Italia y su segunda Copa de Europa en una larga y rica historia futbolística

Cuando el tiro de los doce pasos de Saka encontró en su camino a Donnarumma, no solo gran parte de las graderías del Wembley callaron la noche de ayer domingo 11 de junio, el silencio se apoderó del país que reclama para sí ser la cuna del fútbol.

No era para menos, el joven centrocampista del Arsenal, de tan solo 19 años, venía de marrar el penal que le daba el triunfo por 3 goles a 2 a los dirigidos por Roberto Mancini, negándole así la oportunidad a Inglaterra de ganar por primera vez la Copa de Europa.

De nada había valido que Jordan Pickford parase el disparo de Andrea Belloti y que detuviese in extremis el penalti lanzado por Jorge Luiz Frello Filho “Jorginho”, el cuarto de la tanda de cinco. De nada, la diosa de la fortuna no estuvo para nada de lado de Marcus Rashford y Jadon Sancho.

Lo que siguió fue un loquerío descomunal en el lado italiano. Después de 53 años, una escuadra italiana ganaba una Copa de Europa. Atrás quedaba definitivamente la angustia que había suscitado el tanto logrado por Luke Shaw dos minutos después de que el colegiado neerlandés Björn Kuipers ordenase el inicio de las acciones.

En medio de la algarabía, más allá de los méritos del equipo dirigido por Gareth Southgate que dieron todo sobre el gramado del coloso londinense, quedaba claro que el resultado final hacía sintonía con lo que había sucedido durante los 120 minutos. Y con el gol de empate logrado por Leonardo Bonuci a los 67 minutos de juego.

Al levantar Giorgio Chiellini la Copa de Europa no solo mostró al mundo que Italia, después de 53 años, había ganado por segunda vez la Copa de Europa, mostró asimismo que en cuestiones de balompié siempre habrá que contar con ellos.

Inglaterra por su parte, contentándose con el subcampeonato, el mejor resultado que ha obtenido en una Eurocopa, tendrá que esperar cuatro años para ver si la suerte la acompaña y premia así a un fútbol que amerita ser galardonado.