las autoridades no deciden escuchar e invertir en investigación y prevención de desastres, ya que el jefe de Defensa Civil a nivel provincial y militar es el alcalde.

Erradicar la política de corto plazo es clave para que el tan anunciado terremoto en Lima no devaste la ciudad. No es una especulación vaga o apocalíptica, ya que Lima presenta un silencio sísmico considerable. Esto quiere decir que lleva tiempo sin tener un sismo de magnitudes elevadas bajo su propio suelo.

Un aspecto grave en materia de prevención en la ciudad de Lima son los barrios clasificados por el Instituto Nacional de Cultura como “Patrimonio Cultural e Histórico”, cuyas resoluciones han evitado que propiedades privadas sean habilitadas y refaccionadas con principios técnicos y seguros. Manteniendo en pro de un valor histórico una edificación precaria y deleznable.

Se prevé que antiguos barrios de Lima como Barrios Altos y parte de Callao centro podrían desaparecer con un sismo como el de Haití, con miles de muertos y heridos como saldo. Zonas como Puente Piedra y aquellas cercanas al río Rímac, los asentamientos humanos ubicados en las faldas de los cerros o en los mismos cerros, como en el Agustino, Comas -afectada terriblemente con las últimas lluvias-, serían también proclives a sufrir daños irreparables.

Un terremoto implica una liberación de energía poderosa, imposible de anunciar con exactitud, nadie conoce el día y la hora del próximo movimiento telúrico, pero si sabemos cuáles son las deficiencias a trabajar.

Lima concentra a casi ocho millones de habitantes y maneja el 70 por ciento de la economía del país; es prioritario entonces elaborar un adecuado Plan de Prevención de Desastres, empezando por invertir en Mapas de Peligro, cuya responsabilidad directa la tiene el alcalde de Lima.

PISCO: UNA DEUDA PENDIENTE

Solo bastaron tres minutos y medio para destruir Pisco, Ica y Chincha, ciudades turísticas cuyos atractivos se perdieron con el violento movimiento que cobró 600 víctimas y dejó 431 mil personas afectadas. El Hospital Regional de Ica es todavía un campamento, Pisco está sembrada de escombros que recuerdan aquel fatídico día, y los carteles que rezan la frase del gobierno ¡El Perú avanza! suenan a burla.

El tiempo se detuvo y tras dos años y medio del terremoto, la población solo quiere una reconstrucción libre de corruptela y delito. Se han comprometido en la reconstrucción de Pisco poco más de S/. 188 millones, cifra menor a la que se gastará en Ica, S/. 235 millones. Sin embargo, la letanía y burocracia han hecho que un organismo como el Forsur, no sea más que una silente coordinadora que no logra agilizar los procesos.

Se sabe que la cooperación internacional ha invertido más de S/. 43 millones en obras en el sur, siendo agilizados más eficientemente que los fondos del Estado. Existen referencias de otras ciudades del mundo afectadas con desastres naturales cuya reconstrucción ha sido organizada y exitosa, como la localidad de Banca Ache, en Indonesia, devastada por el Tsunami del 2004.

Durante meses recuperaron los 110 mil cadáveres de pobladores fallecidos, una desproporcionada catástrofe que marcó un hito en excelencia ejecutora, un año después ya avanzaban muchos de los proyectos de reconstrucción. Hoy, casi seis años después, las calles están asfaltadas, los colegios y clínicas han sido levantados con mejor resistencia a terremotos o sismos. Es decir, sí se puede si las acciones a tomar liberan los intereses particulares y la ruta es un objetivo comunitario.

Julio Kuroiwa fue consultado en relación a la actitud de la gente frente a los desastres naturales, si está cambiando y en qué medida: “Indudablemente que la gente aprende con los golpes. En realidad, cada uno tiene que saber lo que le toca hacer, porque las pérdidas que causan los desastres son un gran obstáculo para el desarrollo socioeconómico de los países. Hay que estar preparados para los desastres naturales, porque estos no avisan. Cada uno de nosotros debe cuidar su entorno; cada persona, cada familia, debe tener su propio plan de prevención y mitigación de desastres”.

PARA RECORDAR

Cuando el terrorismo llegó a Lima la situación recién se miró con urgencia, los muertos comenzaron a importar, no esperemos que un terremoto en la capital movilice a autoridades y responsables, hagámoslo ahora. La prevención es el camino a tomar, escuchando a expertos como Julio Kuroiwa no solo en un panel televisivo después de una tragedia, sino antes, cuando su conocimiento no debe perderse en oídos sordos.

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