Desde los años noventa los demócratas peruanos nos reunimos para llegar a acuerdos y acciones conjuntas y logramos el Acuerdo de Gobernabilidad que firmamos el 26 de noviembre de 1999 en el Hotel Bolívar bajo el liderazgo de Gustavo Mohme Llona, quien trazó una línea patriótica de compromiso con la democracia y la construcción nacional.
Ahí nos dimos cuenta que el país no se construye solo y que alrededor de una mesa la verdad se consolida y todos podemos sentirnos involucrados en alcanzar objetivos predeterminados. Así se pueden levantar economías con el esfuerzo de todos y hacer que la sociedad se sienta parte de los mejores resultados, que los apoye y los defienda.
El Acuerdo Nacional complementa los poderes del Estado desde la buena voluntad y el interés nacional. Ahí están las 31 políticas de Estado, fruto del debate plural de largos meses. Ellas pactan la continuidad en el corto, mediano y largo plazo, y son mucho más eficientes que cualquier eslogan oficial.
El Acuerdo Nacional que tenemos llega casi a la década, con sus logros y frustraciones, limitaciones y potencialidades, siendo un privilegio y una muestra de madurez cívica y política. Ha dado al Perú la visión de lo posible a ser logrado en conjunto.
Y aunque lamentablemente sus acuerdos no son vinculantes, más allá de lo escrito en el documento que los contiene, cuán importante y necesario es que lo sean para hacer de su seguimiento una obligación, de su letra y espíritu una inspiración, un referente de lo deseable para diferenciarlo razonablemente de lo posible.
Para legislar está el Congreso, para consensuar el Acuerdo y en ello ha sido pródigo y eficiente. ¿Cómo hacer para que las políticas de Estado y los compromisos y pactos se traduzcan en leyes y alcancen su plena aplicación, estableciendo una articulación entre el corto, el mediano y el largo plazo? Esa es la pregunta aún sin respuesta.
Y es que su inmensa posibilidad y utilidad no siempre ha sido bien entendida por los líderes máximos de los partidos políticos, cuya presencia en el Foro se ha dado solo en los grandes momentos y muchas veces solo para la foto.
El Acuerdo Nacional no es un anexo del gobierno, como tal no valdría mucho, pero sì es un espacio diferenciado y plural, independiente cuya autoridad ética es irremplazable. Ha faltado voluntad política esencial para que las políticas de Estado se conviertan en el insumo esencial de la visión compartida como la contenida en el plan nacional de desarrollo presentado por Ceplan.
A nadie escapa el valor del diálogo, sobre todo en un país tan desencontrado como el nuestro. Lo demostraron los luctuosos sucesos de Bagua. Qué importante sería que cada año se cumpliera una sesión solemne del Acuerdo Nacional presidida por el presidente de la República para evaluar las políticas de Estado y los consensos; para analizar la articulación de aquellos con la agenda legislativa y para presentar iniciativas y proyectos de ley con el respaldo ético del Acuerdo Nacional.
Esta eficacia repercutiría sin duda en los acuerdos regionales que ya plasman consensos amplios e incluyentes entre los tres niveles de gobierno, los partidos y movimientos políticos y las organizaciones de la sociedad civil representativas de cada región, pero padecen de la misma falta de interés de los líderes mayores.
La participación ejemplar del presidente de la República y de los principales líderes de los partidos políticos en el Acuerdo Nacional, ratificaría el compromiso del partido de gobierno y motivaría el de los otros partidos e instituciones para rescatar el valor de las políticas de Estado para la inversión extranjera, la gobernabilidad democrática y la promoción de la cohesión social.
Al ingresar nuevamente a una etapa preelectoral el país requiere de la confianza en el futuro que solo se logrará con una visión compartida con base en los objetivos y políticas del Acuerdo Nacional. Un magma demasiado valioso para dejar de ser usado positivamente para la nación. Un compromiso de apoyar la gobernabilidad del país entre los candidatos de los partidos políticos que participen en el 2011, podría ayudar porque lo que se viene, y se repite, es un Parlamento cada vez más fragmentado, sin mayoría que apoye al presidente y sin posibilidades de una labor congresal eficiente.
Nuestros ejecutivos no tienen mayoría en los parlamentos cuyos miembros se definen en primera vuelta. Ese problema de gobernabilidad debería ser resuelto a partir del Foro del Acuerdo. El que tenga ojos para ver que vea.
El Partido Popular Cristiano, con la presencia de Lourdes Flores Nano, entregó hace muy poco al Acuerdo Nacional el documento “Progreso para todos” donde figuran sus principales planteamientos. Que los otros partidos sigan su ejemplo. Esto es responsabilidad con el Acuerdo y con el Perú. ¡Felicitaciones!