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JORAN VAN DER SLOOT

La confesión
La fría mañana del lunes 7 de junio, el holandés Joran van der Sloot (22) finalmente confesó ante detectives de la Dirincri ser el autor del asesinato de la joven Stephany Flores Ramírez (21). Los detalles de este absurdo y doloroso crimen comienzan a desentrañarse.
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JORAN VAN DER SLOOT

Van der Sloot se encontraba recluido en una celda de la Dirincri en el centro de Lima. Los efectivos que lo vieron desde su llegada el sábado 5 procedente de Tacna afirman que se le veía agotado, quizás por los interrogatorios y los viajes. 

De pronto solicitó la presencia del detective a cargo de las investigaciones y de un fiscal. Quería confesar. Quizás necesitaba sacarse un peso de encima. Quizás la conciencia no lo dejaba dormir en las noches. Nadie sabe con certeza. Lo cierto es que esa misma mañana dio inicio a sus declaraciones sin que nadie lo presionara.

Básicamente, lo que dijo fue que golpeó a Stephany Flores en la cara y en la nunca y luego la asfixió porque la muchacha halló en su laptop información que lo implicaba en la desaparición de una joven en Aruba.

En sus propias palabras: “Maté a Stephany porque chequeó mi computadora y descubrió mis antecedentes aprovechando que salí a una tienda a comprar café y pan”.

De acuerdo a su manifestación, el holandés salió de la habitación del hotel TAC de Miraflores (donde se encontraba alojado hacía tres semanas) a las 8:20 a.m. del domingo 30 de mayo con dirección a un supermercado ubicado al frente.

Minutos después regresó con dos vasos de café y una bolsa de pan. Cuando ingresó a la habitación, encontró a Stephany revisando su laptop. Entonces se dio cuenta de que ella había encontrado información que lo comprometía con la desaparición de la joven estadounidense Natalee Holloway hace cinco años en Aruba. Este hecho alteró al holandés. Lo puso nervioso. Se vio descubierto.  

Ambos discutieron por unos minutos. Van der Sloot recriminó a la muchacha por escudriñar entre sus pertenencias y ella le pidió explicaciones por la información hallada.

Al verse acorralado (y quizás ante la amenaza de Stephany de denunciarlo ante la Policía), el holandés entró en un torbellino de desesperación y aplicó un puñetazo en el rostro de la muchacha. Esto la hizo trastabillar y caer al suelo.

Ahí, van der Sloot continuó golpeándola. Finalmente le asestó un golpe muy fuerte en la parte posterior de la cabeza, que la habría desmayado. Al verla inconsciente, la asfixió con una almohada.

Como después revelaría la evaluación médica que se le practicara al holandés en el puesto de Santa Rosa (Tacna), donde la Policía chilena lo entregó a las autoridades peruanas, la víctima ni siquiera tuvo tiempo o fuerzas para defenderse. Van der Sloot no presentaba un solo rasguño en el cuerpo.

Durante la pelea cayeron al piso los dos vasos de café que Joran había comprado minutos antes. Estos vasos fueron hallados en la escena del crimen por peritos de la División de Homicidios de la Policía.

Con esta evidencia quedó descartada la hipótesis inicial que señalaba que van der Sloot había asesinado a la estudiante antes de las 8:20 a.m. y que había salido a comprar dos vasos de café para despistar a los empleados del hotel.

Después de cometer el asesinato, el holandés actuó con sorprendente sangre fría. Introdujo la laptop en una mochila, alistó sus pertenencias en un maletín y salió de la habitación. En la recepción del hotel anunció que ya regresaba y que no entraran a la habitación. El reloj marcaba las 9:30 horas cuando huyó en la camioneta de Stephany.

El vehículo sería encontrado el lunes 31 de mayo en la tarde, abandonado en una calle de Surco viejo. Debido a esto, inicialmente la familia de la joven conjeturó que había sido secuestrada.

Luego de que el holandés aceptara su culpabilidad, la División de Homicidios de la Policía programó la reconstrucción del crimen para la madrugada del martes, debido a que las reconstrucciones se realizan a la hora en que fueron cometidos los crímenes. Sin embargo, debido a la gran expectativa causada entre los medios de comunicación nacionales y extranjeros, la diligencia no llegó a realizarse en dicha fecha. Tampoco se llevó a cabo el miércoles. Aunque, debido a la confesión del holandés, solo se trataría de un trámite.

Luego de la reconstrucción de los hechos, el asesino confeso será trasladado a la carceleta del Ministerio Público, luego de lo cual se le recluirá en un penal, quizás el de Piedras Gordas o el de Castro Castro, a la espera del juicio oral. 

¿CONFESIÓN O ESTRATEGIA?

Para algunos especialistas, la confesión del holandés no habría sido sincera, porque lo que en realidad buscaría es reducir su sentencia. Es decir, el holandés reconoció haber cometido el crimen, pero argumentó que no tenía planificado hacerlo (para robarle, por ejemplo), sino que lo hizo como reacción al verla hurgando en su laptop.

En derecho penal, esto se llama homicidio por emoción violenta, y la pena podría no ser mayor a los cinco años. En términos concretos, aunque los medios hablen de los 30 ó 35 años que van der Sloot pasaría tras las rejas, el holandés podría salir de prisión en poco más de tres años si se acoge a la confesión sincera, a la terminación anticipada y a los beneficios penitenciarios.  

El abogado penalista Mario Amoretti ha dicho, sin embargo que no es proporcional que haya matado a la estudiante sólo por revisar sus pertenencias. “Aquí lo importante es cómo la mató y si ella murió con el primer golpe o se defendió”, ha declarado. 

En cualquier caso, el holandés buscaría reducir al mínimo los agravantes del crimen parta ser acusado de homicidio simple en lugar de homicidio calificado. Pero si se comprueba que además robó a la estudiante la pena podría ser mucho más severa. Sin embargo, cabe resaltar que ningún asesino en el Perú se ha pasado 30 ó 35 años tras las rejas. Ni siquiera los terroristas confesos.

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