La alopecia o calvicie es la pérdida parcial o total de pelo en varias partes del cuerpo humano. El grado y patrón de alopecia puede variar ampliamente, pero su forma más común es el patrón androgénico o masculino hereditario de calvicie, también conocido como alopecia androgénica, alopecia androgenética o alopecia seborreica; este último término alternativo es usado principalmente en Europa.
La alopecia en parches redondos es una patogenia denominada alopecia areata. Algunas formas graves de alopecia areata son la alopecia total, la cual involucra la pérdida de todo el cabello de la cabeza y en su forma más extrema, la alopecia universal, la pérdida del pelo es total en la cabeza y el resto del cuerpo.
El término alopecia fue descrito por el dermatólogo francés Raymond J. Adrien Sabouraud (Nantes, 1864 - París, 1938) y deriva del griego alopex (zorro), debido a que este animal cambia de pelo dos veces al año.
Clasificación de las alopecias
Las alopecias o los síndromes que producen caída del cabello pueden clasificarse generalmente como cicatriciales o no cicatriciales.
Alopecias no cicatriciales
En las alopecias no cicatriciales el folículo piloso no se destruye, aunque presente otros cambios funcionales.
Alopecia androgénica
También se llama alopecia prematura, alopecia androgenética, alopecia común o calvicie común por ser la más frecuente de las alopecias. Es mucho más común en los hombres que las mujeres.
Es hereditaria, de tipo autosómico dominante pero afecta a varones adultos por necesitarse la presencia de andrógenos para manifestarse. La imposibilidad de curar este tipo de alopecia a largo plazo radica en su secuencia biológica, ya que se trata de una alopecia hereditaria, de base genética poligénica, desencadenante hormonal andrógeno, y en cuyo proceso final interviene el sistema inmune, mediante una infiltración linfocitaria que produce un fenómeno conocido como fibrosis perifolicular, que contribuye entre otros factores a que los cabellos miniaturizados no puedan recuperar su condición medulada, condición necesaria para que puedan formarse cabellos de una longitud superior a los 25 mm.
Actualmente existen tratamientos que permiten reducir o incluso revertir a medio plazo los efectos de la alopecia androgénica. El minoxidil y la finasteride son dos de los productos que han demostrado científicamente su efectividad. Su punto débil radica en los posibles efectos secundarios y en la necesidad de utilizar constantemente el tratamiento mientras se desee obtener resultados. Pasados unos pocos meses desde la interrupción desaparecen los resultados obtenidos.